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EL RINCóN DEL PACIENTE / OPINIÓN

Colon irritable

11/02/2021 - 

MURCIA. La condición que hoy nos ocupa supone en muchas personas un gran trastorno en su vida social y laboral. Supone un 10% de consultas en atención primaria y un 25% de enfermos derivados al especialista en Digestivo.

El colon irritable. Para empezar, mal llamado así porque puede verse afectado cualquier parte del intestino y su nombre adecuado es Síndrome del Intestino Irritable (SII).

Se trata de un conjunto de síntomas, sin datos objetivables de enfermedad, como dolor abdominal, hinchazón y alteraciones del ritmo intestinal: diarrea y estreñimiento, uno alternando con otro.

"Suele afectar a la mujer más que al hombre y la edad de aparición más frecuente es desde adolescencia hasta 20-25 años"

El SII requiere gran pericia del médico y una amplia capacidad de diagnóstico diferencial, pues antes de diagnosticar a una persona de SII hay que descartar primero patologías con sintomatología parecida pero algunas mucho más graves (cáncer de colon, celiaquía, colitis ulcerosa, Crohn...).

Durante años, siglos, estos enfermos han sido considerados psiquiátricos, histéricos (conversivos)... Hoy se sabe que es un trastorno funcional: hay una hipersensibilidad visceral, bien consecuencia de fenómenos locales, bien por mal procesamiento por parte de nuestro cerebro de la información que recibe procedente del tracto digestivo; de forma que se traduce en dolor abdominal, distensión, disconfort, hinchazón, estreñimiento o diarrea.

Y además, existe un subtrato orgánico aunque inespecífico y difícil de evidenciar. Se ha demostrado en estos pacientes uno o más de los siguientes fenómenos: microinflamación de áreas del intestino, cierta alteración inmunológica local, presencia de mediadores inflamatorios (Citocinas), alteraciones del neurotransmisor serotonina, sutil disfunción en permeabilidad intestinal, alteración de flora sin gran repercusión sistémica, malabsorción de algunos hidratos de carbono, hipersensibilidad no celiaca al gluten incluso la presencia de divertículos en personas de edad avanzada. Muchísimas personas tienen estos hallazgos y no tienen absolutamente ningún trastorno.

Además, existe agregación familiar. Existe un componente genético heredable.

Suele afectar a la mujer más que al hombre (2:1) y la edad de aparición más frecuente es desde adolescencia hasta 20-25 años, existiendo un segundo pico menos importante en torno a los 40 años.

Cuadro clínico

Cuadro clínico: ya descrito. Dolor abdominal, hinchazón, disconfort, estreñimiento, diarrea....

El dolor es tipo retortijón y se alivia con la defecación y expulsión de gases. No despierta por la noche. Se localiza más frecuentemente en hemiabdomen inferior aunque puede ser difuso. Es frecuente la urgencia defecatoria.

Las diarreas alternan heces, blandas, semisólidas, acuosas... Con frecuencia al despertarse y después de cada comida.

El estreñimiento viene como grandes esfuerzos defecatorios, heces duras, varios días 'sin hacer' y sensación de evacuación incompleta. Lo más frecuente es alternar periodos de diarrea con estreñimiento. El moco en heces es muy frecuente.

Existen manifestaciones gastrointestinales como cansancio, embotamiento mental, ansiedad, depresión...

El SII se suele asociar a otros trastornos con manifestaciones dolorosas como fibromialgia, síndrome fatiga crónica, dolor pélvico crónico, trastornos de la articulación de la mandíbula...

Diagnóstico

Diagnóstico: interrogar al paciente minuciosamente. Preguntar por antecedentes familiares de celiaquía, cáncer de colon, colitis ulcerosa o Crohn. Examen físico completo buscando lesiones cutáneas, artritis, bocio, 'ganglios'... Tacto rectal y exploración abdominal. Más que diagnosticar el SII, se trata de descartar otras enfermedades con sintomatología parecida. Debemos realizar analítica con pruebas de función tiroidea, perfil hepático, marcadores de inflamación, hierro, calcio, fólico, niveles Vit D.

Debemos realizar test de intolerancia a fructosa y lactosa y determinar anticuerpos de la celiaquía.

