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crónica de una región misteriosa

Cómo combatir el aliacán, el mal de ojo más potente que existe

22/10/2023 - 

MURCIA. Hay una maldición con la que podemos remontarnos a época medieval en la Región de Murcia y que a día de hoy siguen documentándose con testimonios referidos a un 'mal de ojo' muy fuerte y de difícil sanación. He aquí algunos ejemplos.

Desde época medieval, en nuestra tierra 'aliacán' tenía otra acepción: personas que pasaban por unos periodos de "tristeza". Si eran niños y adolescente se les decía  que "estaban desganados" y que habían perdido sus energías de forma manifiesta, como "alicaídos"; también a los adolescentes se les llegaba a diagnosticar de "mal de amores".

Tras la guerra civil esta "enfermedad" era muy común en los niños y más común era que las madres los llevaran a las curanderas que decían que lo cortaban, como 'La tía Sota', 'La Poncilla' o 'La señora María'.

Un "método" muy usado procede de los siglos XV y XVI en la zona de Caravaca, en donde el rito para descubrir el mal de ojo era de la siguiente forma: "(…) tomó un candil y un tazón lleno de agua. Vertió aceite del candil sobre el dorso de la mano izquierda de Andrés y dejó que una gota se deslizara hasta el borde del dedo corazón mientras ella rezaba unas jaculatorias que nadie alcanzaba a oír. La gota de aceite cayó en el centro del tazón, pero al tocar el agua la gota se extendió rápidamente hacia los bordes del mismo. Repitió la operación dos veces más y en las dos veces ocurrió igual que en la primera (…) [la curandera] dijo: está pasaíco, está pasaíco del mal de ojo. Lo han ojeado entero. Se nota que lo han envidiado mucho".

Y es que al parecer el mal de ojo no es otra cosa que malos pensamientos, malas envidias o malos deseos de una persona a otra, en ocasiones de forma consciente pero en otras muchas de forma inconsciente. En este último caso y en algunas ocasiones cuando la persona sabe que lo transmite, intenta corta la transmisión mediante un pellizco o un empujón a la posible persona que lo fuera a recibir.

Natalia Grau nos trae una serie de testimonios en su artículo El aliacán: supersticiones, religión y medicina precientífica en la medicina populadentro del IV Congreso Nacional de Etnografía del Campo de Cartagena.  Según esta investigación los síntomas son muy parecidos a los que toda nuestra familia protagonista padecía: coloración amarilla en la piel, inapetencia, decaimiento, somnolencia.

Ejemplos tenemos algunos como es el de María Dolores Jiménez, quien decía que en su casa siempre había escuchado que con el mal de ojo "te ponías muy amarilla y muy enferma y triste". Por su parte, Antonio de La Azohía decía que "el aliacán era una enfermedad que te quitaban las ganas de comer, te quedabas desplomado, la cara un poco amarilla, y la flojedad en la persona".

Se decía que quienes podían quitar o cortar ese "mal de ojo" eran personas con Gracia, que habían nacido con este don y que lo tenían que desarrollar aprendiendo una oración el Jueves Santo o el Viernes Santo a las 10 de la mañana.

El Rito

Con pequeñas variaciones siempre encontramos denominadores comunes en los diferentes lugares en donde hemos podido documentarlo. Colocar trozos de tela de diferentes colores (amarillo, rojo, negro y blanco), siendo el que cae al fondo daba el tipo concreto de aliacán y tipos de aliacán (el amarillo era de hígado y el negro era el 'peor'). Una variante es poner el nombre de las personas en estos papeles o trapos.  

La propia María nos indica que cuando era niña veía a su tía que lo cortaba de esta manera: "Ponía un vaso con agua y tenía paños de lana rojo, amarillo, negro y blanco, se ponía a cortarlos de todos los colores. Sacaba tiricas chiquitinas como granicos de arroz que caían  en el agua y arreglao al color que cayera al fondo pertenecía la calidad del aliacán". Conforme caían la curandera rezaba una oración. 

En la tradición rural encontramos varios tipos de remedios además de éste, como puede ser "ver el agua corriendo", como nos indica Natalia Grau en el artículo antes mencionado con tres casos, dos de ellos en el Llano del Beal y otro en Santa Rosalía:

"Entonces los mandaban a curar a ver correr las aguas, además llevaban una gamuza amarilla, un eso de limpiar el polvo, lo llevaban en la mano".

"Mi hermana también tuvo aliacán, iba a la mina Blanca que pasaba una regaera y allí se pasaba un rato viendo pasar el agua y con esos se curaba, ella no tenía que saberlo".

"Lo único que se recomendaba antes a una persona que tuviera el aliacán o la tiricia pues es mandarlo donde estuviera viendo una corriente de agua y si no que fuera al mar, pasearse por la orilla del mar pero sobre todo que estuviera el viendo una cosa alegre".

Y en otros casos se decía que se podía "cortar el mal de ojo" orinando en un manrubio, como en las zonas rurales próximas a la rambla de El Cañar, en la Azohía.

* Santi García es responsable de 'Rutas Misteriosas' y autor del libro 'Murcia, Región Sobrenatural'

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