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Coronavirus, crisis, cambios y oportunidades

8/10/2020 - 

MURCIA. No sé vosotros pero yo estoy un poco hasta la coronilla de las noticias sobre 'coronavirus'. Llevamos más de ocho meses hablando siempre de lo mismo y lo mismo en todos lados, todas las conversaciones, todo nuestro día a día parece estar envuelto por el halo con trompetitas rojas del símbolo del coronavirus.

Tenemos el cerebro machacado a noticias sobre estadísticas más o menos sensacionalistas, que condicionan nuestra forma de comportarnos. Ahora, cualquier roce con una barandilla de escalera parece que será una sentencia de muerte, o que alguien se atragante bebiendo agua ya hace que te miren raro y cuchicheen a tus espaldas por ser sospechosa de contagiar un virus letal.

No me malinterpretes, es una realidad en la que vivimos y siento un profundo pesar por todas las familias que han perdido a sus seres queridos sin apenas poder despedirse, de una forma tan fría y aséptica, y sin que tan siquiera esté bien visto darte un abrazo confortante con un amigo que sienta tu pérdida, o que las visitas a los abuelos estén tan restringidas que los niños ya ni los miran igual.

"Ahora la gente por el monte ni siquiera te mira o te vuelve la cara, no nos vayamos a contagiar"

Me doy cuenta del distanciamiento también cuando voy por el monte, hasta antes de la pandemia ibas saludando a todas las personas con las que te cruzabas y estas te devolvían el saludo con una sonrisa. Tengo que deciros, como especialista en Aire Libre que soy (otra de mis chapitas) que saludar a las personas que te cruzas en el monte es una norma que sirve por si acaso alguien se pierde, ya que si alguien no vuelve a casa o tiene un accidente, preguntarán a los senderistas que han ido al mismo monte si te has cruzado con una chica rubita con una camiseta de color rojo o con un señor con bigote que llevaba sombrero y bastones. Ahora la gente por el monte ni siquiera te mira o te vuelve la cara, no nos vayamos a contagiar.

Supongo que, llegados a este punto, lo más inteligente como en todo es adoptar el término medio. No creo que sea sensato despellejarse las manos con el hidrogel, lo cual también es inútil ya que al eliminar la capa protectora de la piel entrarán mejor los virus y bacterias, y tampoco es volver a dar dos besos a todo el mundo, cosa que a muchas personas nos alivia solemnemente, y no nos tacharán nunca más de "desaboríos".

Alguien dijo que el hambre mata más que las bombas, no debemos sucumbir a bajar el ritmo de vida por esta crisis y por supuesto que hay que resguardarse de los virus, bacterias y toxicidades varias (sobre todo personales), pero estar parados viendo la isla de las tentaciones o quejándonos de lo mal que está todo tampoco es una opción viable.

Estamos en una época crucial de cambio de paradigma, algo que llevan años profetizándonos sobre todo en el ámbito de la empresa, pero que hasta que no nos han confinado y obligado a no salir de casa ni relacionarnos en carne y hueso, no lo habíamos entendido con claridad.

Hace unos meses costaba mucho trabajo explicar y que te entendieran el cómo estaba cambiando la situación de las empresas privadas y cómo nos iba a afectar. Personas muy cercanas a mí no querían ni oír hablar del "nuevo paradigma laboral", que no es más que desarrollar la idea de que el trabajo para toda la vida se está acabando.

Ese modelo tan siglo XX de cambiar el traspaso de calor de tu culo a una silla por dinero, durante 8 horas diarias mientras simplemente existes se está acabando amigos. Y no me sirven los años trabajados como excusa para poder hacer eso, porque ese momento "feliz" de cobrar una pensión por los años trabajados se llama jubilación y aún no te toca, sorry.

Más presente que nunca, el cambio se ha hecho tan evidente que si es un lobo nos come, un cambio orquestado por el nuevo concepto de trabajar por proyectos y no por horas, tener una misión de vida y no solo existir del trabajo a casa y de casa al trabajo, ser útil a los demás más allá de lo que se especifica en tus funciones, primero dar y luego recibir (ese gran principio universal que sí entendemos en la vida, porque no le decimos a una tomatera: "Cuando me eches tomates te regaré", sino que la cuidamos antes de que florezcan sus frutos, ayudar con tu buena actitud a todo el que se cruce contigo y aunque nos duela y nos resulte desconcertante, no esperar que el estado, la empresa, el sindicato, la comunidad de vecinos, la junta directiva de tu club de fútbol u otras entidades con ánimo de lucro que no sean tú mismo te solucionen tus problemas.

Este cambio, a más individualista y sobre todo consciente, nos ha hecho preguntarnos muchas cosas. A vivir con lo que realmente necesitamos, a soportar sólo lo soportable y a responsabilizarnos de nuestras debilidades, amenazas, fortalezas y oportunidades en todos los ámbitos, un auténtico análisis DAFO personal que nos ha brindado esta bonita pandemia.

Te invito desde esta humilde columna a que aproveches el momento, te quites las gafas rancias del: "Esto siempre lo he hecho así" y te vistas de nueva mentalidad y actitud positiva que tenemos por delante, dime que no vas a dejar pasar esta oportunidad de reinventarte personal y profesionalmente y que has hecho de esta coronacrisis tu reseteo personal que todo lo arregla... el gran truco de los informáticos, y el de la vida que resurge. Feliz camino :)

Laura García Sánchez

Ingeniera en Telemática. Docente de Formación Profesional.

Twitter: @LauraGarcia_IT

  LinkedIn: Laura García Sánchez

 

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