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tribuna libre / OPINIÓN

De los Pactos de la Moncloa a los Acuerdos de Waterloo

6/12/2023 - 

MURCIA. El que esto escribe forma parte de una generación que ha vivido los importantes cambios que se han producido en el mundo en el último medio siglo -como consecuencia de ellos- una serie de circunstancias sociales, políticas y económicas que han afectado de una forma decisiva a nuestro país.

Es necesario tener en cuenta la transformación que ha tenido lugar en la España de final del siglo XX y lo que llevamos del siglo XXI.

Distintos acontecimientos externos e internos influyeron en una mentalización generalizada de gran parte de la sociedad española con el objetivo de adaptarse a las condiciones políticas de nuestro entorno. Estas circunstancias tuvieron una singular influencia, y como consecuencia acaeció en 1977 un hecho que cambió drásticamente el rumbo de la política económica y social de la España de entonces. Lo que se dio en llamar los Pactos de la Moncloa.

Todas las fuerzas políticas, sociales y territoriales de cualquier tendencia e ideología, incluyendo los nacionalismos llamados históricos, se concertaron para establecer unas bases sobre las que modernizar el país.

"el merjor camino para el entendimiento era el diálogo"

Se creó un ambiente de consenso en el que, entre aquellos con diferentes ideologías que pensaban de forma distinta y tenían diversos objetivos, se consideró que el mejor camino para el entendimiento era el diálogo y el acuerdo y nunca el enfrentamiento y la discordia.

Los Pactos de la Moncloa fue el empujón definitivo para la consolidación de la democracia y, a la misma vez se dio un paso transcendental hacia la Constitución de 1978.

Este escenario puso a España en el mundo, teniendo un destacado protagonismo en Europa y nos ha dado nueve lustros de libertades, desarrollo y prosperidad.

Entramos de esta forma en el primer cuarto del siglo XXI donde el marco político es bien distinto. Las circunstancias que nos han abocado a este estado de incertidumbre no han emergido "por generación espontánea" sino que se han producido tras una serie de acontecimientos que han tenido una incidencia importante en el devenir político y social de nuestro país.

El 23 de febrero de 1981 tuvimos el primer sobresalto, un conato de Golpe de Estado cuyo fracaso se debió a la madurez del pueblo español y a la contundente intervención del jefe del Estado, el Rey Juan Carlos I.

En la campaña a las elecciones catalanas, el 13 de noviembre de 2003, el aspirante a presidente del Gobierno de España, José Luis Rodríguez Zapatero, en un mitin en el Palau de San Jordi, dejó para la historia una famosa frase: "Apoyaré el Estatuto que apruebe el Parlamento de Cataluña". Más tarde, siendo ya primer ministro de España, se demostró que aquella promesa no la podía cumplir pero con su osadía abrió la caja de los truenos.

Desde entonces nada ha sido igual en Cataluña. El nuevo Estatuto salió del Parlamento Catalán en 2006, mientras la sociedad catalana contemplaba el proceso sin gran entusiasmo. Aprobado por las Cortes Generales y posteriormente refrendado por los ciudadanos de Cataluña, en julio de 2010 el Tribunal Constitucional consideraría que 14 de sus artículos eran inconstitucionales. Los recortes que le infligieron a dicho texto crearon un ambiente enrarecido y, aprovechando tal coyuntura, la clase política catalana organizó una multitudinaria manifestación en descuerdo con la sentencia del alto tribunal.

En 2004 accedió a la Presidencia del Gobierno de España José Luis Rodríguez Zapatero. Bajo su manato se aprobó, en 2006, mediante argumentos que la mayoría de la población no entendía, Educación para la ciudadanía. En 2007 sacó adelanta la alianza de civilizaciones y la ley de memoria histórica que reconocía los derechos en favor de quienes padecieron persecución o violencia durante la guerra civil y en la etapa del Régimen anterior. Con esta Ley se volvieron a abrir viejas heridas, que se consideraban ya cicatrizadas.

Como consecuencia de la crisis de 2008 el ambiente general se fue enrareciendo vislumbrando una crisis política, social, institucional y territorial. Tuvo lugar entonces una manifestación el 15 de marzo de 2011 en la que participaron los que se denominaban indignados, formada por un conjunto heterogéneo de personas pero de tendencia de extrema izquierda. Acamparon largo tiempo en las plazas principales de las más importantes ciudades y cuyo objetivo era acabar con la casta, con el bipartidismo (PP y PSOE). Sus mensajes eran bastante contundentes, por ejemplo: "… los cielos se toman por asalto…" Se creó, en aquel momento, un ambiente enrarecido.

