MURCIA. En el mundo de la empresa el proceso conocido como Benchmarking, que podríamos expresar en español como Análisis comparativo, evaluación comparativa o aprendizaje comparativo, es un proceso continuo por el cual se toma como referencia los productos, servicios o procesos de trabajo de las empresas líderes, para compararlos con los de tu propia empresa, evaluarlos, adaptarlos y posteriormente implantar aquellas mejoras que sean posibles. En definitiva, compararte con los mejores, ver en qué se puede mejorar y tratar de hacerlo.
El benchmarking puede ser total o limitado a determinadas áreas de la empresa y, lógicamente, su puesta en marcha requiere de una determinada metodología que va desde la recopilación de datos hasta los distintos métodos de adaptación y de implantación de aquellas prácticas que sean susceptibles de ello.
"las reducciones o incentivos fiscales son denominador común en todos los países"
No sé si en algún momento de la historia hubo gobiernos que hayan llevado a cabo este proceso de benchmarking analizando lo que hacen otros gobiernos a la hora de acometer distintas políticas económicas. Lo que sí puedo asegurar es que el Gobierno de España no lo ha hecho. He querido hacer un somero análisis comparativo con aquellos países de nuestro entorno en cuanto a las medidas que están tratando de poner en marcha para tratar de paliar y superar esta crisis que nos asola.
Aunque el cuadro macroeconómico de partida para cada economía europea no es exactamente el mismo, la UE sí ha dado una moratoria presupuestaria hasta 2002 como consecuencia de la crisis con lo que hay más margen de maniobra para todos. En cualquier caso, las consecuencias de la situación son similares para todos los países: tremenda caída del PIB, descenso del consumo, destrucción de tejido empresarial, fundamentalmente de pymes y autónomos y pérdida de empleos.
Los efectos son comunes y, por tanto, la filosofía que ha de inspirar las medidas a adoptar debiera ser similar independientemente de que luego se plasmen en una u otra medida concreta. Para mí, esa filosofía no es otra que salvar a la mayor parte del tejido empresarial como verdadero generador de empleo y facilitar la continuidad y creación de nuevas actividades empresariales. Todo ello unido a una serie de políticas sociales que palíen la pérdida de empleos e ingresos de una parte de la población. Lógicamente, cuanto mayor número de empresas se consigan salvar y mayor número de nuevas empresas se creen, mayor número de empleos se mantendrán y generarán.
Y si hacemos ese hipotético ejercicio de benchmarking, ¿qué nos encontramos?
Primero nos encontramos con que los principales países de nuestro entorno crearon una serie de grupo de expertos independientes que han ido proponiendo y marcando el camino de las políticas que se debían ir adoptando Normalmente estos grupos han sido formados por personalidades independientes del mundo empresarial y académico de reconocido prestigio. Así ha sido en Francia, Italia, Grecia… En Alemania no ha hecho falta, porque desde los años 60 cuentan con el grupo de lo se conoce como 'los cinco sabios' que van permanentemente analizando y opinando acerca de la política económica de sus país. En España, se dijo que se crearía un grupo, pero hasta donde yo sé nunca se ha reunido.
En lo que a filosofía general se refiere, creo que todos los países de nuestro entorno han asumido plenamente que la salida a la crisis pasa por, al menos, mantener el tejido productivo y fomentar el consumo interno, entre otras actuaciones
Para ello, todo nuestro entorno ha decidido apoyarse en parte en las políticas fiscales, además de medidas concretas puntuales para paliar situaciones de sectores concretos.
Así, todos han recurrido a la reducción de determinados impuestos para mantener el tejido empresarial y paliar la situación de los colectivos más castigados por la crisis. Todo ello también es posible por la moratoria presupuestaria de la UE.
Así, en Alemania (un Gobierno de gran coalición Demócrata Cristianos- Socialdemócratas) se ha reducido el IVA del 19 al 16% y del 7 al 5% hasta el 1 de enero de 2021 con un impacto de 20.000 millones de euros. Asimismo, se pactó limitar las cotizaciones sociales para que no superen el 40% del coste laboral. Además, para los Presupuestos de 2021 renuncia a lo que ha sido su tradicional política de déficit 0. Su ministro de Economía ha declarado que Alemania no debería incrementar sus impuestos mientras duren los efectos de la pandemia. Recientemente ha aprobado pagar vía directa durante todo el mes de noviembre a los comercios y hostelería obligados a cerrar por las restricciones, el 75% de los ingresos que tuvieron en noviembre de 2019.
Francia (Gobierno Liberal) ha optado a una reducción de los impuestos sobre la producción por valor de 20.000 millones de euros durante 2020 y 2021, con el objetivo de impulsar la actividad industrial. Su ministro de Economía declaró: "Si quiere que las empresas industriales se instalen en nuestros territorios no deberían pagar cinco veces más de impuestos de producción que en Alemania.
Portugal (Gobierno Socialista) ha eliminado los pagos a cuenta del Impuesto de Sociedades a la hostelería y la restauración, ha eximido el pago de dicho tributo las empresas de cualquier ramo que hayan sufrido un descenso de sus ventas del 40% o superior y ha reducido un 50% los pagos a cuenta del Impuesto de Sociedades exigidos a aquellas.
He querido poner entre paréntesis la tendencia de cada Gobierno para poner de manifiesto que esta filosofía no es una cuestión de ideología. Es cuestión de eficacia. En tiempos de crisis, eficacia y pragmatismo. Así podríamos seguir, y créanme, que en el caso de Italia, Grecia, Países Bajos y demás países van todos por el mismo camino. Da igual la ideología.
Es decir, las reducciones o incentivos fiscales han sido y son denominador común en todos los países. En España no ha sido así, ni va a serlo según los Presupuestos Generales en tramitación parlamentaria. ¿Puede ser que todos los demás están equivocados y el Gobierno español no? Pues a tenor de lo que opinan los agentes y organismos internes y externos (UE, Banco de España, AIReF y FMI; todos ellos muy críticos con los presupuestos por una u otra razón) parece que vamos en la dirección equivocada. Definitivamente, el Gobierno no ha hecho un proceso de benchmarking y, sobre todo, no ha tenido en cuenta las palabras del profesor de Harvard, Niall Ferguson, que ya empleé en otro artículo: "No creo que haya un modo progresista y otro conservador de hacer frente a esta crisis. Más bien lo que hay son Gobiernos competentes e incompetentes".