Hasta el momento Pedro Sánchez ha podido con todos. Algunos ya no están y él sigue manteniéndose, aunque a duras penas en La Moncloa con geometría variable o con lo que sea menester. De todos modos, aunque sea una obviedad, en política nunca pasa nada hasta que pasa. Y de esto Sánchez sabe un rato. Se quedó solo en su coche recorriendo las Españas y ya cumple cuatro años al frente del Gobierno.
Jugada de riesgo. Aquella sentencia de Gürtel, le valió de excusa para lanzarse a la operación. Su otrora factotum monclovita, Iván Redondo, diseñó entre bambalinas el asalto y les salió. Después el Tribunal Supremo la matizó con el paso del tiempo y en el PP se quedaron mudos y descabalgados. Y sin duda el colaborador necesario fue el siempre interesado PNV. Los nacionalistas vascos acababan de apoyar los PGE de Cristóbal Montoro que por cierto fueron prorrogados una y otra vez. Esa tarde del 1 de junio de 2018, el bolso XXL de Soraya Saénz de Santamaría presidía el Gobierno en el escaño de Mariano Rajoy. Y el presidente rumiaba su derrota en el restaurante Arahy tras la llamada de su “amigo” Andoni Ortuzar, el presidente del PNV que le confirmaba que le devolvía el rosario de su madre y demás y que se iba con Pedro Sánchez. La política es así de cruel. Fuese Rajoy y llegó el resiliente Sánchez y ahí le tenemos navegando con un Gobierno bipolar que dice una cosa y la contraria.
Una oportunidad perdida. Decimos que cuatro años son una eternidad porque en este tiempo ha pasado de todo, incluida una pandemia histórica con la que hubo de lidiar Sánchez y los gobiernos autonómicos con un número insufrible de víctimas y unas consecuencias económicas que se han instalado en nuestra sociedad, ahora acentuadas por la guerra de Ucrania. Hablamos de una oportunidad perdida por el camino, porque hubo un momento en el que Albert Rivera con un significativo número de escaños negoció con Sánchez un Gobierno, pero al final ninguno de los dos consintió. Los militantes del PSOE le decían a Sánchez en las noches electorales, porque hubo dos convocatorias, “ Con Ciudadanos, no”. Los egos de unos y otros pudieron y la formación que entonces lideraba Rivera inició su declive. Dijo Josep Borrell entonces, “nos acordaremos de los 180 escaños”. Como decía el añorado Alfredo Pérez Rubalcaba llegaba el Gobierno Frankenstein. Y en esas estamos, a pesar de que Sánchez se reinventó y se olvidó de aquello de que “con Iglesias en el Gobierno no podría dormir”. Pues durmieron un rato hasta que Iglesias fuese.
La geometría variable. De las matemáticas a la política. Es todo un artista de cuadrar cuentas cuando estás en franca debilidad numérica, que es el caso. Todas las opciones se contemplan. Que hay lío y del bueno con tu socio de Gobierno,-espionaje, ley del audiovisual, reforma laboral, pensiones, feminismo, cumbre de la, OTAN-, pues se pacta bajo mesa con el PP si es necesario o con otros socios ajenos. Así hemos visto votaciones incomprensibles o no, apoyándose en los asuntos de Estado. Sánchez es todo un funambulista de los números. Hasta ha tenido suerte con un voto “tonto” del popular Casero gracias al que salió adelante la reforma laboral. Es que tiene baraka. Sí es cierto que el año largo que queda de legislatura, va a ser complicado. Y el ministro de Presidencia, Félix Bolaños, tendrá que batirse el cobre para convalidar los decretos del Gobierno con propios y ajenos. Porque es sabido que Unidas Podemos no está por la labor, o al menos parte de la coalición.
Los que ya no están. Una de las virtudes de Sánchez es su capacidad de resiliencia o como reinventarse en el día a día para sobrevivir. Si tiramos de archivo mediático, rememorando los debates electorales, el único que sigue. Pablo Iglesias se retiró a “sus cosas” en la retaguardia urdiendo maniobras en Unidas Podemos. Albert Rivera se tuvo que ir por el fiasco electoral. Paso del sueño del Gobierno y de ser el favorito de empresarios y de las encuestas, a ser la nada. Las urnas tienen estas cosas. Y Pablo Casado hace apenas dos meses que ya no está, después de una cruenta batalla con su alter ego, Isabel Díaz Ayuso. Y sigue Pedro Sánchez que además también ha dejado en el camino a sus más directos y fieles colaboradores. Ni su José Luis Ábalos, ni Carmen Calvo, ni Iván Redondo, y miran que mandaban todos, hasta que Sánchez hizo borrón y cuenta nueva sin despeinarse.
Rafa Nadal, tras pasar a semifinales de su torneo fetiche “Roland Garros, tras eliminar a Djokovic”: “Ha sido mi mejor partido en cuatro meses. No sé qué va a pasar después de este torneo. Cuando termine lo explico” ¡Da igual lo que vaya a pasar después. Nadal solo ha habido y de momento hay uno y será irrepetible.
Rafael Spotorno, ex jefe de la Casa del Rey: “Felipe VI corre el riesgo de caer en la irrelevancia si mantiene el perfil que por ahora ha marcado su reinado” ¡’Llamada de atención de quien ha vivido y gestionado el día a día de la Casa del Rey en tiempos del Emérito!
Alberto Núñez Feijóo, presidente del PP: “Confíen en España. Porque la confianza que España merece es muy superior a la que merece su Gobierno” ¡Lo de criticar en el exterior al Gobierno de tu país, es un clásico. En esta ocasión,,parece que en Europa nos miran con inquietud!
Esteban González Pons, vicepresidente del PPE entre otros cargos: “Puede que Sánchez este siendo chantajeado por otro país con vídeos de su móvil” ¡Casi nos hemos olvidado del espionaje y de Pegasus o eso quiere Sánchez. Lo que dice González Pons es muy grave!
José M.ª Aznar, ex presidente del Gobierno: “Marruecos me echó un pulso y lo perdió. A este Gobierno se lo echó y ha ganado. El cambio de posición en el asunto del Sáhara es un error histórico. España ha mostrado su debilidad” ¡Más de política exterior. Y es que Marruecos es un socio difícil y según qué cesiones hagas, puedes tener problemas!
Joan Baldoví, portavoz de Compromís:“Podemos revolucionó el tablero político español, pero hay veces que algunos no se saben ir. En política es importante saberse ir y saber callar” ¡Es una verdad como una casa. Pocos saben irse. Iglesias sigue enredando desde sus atalayas mediáticas!
Pablo Iglesias, el aludido por Baldoví:“Aún no ha llegado el día en que un político profesional me haga callar” ¡Pues Baldoví será profesional, pero sigue con su trabajo en el Parlamento peleando en la medida de sus posibilidades por la Comunidad Valenciana. Iglesias no puede ser más soberbio!