MURCIA. Esa es la cuestión. No sé por qué Hamlet pensaba que el dilema era ser o no ser, cuando la verdadera disyuntiva es cara o culo. Esto sí que es una lucha entre la voluntad y la realidad. Entre el bótox y el hilaurónico. Entre jamona o mojama.
Pasear por la ciudad es un deleite para una Hannibal Lecter como yo: siempre estoy imaginando la vida de los desconocidos…, mucho más divertido que hacer scroll en el Facebook de los conocidos. Así fue cuando me crucé con una joven pizpireta con piernas pata de elefante, ya saben, esas que son igual al principio que al final, como dos columnas dóricas. Me compadecí de la chica, porque por mucho que dos tetas tiren más que dos carretas, acostarte con la antigua Grecia tampoco es lo más excitante del mundo. Bueno, cada uno tiene sus fetichismos; no seré yo quien le diga que se ponga exquisito ahora que nos han abierto la puerta de toriles.
El caso es que mientras eres joven todo va bien: da igual las bolsas de Boca Bits, los donuts o los bocadillos de Nocilla que comas. Tu cuerpo lo reabsorbe como por arte de magia. Pero llega ese día en el que sigues comiendo lo mismo pensando que a ti nunca te cambiará el metabolismo (sí, como le pasó a tu madre) y de repente ¡zas!, sin avisar la autofagia deja de funcionar y esa tenia que tenías ya no es capaz de engullir tanto carbohidrato. Se ha puesto gorda y celulítica como tú.
"Te enfrentaS a una decisión que marcará tu vida: en los cuarenta, adelgazaR te puede DEJAR un culito muy pintón, pero con la cara del perro de Rastreator"
Ha llegado el principio del fin. Te vas a enfrentar a una decisión que marcará tu vida, porque saltando los cuarenta cuando adelgazas te puedes quedar con un culito muy pintón, pero con la cara del perro de Rastreator. Por el contrario, si decides lucir un rostro fresco y lozano terminarás con un pandero donde pueden aterrizar aviones. Lo que en nuestra región viene siendo un "hija, estás hecha una mierda" o "te veo más recuperada". La segunda gana por goleada: por temida y demoledora.
No sé usted, pero sin duda yo prefiero cara. ¡No vamos a comparar!, la gimnasia facial es menos sacrificada y dolorosa que las sentadillas. Sólo pensar en ellas ya me canso ¡menudo suplicio! Sin embargo, una cara turgente se puede conseguir sin una gota de sudor en una sola sesión y sin más dolor que el del bolsillo.
Por otra parte, siempre he pensado que el pompis es como los masters: a partir de los cincuenta ¿de qué te sirve hacer un máster? Puedes tener un trasero divino, pero si luego te giras y de repente ven la cara de una vieja pelleja, la has jodido. Como en el currículum.
Encontrar el punto de equilibrio es un tema más complicado de lo que parece: decidir entre que la naturaleza siga su curso o ponerte en manos del maestro del museo de cera… Nunca sabrás cuál es la opción correcta. Todas empiezan con unos retoques "muy sutiles" y terminan como Monchito, con los mofletes como globos y pudiendo mover sólo la boca.
Ahora, entre jamona y mojama lo tengo claro. Tomes la decisión que tomes aciertas. No hay nada que no solucione un buen plato de jamón o de mojama, te devuelven la alegría de vivir en cualquier momento del día. Así pues, jamonas o mojamas todas estamos para chuparse los dedos.
Gracias por su lectura.