MURCIA. Decir reformas es mucho decir, porque a ver quién es el guapo que consigue que un oficio pase por su casa para prepararle al menos un presupuesto hoy en día. No sé si alguno de ustedes se encuentra en esta misma tesitura, pero en mi caso se ha convertido en un despropósito. Así llevo desde enero. El otro día sin ir más lejos, con el tema dado por perdido, me encuentro un WhatsApp en mi pantalla que rezaba:
—Estoy por aquí. Si está en casa subo y dejamos el tema listo (Emoticono de ojo guiñado y lengua fuera).
"Pedro Sánchez no puede esperar a que a ti te cojan en la estética. Ahora le entran las prisas y dice de quitar la mascarilla, así, sin preguntar si ya te has depilado"
¡Oiga! ¿Pero con quién me está confundiendo? Si sólo he pedido un presupuesto… Y además, así, sin ver el paño previamente, tampoco puedo valorar si merece la pena en un momento determinado el viaje. Por un instante fue reconfortante imaginar que todavía despertaba el interés en un hombre y deseaba poseerme ahí mismo, sin más excusas, como cuando joven. Pues en esas estaba en mi oficina, sumergida en una conversación en la que más que estar buscando un proyecto para la casa, parecía que estaba contratando un servicio express… pero para otro tipo de bajos.
Ahora bien, este tema no es exclusivo de los oficios. Pensaba que con la pandemia habíamos aprendido que por mucho que planifiques, al universo le da igual. Ya tiene un plan para ti. Creía que el carpe diem se había instalado en mi vida, que la cultura del momento era nuestra nueva bandera. Pues no. Tengo cogida mesa para comer y cenar en verano de dos mil veintitrés. ¡Joder! Pero, ¿hay bemoles a que te reserven en algún sitio guay antes de esa fecha? ¡Qué disparate! Ya verán, seguro que luego cuando tenga el presupuesto de la reforma me dirá el albañil que empieza la obra, justo el día que he conseguido mesa en La Bocana de Palos. ¡Pues lo tiene claro! Contra La Bocana no se puede echar uno un pulso. Conmigo, lo tiene perdido.
Y esto por no hablar de los salones de belleza. Tan complicado está el tema, que he alquilado una casita en Galicia para asegurarme que este verano ni piso la playa ni voy a ver a nadie conocido. ¡Qué momento! Volver a encontrarte con toda esa gente dieciocho meses más tarde, cinco kilos más gorda, con cuatro tonos menos que se te transparentan las venas y para más inri ¡con el bigote sin hacer! Porque claro, Pedro Sánchez no puede esperar a que a ti te cojan en la estética. Ahora le entran las prisas y dice de quitar la mascarilla, así, sin preguntar si ya te has depilado. ¡Cómo si fuera tan fácil que te den cita de un mes para otro!
No todo iban a ser malas noticias. El lado bueno es que los feos deben tener su Tinder echando fuego. Piense que los guapos, por esta regla de tres, estarán cogidos hasta dentro de un año. No ven, todo tiene su parte positiva. Sólo hay que buscarla.
Por cierto, si conocen a alguien para reformas, siéntanse libres de contactar conmigo (Emoticono de ojo guiñado y lengua fuera).
Gracias por su lectura.