Estudio de heces (cultivo y/o determinación de parásitos).

Finalmente, colonoscopia y toma de biopsias. Es criterio diagnóstico fundamental llevar al menos seis meses de evolución de enfermedad.

Todas las pruebas son negativas en el SII. Es pues, un diagnóstico de exclusión.

Enfermedades a descartar y signos de alarma que nos indican, no estamos ante un SII:

Inicio síntomas más allá de 50 años.

Síntomas nocturnos. Síntomas progresivos. Anemia. Fiebre. Anorexia. Pérdida de peso. Sangre en heces.

"Hay que explicar que es una condición que les va a acompañar la mayor parte de su vida o toda su vida"

Antes de diagnosticar un SII debemos estar seguros de que no estamos ante una diarrea infecciosa, colitis ulcerosa, Crohn, cáncer de colon, celiaquía, diarrea postantibiótica, hipertiroidismo, sobrecrecimiento bacteriano intestinal, insuficiencia pancreática, intolerancia fructosa o lactosa...

Tratamiento

Lo más importante en los pacientes con SII es tranquilizar y concienciar. Hay que explicar que es una condición que les va a acompañar la mayor parte de su vida o toda su vida. Que no hay tratamiento definitivo, pero que "no es un mal de morir" ni mucho menos. Y que deben aprender a vivir con esta condición, aprendiendo a controlar los síntomas de modo que hay personas que tienen mínimos o ningún síntoma durante largos periodos de tiempo. Y ese es el objetivo.

El 50% de pacientes mejora con una dieta sin gluten. Esto no es porque sea celíaco. Simplemente subyace en la mitad de casos una hipersensibilidad. Así que hay que disminuir cebada, centeno, avena o trigo. Pan, pasta, galletas, verduras deshidratadas o carnes precocinadas... El gluten no es esencial para nada. Se puede vivir perfectamente sin gluten.

Disminuir ingesta de FODMAP: carbohidratos de cadena corta y alcoholes relacionados. Lactosa, fructosa, galactomananos, edulcorantes como sorbitol, manitol, xilitol, maltitol, lactitol... ya que produce hinchazón, flatulencia y diarrea.

Dieta: reducir legumbres, cebolla, apio, zanahoria, pasas, plátanos, albaricoques, coles de Bruselas (hinchazón, dolor, flatulencia...). ¡Ojo! Estos alimentos tienen muchísimas propiedades: oligoelementos, vitaminas... Cada uno reducirá el que tolere mal y siempre sustituyendo por otro equivalente.

Fármacos: bajo estricta prescripción facultativa. Para la diarrea: colestiramina, loperamida ( opiáceo débil que disminuye motilidad intestinal), difenoxilato, alosetrón ( interactúa con la serotonina).

Probióticos: organismos vivos (bacterias productoras de ácido láctico y levaduras no patógenas). Disminuyen producción de gas, alivian hinchazón y molestias abdominales, tienen propiedades antiinflamatorias, ayudan a formar sales biliares y por tanto la digestión de las grasas. Regulan motilidad intestinal.

Prebióticos: alimento que no se digiere pero estimula bacterias beneficiosas como lactobacilus y bífidobacterias. Son la inulina, los fructanos... presentes en cebolla, ajos, puerros, alcachofas...

Antibióticos locales: Rifaximina, basado en cierto 'sobrecrecimiento' bacteriano. Mejoran hinchazón y diarrea.

Antiinflamatorios: como la mesalazina en casos muy sintomáticos. El ketotifeno disminuye la hipersensibilidad visceral.

Linaclotida: producido por una bacteria Escherichia Coli. Hidrata las heces y las hace más blandas. Útil en estreñimiento.

Lubiprostona: también para estreñimiento. Disminuye hinchazón abdominal.

Los espasmolíticos: mebevirina u octilonio bromuro; disminuyen el dolor pero pueden tener como efectos secundarios vision borrosa, retención urinaria, confusión...

Antidepresivos triciclicos o antidepresivos que aumentan serotonina: basado en la alteración, en el mal procesamiento por parte de nuestro cerebro de las señales que le llegan de las vísceras. 

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