MURCIA. Para cuando los seguidores de estos ‘ayeres’ se echen a la cara la columna de esta semana, ya se habrá dado cumplimiento sobre las tablas del Teatro de Romea a la vieja tradición que reclama la vuelta del Tenorio a la escena en torno al día de Todos los Santos. Una bonita costumbre que la compañía que encabeza en nuestros días Julio Navarro, como lo hizo antes su padre, pone en cartel desde el año 1979, reemprendiendo el camino iniciado en 1907 por Cecilio Pineda.
Pero hay que remontarse a 1851, nada menos, siete años después del estreno en el Teatro de Santa Cruz de Madrid de la obra de José Zorrilla, para encontrar la primera noticia de la representación en Murcia de este clásico, a cargo de la compañía que dirigía el también actor Pedro Delgado.
"El primer Tenorio que he localizado en Murcia en la fecha característica del 2 de noviembre tuvo lugar en 1866"
Por aquellos días de febrero, el elenco comandado por el jienense recaló en nuestra ciudad para llevar al escenario varias obras de Zorrilla, y entre ellas no faltó la que nos ocupa, rescatada por Delgado tras su estreno madrileño para pasearla por España y poner de moda la coincidencia entre su representación y el 2 de noviembre, conmemoración de los fieles difuntos y, en consecuencia, adecuada a la parte final de la obra, en la que hay apariciones, cantos funerales y escenas de cementerio.
En realidad, parece que ya era desde bastante antes el entorno del 1 de noviembre el tiempo propicio para que los teatros acogieran El burlador de Sevilla y convidado de piedra, la obra de Tirso de Molina en la que se inspiró Zorrilla para su Don Juan, y lo que hizo Delgado fue actualizar esa costumbre con una pieza más acorde con la época romántica, en la que, a diferencia de la de Tirso, el amor triunfaba sobre la muerte y el protagonista no era condenado al infierno, sino que se salvaba por el amor de doña Inés.
El recinto donde actuó la denominada “compañía de verso de Pedro Delgado” no fue el Romea, que no sería inaugurado por la reina Isabel II hasta 1862, con el nombre de Teatro de los Infantes, sino el del Toro, que estuvo en lugar próximo al viejo edificio de Correos.
El primer Tenorio que he localizado en Murcia en la fecha característica del 2 de noviembre tuvo lugar en 1866, ya en el Teatro de los Infantes. Era la función 15ª del abono de esa temporada, y el espectáculo se inició a las siete y media de la noche con una "brillante sinfonía", tras la cual se puso en escena la obra teatral, concluyendo con una “danza valenciana”. El precio de la entrada general, tres reales; dos en paraíso. Aquel don Juan fue protagonizado por Rafael Calvo, uno de los grandes de la escena española del siglo XIX, que dio sus primeros pasos sobre las tablas de la mano del citado Pedro Delgado.
"Los precios fueron de una peseta la butaca y 82 céntimos la general"
La popular creación de Zorrilla siguió frecuentando las tablas murcianas a lo largo de los años, sobre todo cuando llegaban los primeros días del mes de noviembre, y las compañías que abordaron el texto fueron tanto estables como ocasionales, profesionales o de aficionados. Éste fue el caso de la que llevó al Romea el Tenorio en la festividad de Todos los Santos de 1907, que estaba dirigida por Jesús Medina y cuyos papeles principales estaban asignados a “las señoritas Medina, Ortiz y Munuera y señores Medina, García Gil, Quirós y Herráiz”.
Los precios fueron de una peseta la butaca y 82 céntimos la general, y cuentan los estudiosos que entre los componentes del elenco se hallaba un joven de 24 años llamado Cecilio Pineda. La escueta crónica reseñó que "la ejecución fue bastante esmerada, por lo que el público salió satisfecho del espectáculo".
Dos años después, en 1909, interpretó el papel protagonista de la obra de José Zorrilla, en el Teatro Principal de Cartagena, un joven artista local que, por su buen hacer en escena, acababa de ser contratado por la empresa del Romea murciano para la temporada invernal integrado en la compañía de Velasco. Se llamaba Narciso Ibáñez Cotanda, era natural de Pozo Estrecho, y con los años se convirtió en padre del también actor Narciso Ibáñez Menta y en abuelo del célebre director cinematográfico Chicho Ibáñez Serrador, el creador del Un, dos tres, responda otra vez o de Historias para no dormir.
Pero volviendo a Pineda, sus vínculos teatrales se ponen de manifiesto a lo largo de los años siguientes, y en septiembre de 1912 aparece relacionado entre quienes a las órdenes del catalán Antonio Martínez Benito llevaron a las tablas de la Sociedad Artística la obra de Santiago Rusiñol El Místico. Pero no es hasta 1928 cuando se le cita como director de una compañía en la que también ejercía de intérprete, llevando el Tenorio al Teatro de Molina.
Sólo cuatro días antes de su fallecimiento, que tuvo lugar el 8 de noviembre de 1942, se leía en el diario Línea: "Pineda y Valverde mantuvieron aquí el fuego sagrado del Tenorio y a su entusiasmo se debe que la tradición no se extinguiera". "Cecilio Pineda, durante más de treinta años, interpretó con éxito en los coliseos murcianos el papel de don Juan, y se dio el placer de crear toda una familia de actores, cultivando no sólo el Tenorio, sino también otras obras del repertorio español, graciosas o dramáticas, pero siempre repletas de sabor popular".
“Este año, Cecilio Pineda sufrió la amargura de interrumpir sus actuaciones, y dejó por vez primera de interpretar a don Juan con aquella prestancia, entusiasmo y voluntad que siempre depositara en este trabajo. Cruel enfermedad lo tiene postrado en cama desde hace unos meses y es muy probable que no vuelva a la escena, a la que dio sus ilusiones mejores. Fue su hijo Juan Pedro quien heredó su puesto y en primero de noviembre último nos ofreció el Tenorio en Romea, con un cuadro de artistas de la tierra, varios de ellos de la familia del actor enfermo. Para Cecilio, más que su dolencia, habrá pesado en este día de Difuntos su alejamiento de la escena”.
En cierto modo, fue una necrológica anticipada.