Más tarde este movimiento se constituyó en partido político participando en todas las elecciones y obteniendo un significado número de votos. En la actualidad ha ido evolucionando de tal forma que se está disolviendo como un azucarillo.

En Cataluña aquellos polvos del Estatuto se estaban convirtiendo en lodos, y en octubre de 2017 intentaron dar un golpe de Estado mediante la declaración de independencia, cometiendo graves delitos contra el Orden Constitucional y la Unidad de España. El Gobierno de la Nación, con el apoyo de más del 80% de ciudadanos e instituciones, aplicó el artículo 155, obligándoles a acatar la Ley que emanaba de la Carta Magna. Los responsables de aquella tropelía obligaron al Poder Judicial a aplicarles la Ley con rigor e independencia, a excepción de los que se fugaron, para no ser juzgados, entre otros el entonces presidente de la Generalidad, Carlos Puigdemont.

En 2018 mediante una moción de censura, accedió a la Presidencia del Gobierno de España Pedro Sánchez Pérez-Castejón. Formando, en palabras de Alfredo Pérez Rubalcaba, el Gobierno Frankenstein en coalición con comunistas y con el apoyo de independentistas vascos y catalanes, de izquierdas y conservadores. En estas condiciones gobernó desde 2018 hasta julio de 2023.

En 2021 el Gobierno, que necesitaba los votos, de Esquerra Republicana, para aprobar los Presupuestos, a cambio del apoyo de los independentistas, concedió el indulto y la rebaja de la malversación a aquellos que ya estaban juzgados y cumpliendo sentencia.

Durante el mandato de Sánchez se aprobaron una serie de leyes que, por su contenido, fragmentaron más a la sociedad como fueron la Ley Orgánica de garantía integral de la libertades sexuales (la llamada de 'solo si es si') y la ampliación de la Ley de memoria democrática.

Reunión de Santos Cerdán (PSOE) con Carles Puigdemont (Junts). Foto: JUNTS

De esta forma llegamos a las elecciones generales de julio de 2023. Escrutados todos los votos, Sánchez calculó que necesitaba, para ser investido, los votos de los independentistas conservadores cuyo líder se encontraba fugado de la justicia. Sánchez no tuvo ningún reparo en negociar con él. El fugitivo se estableció, en su huida, en la ciudad belga de Waterloo y allí fue donde firmaron los acuerdos poniendo en almoneda la política del Estado, dando una serie de concesiones entre la que estaba la amnistía para todo aquel que estuviere buscado por la justicia por su intervención presente y pasado en los hechos en lo que se dio en llamar el Procés.

"someten la voluntad del Gobierno a una fiscalización extraparlamentaria con Puigdemont, Un prófugo de la justicia"

La amnistía es considerada como la iniciativa más controvertida de la legislatura, habiendo desencadenado una virulenta protesta de prácticamente todas las asociaciones profesionales, como nunca antes en democracia, entre las que cabe destacar la de jueces y fiscales de cuyas cúpulas salieron expresiones como: "Se está pactando un régimen de privilegio fiscal para Cataluña que es muy grave y demoledor para la igualdad entre españoles", "Es el principio y el fin de la democracia", "Es la derogación del Estado de Derecho". Intentando borrar los delitos del Procés, deslegitimando la democracia y contribuyendo a enquistar el pueblo catalán dando la razón a los delincuentes.

Los Acuerdos de Waterloo han sometido la voluntad del Gobierno a una fiscalización extraparlamentaria en sus negociaciones con Puigdemont. Un prófugo de la justicia.

En definitiva, un complicado escenario que ahonda en la división de la sociedad en contraste con los de 1977/78 donde se echa de menos el objetivo de consenso, el entendimiento y la libertad, el diálogo y nunca el enfrentamiento y la discordia. Y siempre la búsqueda de la democracia y el Estado de Derecho. Este ambiente enrarecido nos está complicando el futuro de progreso y libertad, y nos está situando en una encrucijada.

¡Esperemos que este sinsentido no nos aboque a un callejón sin salida!

Juan Pérez Gil

Fundador, expresidente y presidente de honor de Ceclor

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