CARTAGENA. La gran extensión de muchos municipios, como le sucede a San Javier o San Pedro, además de otros con mayor número de habitantes como Cartagena o Murcia, precisa de una figura que, de forma altruista, sea la extensión del alcalde en la pedanía. Es en este escenario donde aparece la figura del alcalde pedáneo, que en localidades como La Manga o Loma de Abajo y Villa Alegría son muy necesarias.
"Somos la representación del alcalde en la pedanía. El nexo con el Ayuntamiento”, apunta José Guerrero, alcalde pedáneo de La Manga del Mar Menor, dependiente del Ayuntamiento de San Javier. “Muchas veces a la gente le cuesta ponerse en contacto con el Ayuntamiento para solucionar según que problemas. Nosotros somos una figura para ayudar", añade Guerrero.
La figura del alcalde pedáneo en España tiene sus raíces en la Edad Media, aunque su institucionalización y funciones específicas se desarrollaron principalmente durante los siguientes años, dentro de la organización territorial y administrativa de los reinos hispánicos. En la Edad Media, los alcaldes pedáneos surgen como representantes locales en aldeas o pequeños núcleos rurales que dependían de municipios más grandes. Durante los siglos XVI y XVII, con la organización territorial de la Monarquía Hispánica, los alcaldes pedáneos fueron formalizados como una figura clave en la administración local. En muchos casos, los alcaldes pedáneos no eran elegidos democráticamente, sino designados por las autoridades del municipio principal o por el señor feudal de turno. En la actualidad, los alcaldes pedáneos son los representantes de las pedanías (entidades locales menores) en el ámbito municipal. Aunque su origen está profundamente ligado a las estructuras feudales y rurales de la Edad Media, su papel ha evolucionado para adaptarse a los sistemas democráticos actuales.
"Es una figura muy antigua. Digamos que es la persona encargada de trasladar las inquietudes de los vecinos al Ayuntamiento. San Pedro tiene muchas pedanías y hacemos como de puente", apunta por su parte Ana Garre, alcaldesa pedánea de Loma de Abajo y Villa Alegría, pedanías de San Pedro del Pinatar. "Mi padre también fue alcalde pedáneo y, cuando me lo propusieron me hizo mucha ilusión. Es como ejercer de buen vecino", añade Garre. "También se sugieren mejoras o se les facilita a los vecinos como resolver determinadas cuestiones, ya que como alcalde pedáneo conoces más tu zona", señala la alcaldesa pedánea.
¿Debería conocerse más esta figura? "Estaría bien", señala Guerrero. "Al final te van conociendo a base de actos o eventos en los que representas al Ayuntamiento", añade. "Yo creo que en los pueblos pequeños si se conoce esta figura", apunta por su parte Ana Garre.
Por otro lado, su carácter altruista, puesto que es un cargo no remunerado, permite que la relación con todos los partidos políticos sea buena y fluida. "A nivel local no hay prácticamente diferencias políticas. No tengo rivalidad política en ese sentido, me interesa que la pedanía esté lo mejor posible. Soy igual de reivindicativo con mi partido que con la oposición", seña Guerrero. "Al no ser un cargo político, la oposición no se mete con el alcalde pedáneo. Yo al menos no lo he visto nunca. Simplemente trasladas las peticiones de los vecinos", señala Garre por su parte.