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vals para hormigas  / OPINIÓN

Agua, Magic Johnson y Houdemont

30/08/2024 - 

Los juegos olímpicos ya se han evaporado en un globo Montgolfier. Como el corazón de la canícula, si hacemos caso –siempre les hago caso- de las previsiones de la Aemet, que dicen que el aire de la Comunidad Valenciana huele a agua, pero no a mar. Ojalá llueva Y como Puigdemont, que hace ya dos semanas desapareció por una de las entradas secretas que utilizaba el Superagente 86 y los analistas, en este caso, me incluyo, todavía andamos buscando qué es lo que buscaba con su performance. No ha conseguido nada para su causa, más allá de demostrar que es capaz de plantarse en una plaza, convocar a unos miles de seguidores y lanzar un discurso que era clavado a las asistencias de Magic Johnson: sus palabras miraban hacia un lado, pero el balón fue para otro. El independentismo catalán tendrá que esperar a que el procés cobre nuevo aliento, porque su mayoría en el Parlament, que no acabó de tener reflejo en la sociedad al completo, se ha desvanecido en medio de una niebla de mago de principios del siglo XX. Igual que Houdemont. Tachán.

Ahora es cuando un buen analista, en este caso no me incluyo, debería continuar indagando en el recorrido que nos llevó desde el 1-O de 2017 hasta el pasado jueves, con la investidura de Salvador Illa y la prestidigitación del líder de Junts, con mucho más humo que sustancia. Pero no. Tentado estoy de aullar a la Luna recordando el baloncesto que se jugaba cuando yo era joven y solo quería emular a Magic Johnson. Sobre todo, después de ver el papel que ha interpretado la selección masculina de EEUU en París. Nada que ver con el Dream Team, por supuesto. Pero me dejé la nostalgia por algún lado, seguramente el día en que crecí y dejé el sueño imposible de Magic para acariciar otro igual de inalcanzable, pero más humano, el de jugar como Manu Ginobili. Así que me aferraré a la última referencia que queda del primer párrafo para hilar el discurso. Agua. Que puede sonar a repertorio de mago de provincias, pero déjenme ver si hay algún conejo en la chistera. Alehop.

Foto: Lorena Sopêna (EP)

Llevo más de un cuarto de siglo en la profesión y el debate del agua nunca se ha movido de su rincón político en nuestro ámbito más cercano. La derecha pide trasvases, la izquierda desaladoras. Como los duelistas de Joseph Conrad, desconocemos cómo empezó su litigio, pero sabemos que nunca acabará. Quizá con los pantanos de la cuenca del Segura a un 19% de su capacidad, según ha alertado la Confederación Hidrográfica (CHS), convendría que alguien tomara cartas en el asunto. Piensen que un incendio de una semana dejó incomunicados a varios pueblos del norte de Alicante porque la línea de fibra y móvil quedó calcinada. Diez días tardó Movistar en repararla. Imagínense sin teléfono, sin cajero automático, sin ordenador, sin recetas en la farmacia, sin plataformas audiovisuales. Ahora, magnifíquenlo. Piensen en la caída de Microsoft, que hace unas semanas hizo temblar a medio mundo con una avería que apenas duró horas. Súmenle ese pedacito de caos que se genera al pensar que hasta las neveras, los coches y los marcapasos dependen del internet de las cosas. Y ahora, extremen el apocalipsis. Supongan que, en todo el planeta, funcionan la electricidad y las telecomunicaciones, que hemos acabado con las injusticias, que hemos eliminado las fronteras, que el ser humano, al fin, vive en paz y armonía con un turismo bien regulado. Pero nos quedamos sin agua. Así, de golpe. No duramos ni diez días. Nada por aquí, nada por allá.

@Faroimpostor

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