Los ciudadanos de Cataluña están llamados a las urnas el próximo 14 de febrero, día de celebración cursi como es San Valentín, pero sobre todo día que puede ser el nuevo 8M. ¿Tendremos confinamiento a partir del 15?
Estamos en la tercera ola o en la segunda que no acabó nunca o quizá seguimos como el día de la marmota en la misma situación que hace casi un año, porque a finales de febrero aquí no pasaba nada y el 9 de marzo sonaba ya el inminente estado de alarma. Estamos batiendo todos los récords negativos posibles: muertes, ingresos, número de sanitarios contagiados, pérdidas de vacunas por falta de jeringuillas o por negar la segunda vacuna a los políticos que se pusieron la primera. Y en medio de una crisis sanitaria, política, económica y en consecuencia social, sin precedentes en el último siglo, el Ministro de Sanidad demuestra que la política es una realidad paralela (y preocupante) que se rige por criterios ajenos al mundo de las personas normales.
Me parece imposible de justificar o atenuar, el salto de ministro a candidato de unas elecciones autonómicas demostrando que no se ocupan las carteras en función de la valía y capacidad para ejercer el cargo y mejorar la vida de las personas en esa área, sino como trampolín a una dorada jubilación, como previa a un trabajo tranquilo y bien remunerado o como entrenamiento para darse a conocer en la arena pública y poder liderar una lista de un partido. Cuánta indignidad en todos los actores, no sólo el protagonista con cara de niño que no ha roto un plato y luego es el más borde de la clase, sino de quienes lo planean, lo consienten, le alientan y también de la sociedad que no lo critica día sí día también y lleva el grito al cielo para intentar al menos parar tanta desfachatez.
Las elecciones catalanas siguen su curso y pese al bombardeo sobre la extrema gravedad de la situación en los hospitales españoles, la saturación total de medios e infraestructuras y las continuas llamadas al confinamiento voluntario y obligatorio, les sigue pareciendo razonable llamar a las urnas a los más de cinco millones de catalanes que figuran en el censo electoral, porque aquí lo importante es colocar al ex Ministro de Sanidad más nefasto que ha habido en España y a poder ser, que la crisis sanitaria y social, dañe algo al nacionalismo para ver si así el socialismo catalán (cada vez más nacionalista) ocupa más cuota de poder y logra seguir arruinando la comunidad catalana, porque no creo que se pueda esperar una gestión brillante, pese a su cínica promesa de que se dedicará al 101% a Cataluña como lo ha hecho con el virus. Debería aclarar si a favor o en contra.
Cuando esta columna llega a la redacción del diario, se acaba de producir la comparecencia de Su Excelencia que tiene el arrojo de decir de Illa “que ha sido un ministro extraordinario y siempre ha pedido disculpas por sus errores (…) y ha estado centrado en las emergencias de nuestro país”. ¿Cómo se quedan?, recuerden cuantas ruedas de prensa ha dado pidiendo perdón por dejar a los sanitarios sin material adecuado, por no prever nada desde junio, por ocultar cifras reales de muertes que los servicios funerarios desmienten constantemente y un largo etcétera tan largo que cansa recopilar, entristece recordar y así buscamos aire limpio para no deprimirnos aún más.
La nueva ministra es Carolina Darias la nueva ministra y Miquel Iceta para Política Territorial, sólo podemos pensar que estamos en el año berlanguiano. Además, tuvo el arrojo de volver a hablar de “transición ecológica” y soltar en catarata todos los tópicos y lugares comunes de todas sus alocuciones, demostrando una absoluta frialdad en un momento de tanta complejidad y donde tantas personas pierden la bolsa o la vida, porque o mueres de covid o mueres de hambre por la ruina. Pero Su Excelencia no tiene problemas en actuar como si aquí no pasara nada. Es increíble y la verdad lamentable, todo vale por un puñado de votos, la mentira es la herramienta más revolucionaria que existe y bien lo sabe el positivo Redondo que con toda la inteligencia y maldad del mundo asesora a Su Excelencia.