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como ayer / OPINIÓN

Abandonos y abandonados

9/06/2022 - 

MURCIA. No creo que a ningún mediano observador se le oculte que el número de mendigos de diversa condición y de personas durmiendo en las calles del centro de Murcia va creciendo en los últimos tiempos, lo cual causa trastornos en los vecinos y comerciantes del entorno y ha llevado a algunos habitantes de la zona a instalar en sus balcones pancartas que, de forma sutil denuncian la situación, con lemas como "SOS casco histórico" y similares.

No seré yo quien entre a considerar las causas de esta situación y la forma más adecuada de enmendarla o, al menos, acotarla o encauzarla, pero de su constatación, y de la conmemoración de los 30 años del regreso de los hermanos de San Juan de Dios a Murcia, para vincularse desde entonces a Jesús Abandonado, se deriva esta rememoración de la trayectoria de esta obra benéfica, que funciona en la ciudad desde 1978 y que se ha ganado, con el mejor de los argumentos, que es predicar con hechos, el respeto y el aprecio de la ciudadanía.

El movimiento Jesús Abandonado procede de Andalucía, donde fue creado por el entonces sacerdote Isidoro Carrasco en las navidades del año 1972, como respuesta ante la aparición de personas necesitadas en la calle.

Y fue también en fechas tan señaladas como las navideñas, pero seis años después, cuando llegó la institución a Murcia, instalándose en los locales de la calle Eulogio Soriano esquina a San Juan de Dios, donde radicó la denominada Tienda-Asilo. Allí, donde sigue estando el comedor social en nuestros días, sobre un espacio de unos 150 metros cuadrados, que permitía instalar 30 camas, comenzó la andadura de Jesús Abandonado.

Un edificio, por cierto, destinado desde siempre a la beneficencia, erigido a primeros del siglo pasado por iniciativa del alcalde Lorenzo Pausa. La Tienda-Asilo se había constituido formalmente el 12 de noviembre de 1890, a instancias del Ayuntamiento de Murcia con el fin de atender a los menesterosos partiendo "de los donativos de la caridad" y de la cesión por el municipio del "producto de la suscripción municipal iniciada con motivo de las anormales circunstancias sanitarias" (la epidemia de cólera), unos 14.909 reales.

Justo un año después de los inicios de la Asociación de Fieles Jesús Abandonado, que era entonces su nombre, en Murcia, la prensa nos contaba la situación que se acababa de dar en vísperas de las Nochebuena de 1979: "Anoche recibimos la comunicación de que varias personas, once o doce, tuvieron que dormir en la calle al no poder tener cabida en el Hogar de Jesús Abandonado, sito en la calle San Juan de Dios, que tan gran labor viene llevando a cabo en Murcia en favor de los necesitados".

Y se especificaba que "el responsable del hogar está realizando una intensa campaña a través de los diversos medios informativos, sin que hasta ahora sus propósitos se hayan visto atendidos con la entrega de las ayudas necesarias para que sea posible ampliar sus atenciones a mayor número de personas".

Fue a raíz de estas noticias, y de la evidente insuficiencia de las instalaciones de la Tienda-Asilo, cuando surgió la posibilidad de emplazar el Hogar en un espacio suficientemente amplio y tan céntrico como el anterior. El convento de las Reparadoras, que en su día regentaron la iglesia de Santa Catalina, se encontraba a espaldas de El Corte Inglés, junto a la Iglesia de los Pasos de Santiago, y fue cedido como nuevo emplazamiento de Jesús Abandonado.

A la vuelta del verano de 1980 se produjo el traslado, manteniendo el servicio de comedor junto a San Juan de Dios y también de pernocta de transeúntes, mientras que los usuarios permanentes se establecían en la calle del Condestable. Pedro Luis Hernández y María Auxiliadora Mangas, los primeros dirigentes de institución, llegados desde Sevilla para su creación, explicaban por entonces que los antiguos locales carecían por completo de condiciones sanitarias y tenían que utilizar literas de hasta cuatro pisos, "y en ocasiones algunas personas se veían obligadas a dormir en el suelo, sobre colchonetas".

En el de las Reparadoras, disponían de habitaciones individuales y dobles y capacidad para más de cien personas, aunque en el arranque sólo había 25. "La mayoría de los residentes son personas de avanzada edad, que están de paso, pero realmente no van a ningún sitio, y a veces se quedan temporadas enteras en Murcia. De pronto, un día desaparecen, a veces sin despedirse siquiera, y luego vuelven al cabo de un tiempo. Muchos tienen familia, pero desde hace años no saben nada de ella”.

"Como la residencia no dispone del personal necesario ni de condiciones adecuadas para el tratamiento de enfermos, únicamente puede atenderse a personas que no necesitan de cuidados especiales. Cuando se presenta algún problema de tipo sanitario, son el Hospital Provincial o la Cruz Roja los organismos que se encargan de la asistencia". La institución no tenía más fuente de ingresos que los donativos y alguna subvención. Por eso, echó mano de campañas como la propiciada por la desaparecida emisora Radio Juventud en la primavera de 1981, que se tradujo en una recaudación de 80.000 pesetas en metálico, amén de una estimable cantidad de ropa y comida. Ese verano, el Ayuntamiento de Murcia concedió una ayuda de 500.000 pesetas.

En 1987, la Asociación de la Prensa concedió uno de sus laureles anuales a Jesús Abandonado. Para entonces, Salvador Gallego y su esposa, Adelaida Rodríguez, habían tomado el relevo a los fundadores, que declaraban, con ocasión del galardón, que el 75 por ciento del dinero que administraban procedía de donaciones. En ese ejercicio, habían recibido un millón de pesetas de la Comunidad Autónoma y “ni un duro del Ayuntamiento”. 

En 1992, hace 30 años, Jesús Abandonado obtuvo la condición de Fundación, estrenó los locales de la carretera de Santa Catalina y recibió a los Hermanos de San Juan de Dios, en su regreso a Murcia desde la lejana Desamortización de 1835.

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