El máximo dirigente del BoJ está más cerca de los límites de la política monetaria que cualquier otro presidente de un banco central como advierte el analista de XTB
MADRID. El grave problema con el que nos hemos encontrado en Europa -en lo que a las medidas fiscales se refiere- es también una incertidumbre importante dentro de otras economías y en los últimos años el país donde más se ha acentuado es en la economía nipona.
La actual política que esta desempeñando el Banco Central de Japón (BoJ) solicita mayor poder al gasto fiscal y el propio presidente del BoJ, Haruhiko Kuroda, se ha posicionado al respecto insinuando que las medidas tomadas por su organismo necesitan del apoyo de la economía del país. Lo ha hecho considerando que con unos tipos de interés tremendamente bajos se necesita un gobierno que incentive un gasto fiscal mucho más contundente.
Por su parte, el gobierno nipón del primer ministro Shinzo Abe no ha aumentado de manera significativa el gasto, pero si ha reducido su déficit presupuestario con dos aumentos del impuesto sobre las ventas en el último lustro. Si el gobierno emitiera más bonos a largo plazo en el rango de 40 años -o comenzara a emitir deuda a 50 años-, podría ayudar a limitar las caídas de rendimiento en duraciones más largas. Pero las últimas declaraciones de los máximos responsables eliminan la posibilidad de emitir deuda pública a 50 años.
Por el momento Kuroda no plantea aumentar su estímulo, pero sí llama a incentivar algún tipo de medida respecto al gasto gubernamental; si esos dos factores se dieran la combinación sería mucho más efectiva para estimular los precios y la economía del país del Sol Naciente.
El planteamiento es una política fiscal mucho más eficaz, lo que serviría para poder dar una mayor contundencia a las medidas que toma el Banco Central de Japón. Este problema se extiende a muchas regiones y no nos parecen ya raros los comentarios de los máximos responsables de los diferentes bancos centrales pidiendo una mayor actuación a los gobiernos que conforman las diferentes zonas geográficas, demandando un aumento del gasto fiscal, que provocaría un mayor efecto en las medidas tomadas por los bancos centrales. Incluso el Fondo Monetario Internacional (FMI) pidió que la política fiscal desempeñe un papel más activo para impulsar el crecimiento económico, que empieza a mostrar claros síntomas de enfriamiento.
Actualmente las compras acumuladas de activos del Banco de Japón son mayores que las de toda la economía japonesa; mientras el máximo dirigente del BOJ está más cerca de los límites de la política monetaria que cualquier otro presidente de un banco central. Los efectos secundarios de su agresiva flexibilización están comprimiendo el sector bancario y distorsionando los mercados, y el probable impacto de la ampliación de los estímulos se está poniendo cada vez más en duda.
La escala del estímulo del Banco de Japón supera con creces a la Reserva Federal de Estados Unidos (FED) y al Banco Central Europeo (BCE). El problema es que las políticas no están siendo tan efectivas como el ente económico espera. La expansión fiscal es clave para apoyar el crecimiento y esto es donde enfoca su nueva estrategia.
Jorge López es analista de XTB
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