MURCIA. A que no me pillas… Esa frase tan habitual en los niños y que llevaba tanto tiempo sin salir de sus bocas por fin volvió a escucharse en las calles de Murcia, como en las de Cartagena, las de Lorca, las de ... tantas y tantas poblaciones que por fin volvieron a ver a niños pisar sus aceras sin dejar de olvidar que el coronavirus sigue ahí.
El levantamiento del confinamiento para los menores de 14 años decidido por el Gobierno central entre las nueve de la mañana y las nueve de la noche dejó un domingo normal o casi normal.
Bien es cierto que no había puestos en los que comprar churros, que las iglesias seguían cerradas -por cierto ya es tiempo de comuniones, o debía serlo- y que ningún bar ofrecía la posibilidad de tomar esa cerveza en la terraza que tanto se está resistiendo... pero este domingo ya se pareció algo más a lo que estábamos acostumbrados.
De hecho se vio a más padres con niños incluso que un domingo habitual en estas fechas, pues en otras circunstancias normales y amaneciendo un día despejado como éste las familias se habrían ido a pasar el día fuera, seguramente a la playa.
A falta de un paseo a la orilla del mar bien está otro por una Gran Vía cortada al tráfico y abierta al tránsito peatonal desde la plaza Fuensanta y hasta el Puente de los Peligros, lo que ya habla por sí solo de lo excepcional de la situación que llevamos un mes y medio viviendo, soportando.
Con o sin mascarilla -los padres más protegidos-, con guantes o sin ellos, las calles volvieron a llenarse de vida.
Con juguetes, bicicletas, balones... y siempre junto a un adulto, los menores pudieron tomar de nuevo las calles tras casi mes y medio encerrados en las casas.
El problema, y las autoridades comenzarán a multar, es que muchos padres se saltaron la orden y fueron ambos progenitores con los críos e, incluso abuelos, algo que estaba expresamente prohibido salvo que formen parte de la misma unidad familiar y convivan con los niños. También se ha visto mucha gente sola: sin niños, lo que también está prohibido. El voto de confianza lo había dado la autoridad sanitaria, pero de repetirse se intensificarán los controles, han advertido los ayuntamientos.
Francisco Rodríguez ha madrugado para salir con sus hijos Lucía y Roberto, mellizos de ocho años.
"Los niños estaban deseando salir y afortunadamente ha hecho buen día y no ha llovido como estos días atrás. Nosotros vivimos en la calle Princesa, al otro lado del río, y hemos estado paseando por la Gran Vía, en la que ya estábamos a las diez y hemos sido de los primeros en venir", explicaba. "Vamos a salir un rato cada día pues es una buena ocasión para dar un paseo y corretear tras estar un mes y medio encerrados en casa", añadía.
"Por suerte tenemos una casa bastante grande y con balcón, pero son muchos días seguidos para estar confinados y, aunque mis hijos han estado entretenidos pintando y haciendo manualidades, ya estaban un poco cansados de hacer siempre lo mismo, por lo que esta medida la veo bien", comentaba también Francisco, quien se dedica a hacer reformas y espera a partir del día 11 de mayo "volver ya a la normalidad".
Isabel Jiménez y su hija Elena, de 12 años, han pisado la calle pasado el mediodía. Viven en El Ranero y han aprovechado para ver a sus abuelos Manolo y Mari Carmen, que lo hacen en Ronda Norte, pero no se han abrazado. "Les hemos llamado y se han asomado al balcón. Les ha dado mucha alegría el simple hecho de poder vernos cerca y es que nos echan de menos, sobre todo a los nietos. Mañana iremos a ver a los otros abuelos", reconocía Isabel, cuyos dos hijos mayores, de 15 y 16 años, se debieron quedar en casa junto a su marido.
"También hemos caminado con nuestras mascarillas puestas mientras escuchábamos música, aunque lo que más sigo echando de menos es ver a las amigas y, por supuesto, haber ido a la playa, pero ya llegará el momento", exponía Elena.
En Cartagena ha pasado un rato de la mañana fuera de casa Diego Sánchez con sus hijos Eloy y Diego, ambos de nueve años.
"Para nosotros es como ver una ventana de normalidad dentro de este confinamiento en forma de cárcel para todos", afirmaba este padre, quien destacaba el simple hecho de "ver críos por la calle corriendo, patinando, yendo en bici o jugando al balón".
"Además, había corrillos de madres y padres a distancia hablando, supongo de conversaciones triviales, que es lo que todos necesitamos", agrebaba Diego.
"Los míos 44 días sin pisar la calle y en ese rato que han estado paseando, viendo el puerto, y chillando y jugando, nos parecía a todos que nada había pasado en este mes y medio", declaraba.
Que se pueda salir a la calle no significa, en ningún caso, que haya que bajar la guardia en cuanto a las medidas de seguridad planteadas el pasado mes de marzo. En ese sentido, los padres e hijos que han pisado la calle han mantenido la distancia de seguridad para evitar posibles contagios y las mascarillas y los guantes son prendas que han sido utilizadas por la mayoría.
La presencia de algunas patrullas policiales recordaba que la situación sigue siendo la de estado de alarma, aunque por un rato esos coches dejaron el protagonismo a los patines y las bicis que los menores disfrutaron como no hacían desde bastante tiempo atrás.
Lo que además se ha respetado de forma generalizada, según los encuestdos, es la distancia que se podían alejar de casa -un kilómetro- y los 60 minutos que tenían de esparcimiento.
No tanto rigor ha habido en cuanto al número de adultos que podían salir y se ha visto a bastantes familias al completo abandonando su casa.