MURCIA. En tiempos de incertidumbre, o bien cuando se está perdiendo la guerra, hasta las ratas más, en principio, íntegras abandonan el barco. Imaginen la situación cuando se está en la piel de un espía en la Checoslovaquia prosoviética justo en la etapa previa a la ‘Revolución de terciopelo’ (la que llevó a la renuncia del poder del Partido Comunista de Checoslovaquia), momento en el que se estaba ya mascando la caída del telón de acero y la desintegración de la Unión Soviética. En 1989, Praga era el escondite idóneo para los servicios secretos de Oriente y Occidente, que competían entre sí por tratar de crear una nueva forma de gobierno que pudieran controlar.
Sálvese quien pueda. Si eres espía tendrás que mentir a raudales para sobrevivir. El contraespionaje, argumento que emerge a medida que avanza la miniserie con más intensidad, no es más que la demostración de la paranoia que padecían estos agentes secretos durante la caída del poder comunista soviético. Con esa sensación de desasosiego constante, la de no saber por qué lado te pueden venir las balas, se visionan los seis episodios de este magnífico thriller de espionaje, producido por HBO Europa, y traducido en España como The Sleepers (en versión original Bez Vêdomí). Como en el inolvidable film La vida de los otros, todos los personajes tienen micrófonos en su casa para ser posteriormente escuchados por los demás; otra veces son detenidos sin una razón clara o desaparecen por simple azar (precisamente el azar funciona en el primer episodio como efectivo detonante). Nadie se puede fiar de nadie.
La serie, creada por Ivan Zachariás y Ondrej Gabriel, consigue ser original pese a pertenecer a un género tremendamente explotado. The Slepeers juega con diferentes líneas temporales, desde 1989 hasta veinte años atrás, realizando constantes saltos hacia atrás y hacia delante que contribuyen a que la serie resulte ágil y dinámica.
Marie (Tatiana Pauhofova), violinista profesional, y Viktor (Martin Mysicka), analista político, son un matrimonio de disidentes checos que huyeron a Londres doce años atrás. En 1989 deciden regresar a Praga después del largo periodo de exilio. En Londres se sienten ya los síntomas de la llegada de nuevos tiempos en su país y están ansiosos por volver. Sin embargo, nada más llegar a Praga ocurre una contrariedad que no les voy a desvelar, y sus planes de pacífico regreso se convierten en todo lo contrario. ¿Quién está tras de ellos? ¿Los rusos, los checos, los británicos? ¿Y por qué?.
Una protagonista femenina inocente y fuerte a la vez
The Sleepers está dirigida, con ritmo tranquilo pero tenso (que refuerza el desasosiego constante de sus personajes), por el checo Ivan Zachariás (Wasteland). Esta obra audiovisual, en la que se mantiene el suspense en todo momento, es visualmente oscura y decadente en cada uno de los aspectos relacionados con la producción: desde la ambientación, los planos y zooms setenteros, los silencios, los espacios fríos y asépticos (impecable la oscura dirección de fotografía de Jan Velikcy) y, por último, con una elegantísima banda sonora que nos recuerda a Henry Mancini. El conjunto transmite de forma impecable la época, Praga y el estado anímico de sus habitantes, como ya lo hizo la otra gran serie de HBO Europa, Chernobyl. No me olvido de destacar su sencilla pero intrigante cabecera.
Los seis episodios de esta obra bajo demanda de intriga avanzan de manera inteligente y compleja. Con un puñado de personajes reiterativos a lo largo de toda la temporada, conducen el drama a través de una base argumental sólida. Estos personajes, en el fondo pasivos (son los durmientes (The Sleepers) porque están a verlas venir), se muestran no solo como agentes secretos, sino como seres humanos con contradicciones, sufrimientos y debilidades. Siempre he alabado a la BBC en este género. Debo comerme mis palabras. Hay que reconocer que los europeos detrás de la marca HBO Europa están realizando verdaderas joyas, bastante mejor que títulos mucho más promocionados pero algo mediocres como The Night Manager.
Resulta tremendamente liberador que la historia se cuente además a través de una protagonista femenina, íntegra, idealista e inocente, en un mundo dominado por hombres, principalmente mentirosos y corruptos (alguna excepción hay entre tanta alimaña, pero con poco futuro). Los espectadores acompañan a la protagonista, capítulo a capítulo, hasta descubrir la verdad de todos ellos (no tengan duda: son todos una panda de fariseos, al más estilo Mediterráneo way of life), dejándonos un creíble sabor amargo.
La historia justamente coincide con el 30 aniversario de la caída del muro de Berlín y de la ‘Revolución de terciopelo’ y, en consecuencia, con la consiguiente llegada de la ansiada democracia a la Checoslovaquia que partió el país en dos (la República Checa o Chequia y la República Eslovaca). Brillante, entretenida y adictiva, les dejará un estupendo sabor de boca al poner sobra la mesa que la desconfianza, la mentira, la persecución y la vigilancia no terminaron (ni probablemente terminarán) con el fin de la Guerra Fría.