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HECHO A MANO / OPINIÓN

¿A setas o a Rolex?

2/10/2022 - 

MURCIA. Es tiempo de setas, ese hongo campaniforme que al parecer desempeña un papel fundamental dentro del bosque lejos de lo insulso que pueda parecer. De ahí que ellos solitos constituyan un reino entre los cinco de la naturaleza. Pero también es tiempo de Rolex y no es un juego de palabras.

El caso es que no entendía muy bien la relación que había entre ambos más allá de la moraleja del chiste. ¿Cómo? ¿No lo conoce? ¡Sí, hombre!, pues yo se lo cuento:

Dice que van dos vascos bien temprano a recoger setas en el bosque y uno le dice al otro:

—¡Anda la hostia, Patxi, un Rolex!

A lo que el amigo le contesta:

—Pero, Iñaki ¿a qué estamos: a setas o a Rolex?

Y es que por muy deslumbrante que sea lo que te encuentres en el camino no debes dejarte encandilar y mantener el foco en lo que estés haciendo. Básicamente un principio de productividad. Pero mejor no continuar por ahí no vaya a ser que me cambien a la sección de autoayuda, como hacen con los libros de liderazgo en Casa del Libro.

Señoras y señores, si se encuentran un Rolex está claro: ¡Cójanlo y a tomar viento las setas! ¡Les acaba de tocar la lotería! No sólo por la belleza de este contador de tiempo, minuciosidad en su elaboración, exclusividad y valor ¡no! Sino porque acaba de caer en sus manos la gallina de los huevos de oro.

No me extraña que Federer se retire, si sólo con la de Rolex que tiene en su colección le da para vivir toda la vida. Igual no me estoy explicando y es que para los míseros mortales como yo, un Rolex es esa pieza de relojería-joyería que sólo está al alcance de unos pocos, desde luego no del mío (todavía). Pues no, un Rolex, así como otras marcas de lujo de relojería, se ha convertido en una inversión que con no mucha dilación puede llegar a ofrecerle un treinta por ciento de rendimiento si decide venderlo de segunda mano. ¡Ríanse ustedes del precio de la trufa!

Cuando fui conocedora de esto pensé que estoy a por uvas, ni setas ni Rolex; vamos, en la más absoluta inopia. Posiblemente hoy le esté abriendo a usted una oportunidad de negocio inexplorada. De hecho, uno de mis más selectos y acaudalados lectores con el que quise documentarme sobre el tema me confesó que era un total desconocedor de la existencia de este mercado. Bueno, tampoco se entera mucho de los bitcoins, que es mucho más sencillo que lo de los relojes ¿no les parece?

¡Una pena!, otra cosa más malvada por la avaricia. Se acabó el romanticismo del coleccionista, ese ser apasionado con un punto de obsesión por su colección que tiene un orgasmo con el mero hecho de observar sus piezas. Ahora sus adquisidores son trileros de gomina y su clímax, el lucro de la venta.

Yo, que me conformo con poco, sólo aspiro a comerme un exquisito risotto de boletus y parmesano que con un buen vino también me pone el cuerpo golfo.

Gracias por su lectura.

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