MURCIA. Los ligamentos de la rodilla garantizan la estabilidad de esta articulación.
Ante roturas o desgarros, los expertos pueden optar, dependiendo del tipo y la gravedad de la lesión, por un tratamiento conservador (mediante la colocación de una férula y el uso de muletas) o por una cirugía.
Para formar la articulación de la rodilla, se unen tres huesos: el fémur, la tibia y la rótula.
Estos huesos están conectados por ligamentos que, a modo de cuerdas fuertes, mantienen estable la rodilla.
En la rodilla hay dos tipos de ligamentos: los ligamentos laterales (a ambos lados de la rodilla) y los ligamentos cruzados (que se encuentran dentro de la articulación, formado una X).
Los primeros controlan el movimiento lateral de la rodilla, y la protegen contra movimientos inusuales.
Los segundos controlan el movimiento hacia adelante y hacia atrás.
En el caso del ligamento cruzado anterior, corre diagonalmente en medio de la articulación y su objetivo es evitar que la tibia se deslice por delante del fémur, dando a la rodilla estabilidad rotacional.
Según explica el Dr. Diego Giménez, jefe de Traumatología del Hospital Quirónsalud Murcia, el ligamento cruzado anterior puede romperse o rasgarse de varias formas, aunque la mayoría se producen durante la práctica deportiva debido a:
Cambios bruscos de dirección.
Detenciones repentinas.
Reducciones de la velocidad al correr.
Aterrizajes incorrectos tras un salto.
Colisiones o contacto directo.
El Dr. Giménez comenta que este tipo de lesiones son más habituales “durante la práctica de atletismo, donde se producen saltos, giros y cambios rápidos de dirección. El fútbol, el baloncesto, el rugby y el esquí son otros deportes con una alta tasa de esta lesión”.
Por otra parte, y contrariamente a la creencia popular, el ligamento cruzado anterior puede rasgarse sin contacto.
“En este caso, el ligamento, que está hecho de tejido fibroso denso, falla con un mecanismo de torsión. Cabe destacar que este tipo de lesión sin contacto ocurre más comúnmente en atletas femeninas”.
Respecto a los síntomas de las roturas y desgarros en el ligamento cruzado anterior, son perfectamente identificables.
“Es posible escuchar un ruido de ”estallido” y sentir que la rodilla se dobla. También es común el dolor con hinchazón, la pérdida del rango completo de movimiento en la rodilla, la sensibilidad a lo largo de la línea de la articulación o las molestias al caminar”.
El Dr. Diego Giménez también incide en la necesidad de tratar la lesión de inmediato, ya que, si se intenta volver a practicar deporte, “es probable que la rodilla esté inestable y se corre el riesgo de causar más daño al cartílago de amortiguación (menisco)”.
La mayoría de los desgarros del ligamento cruzado anterior no se pueden suturar.
La reparación quirúrgica pasa por reconstruir el ligamento o, mejor dicho, por sustituir el ligamento desgarrado por un injerto de tejido que actuará como un andamiaje para que crezca un nuevo ligamento.
“Los injertos se pueden obtener de varias fuentes. A menudo se toman del tendón rotuliano, que se extiende entre la rótula y la espinilla. Los tendones del tendón de la corva en la parte posterior del muslo son una fuente común de injertos. A veces, se utiliza un tendón del cuádriceps, que se extiende desde la rótula hasta el muslo. Finalmente, se puede optar por el injerto de un cadáver (aloinjerto)”, añade el Dr. Giménez de Quirónsalud Murcia.
Respecto a la cirugía, se realiza con un artroscopio, haciendo pequeñas incisiones.
Esta técnica es menos invasiva, e incluye menos dolor de la cirugía, menos tiempo en el hospital y tiempos de recuperación más rápidos.
“Con las técnicas de nuestro servicio de traumatología”, comenta el Dr. Diego Giménez, ”el paciente permanece ingresado en el hospital un máximo de 24 horas. Al alta se le indica que puede mover su rodilla en un rango entre la extensión completa y 90 grados de flexión. Podrá caminar con apoyo parcial de su pierna intervenida ayudándose de muletas durante 2-3 semanas. Necesitará curas de la herida hasta la retirada de puntos a la semana”.
La rehabilitación juega un papel vital para volver a sus actividades diarias tras una operación en el ligamento cruzado anterior.
Seguir un programa de fisioterapia es clave para recuperar la fuerza y el movimiento de la rodilla.
“La fisioterapia tras la operación se enfoca, inicialmente, a devolver el movimiento a la articulación y a los músculos circundantes. A esto le sigue un programa de fortalecimiento diseñado para proteger el nuevo ligamento, añadiendo tensión progresiva. La fase final está dirigida a un retorno funcional adaptado al deporte del atleta”.
La recuperación en el caso de los deportistas está condicionada por diferentes aspectos, entre ellos la propia evolución del paciente, pero también el miedo a una nueva lesión, el dolor y un posible déficit de fuerza.
“Normalmente, tardará de 4 a 6 meses en volver a los entrenamientos, y de 6 a 8 meses en volver a competir”.
Mantener los músculos que rodean la articulación fuertes y flexibles pueden ayudarnos a prevenir roturas o desgarros del ligamento cruzado anterior.
La prevención se centra en el control adecuado de los nervios y músculos de la rodilla, con ejercicios que ayuden a aumentar la potencia muscular y el equilibrio, y a mejorar la fuerza y la estabilidad del núcleo de la articulación.
Algunas pautas que pueden incorporarse a las rutinas deportivas son:
Realizar entrenamientos continuos.
Practicar técnicas adecuadas de aterrizaje después de los saltos.
Intentar agacharse y doblar las rodillas y las caderas para reducir el estrés en este ligamento al hacer giros bruscos.
Fortalecer los músculos isquiotibiales y cuádriceps para proteger la pierna contra lesiones en la rodilla.
En el Servicio de Traumatología del Hospital Quirónsalud Murcia usamos las técnicas más novedosas en el tratamiento quirúrgico de las lesiones del ligamento cruzado anterior. Pídenos información.
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