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Difícil equilibrio para el Gobierno y el Banco de Japón

18/05/2024 - 

En marzo, el Banco de Japón aprobó su primera subida de tipos de interés en 17 años, y los situó entre 0 y 10 puntos básicos, marcando así el fin de la última política de tipos de interés negativos que quedaba en todo el mundo. Aunque mantuvo el programa de expansión cuantitativa, el Banco de Japón eliminó su política de control de la curva de tipos, si bien se comprometió a limitar los cambios "excesivos" en los rendimientos.

A pesar de la importancia de la medida, los mercados financieros no mostraron una reacción especialmente acusada. El rendimiento de la deuda pública japonesa a diez años se mantuvo prácticamente sin cambios, aunque el yen se depreció aún más. Tras un periodo tan prolongado de orientación ultra expansiva de su política monetaria, al banco central le resulta complicado evaluar cuál es el cambio apropiado y asumible por los mercados. El debilitamiento registrado por el yen tras la medida adoptada por el Banco de Japón es una señal de que la institución continúa estando por detrás del resto de los bancos centrales en lo que se refiere al endurecimiento de su política monetaria.

El Banco de Japón se enfrenta a un difícil equilibrio. Por un lado, desea evitar la inestabilidad de los mercados financieros y, por otro, necesita realizar cambios en su política tras alcanzar su objetivo de inflación. En la actualidad, la entidad da prioridad a la estabilidad de los mercados financieros. Sin embargo, el mantenimiento de la expansión cuantitativa y la falta de claridad sobre la función de reacción del banco central podrían impedir que los mercados intenten impulsar al alza los rendimientos de los bonos. En ese caso, no hay muchos motivos para que el yen suba. La depreciación de la divisa podría favorecer la inflación importada, lo que podría llevar a los trabajadores a buscar una compensación por el aumento de los precios. El riesgo es que los incrementos salariales siempre van con un cierto retraso, mientras la renta real continúa erosionándose.

El Gobierno japonés está sometido a una cierta presión para aliviar la carga de la inflación y ha introducido una serie de medidas destinadas a cubrir este aumento de los costes. No obstante, el deseo de ayudar a los ciudadanos ha de equilibrarse con nuevas medidas de estímulo para acelerar la inflación. En última instancia, deberán realizarse ciertos ajustes de política monetaria para impedir que la depreciación del yen impulse la inflación importada. A corto plazo, es posible que la inflación disminuya ante la reducción de los precios de los alimentos y los efectos retardados de la caída de las importaciones, lo que podría retrasar aún más los cambios políticos destinados a respaldar la divisa.

El yen también podría verse afectado por factores externos. El aumento del diferencial de rendimiento entre Japón y Estados Unidos ha sido uno de los factores que más ha contribuido a la debilidad del yen. Por lo tanto, si la Reserva Federal comienza a recortar los tipos de interés antes de lo esperado, el yen podría fortalecerse. Así ocurriría si Estados Unidos entrara en recesión, lo que podría provocar una repatriación de fondos hacia el yen y ejercería una importante presión bajista sobre la divisa.

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