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Our Boys: La perfección hecha serie de HBO sobre el conflicto palestino-israelí

En el verano de 2014, tres adolescentes israelíes fueron secuestrados y asesinados. El suceso desencadenó una oleada de odio y racismo, con palizas y asaltos a musulmanes, que culminó con el asesinato de un niño palestino en represalia. El crimen provocó la guerra de Gaza de ese año. Una serie de HBO con dos directores judíos y uno musulmán ha relatado aquellos días. Benjamin Netanyahu, primer ministro israelí, la ha calificado de "antisemita". Posiblemente, ha sido la mejor serie de 2019

4/01/2020 - 

MURCIA. Curiosamente, las mejores series de 2019 han sido todas mini. Al margen del protagonismo de Juego de tronos, que entra dentro de lo convencional, y Deuce, que no ha brillado tanto como otras piezas de su aclamado autor como The Wire o Show me a hero, entre las nuevas propuestas las más interesantes han llegado como temporadas únicas y la intención de relatar un suceso real. Destacan la triunfante Chernobylde HBO, la estremecedora Así nos ven, de Netflix, y una tercera de la que se ha hablado menos, estrenada el 12 de agosto en HBO, Our Boys. En humilde opinión de este columnista, es la mejor serie del año pasado con diferencia.

Es israelí. Dirigida por dos directores judíos, Hagai Levi y Joseph Cedar y uno palestino, Tawfik Abu-Wael, cuenta la historia del asesinato del niño palestino Mohammed Abu Khdeir que desencadenó la guerra de Gaza de 2014 en la que murieron más de dos mil personas.

En junio de ese año, tres adolescentes judíos, Eyal Yifrach, Gilad Shaar y Naftali Fraenkel, fueron secuestrados y asesinados. El suceso desencadenó una oleada de movilizaciones y un racismo sin precedentes, sobre todo entre los más jóvenes. Hubo cacerías de musulmanes, infinidad de palizas e incidentes, entre los que destacó uno por encima de todos, el asesinato de Mohammed a manos de tres jóvenes judíos ultraortodoxos.

En diez capítulos, Our boys relata minuciosamente cómo se produjo el secuestro y el asesinato, las labores de búsqueda, la investigación, la desesperación de los padres, las detenciones y el juicio. Los autores exploran el ambiente familiar, político y religioso en el que crecieron los asesinos. Hay que tener en cuenta que el crimen fue repudiado por toda la sociedad israelí e inicialmente considerado demasiado brutal como para que lo hubieran cometido unos judíos.

La serie ha levantado una polémica en Israel de consideración en la que se ha pronunciado hasta el primer ministro del país, Benjamín Netanyahu, calificándola de "antisemita". En los comentarios de la entrada de Our Boys, hay decenas de israelíes indignados votándola con un 0 con cuentas creadas ad hoc. Y aún así, la calificación media es de 7.1. El problema, a grandes rasgos, es que la serie no se detienen en el asesinato de los jóvenes judíos y solo habla de la muerte del niño palestino.

El co-director Hagai Levi, que por cierto es el autor de la serie original de En terapia,- lo que hizo HBO con nuestro querido personaje, por lo patético de su andropausia, Paul, fue un remake de su BeTipul, de 2005- ha explicado el porqué. Estuvieron discutiendo durante días a la hora de elaborar el guión qué peso debería tener el crimen precedente en la historia. Al final, Levi entendió que absolutamente todos los crímenes políticos, atentados terroristas y demás de los que tenía noticia desde que nació venían supuestamente provocados por otro en sentido contrario. Con Our boys ha querido "parar la rueda", según sus propias palabras. Analizó la violencia política, los instintos criminales, de un solo caso y, tal vez por una cuestión de elegancia, también probablemente por honestidad, eligió que fuera el de "los suyos".

En la serie solo hay dos elementos que no se corresponden exactamente con la realidad. Tras verla, son fácilmente predecibles. Es el caso del protagonista de los servicios secretos israelíes, de la "sección judía", que investiga el crimen y se infiltra en la comunidad ultraortodoxa para que se incriminen y grabarlos. Y también el de una psiquiatra que trata a la comunidad ultraortodoxa. Ambos personajes sufren en sus líneas la lacra de la ficción mediocre, la coincidencia. Están ligados a los asesinos y entre sí por una serie de casualidades. Sin embargo, eso no ensombrece el conjunto ni la profundidad de estos personajes.

El caso del agente Simon, interpretado por Shlomi Elkabetz, es un personaje torturado por la violencia del crimen. Tiene familiares ultraortodoxos y cuando se infiltra en las familias de los asesinos se quiebra por dentro porque, al final, está entre su gente. Hay una reflexión que le cala hondo. Uno de los radicales le dice que en el conflicto, si hay una parte irracional, en alusión a los terroristas palestinos, y otra racional, que sería el estado israelí, nunca habrá solución a los enfrentamientos, por lo que, sugiere, debe haber también un impulso irracional en el bando judío, como el asesinato del niño. Cuando el policía luego habla con su superior sobre esas palabras, reconoce: "creo que tiene razón". Ese capítulo, el quinto, es un thriller excepcional. Uno de esos episodios inolvidables de la factoría HBO.

Otro personaje digno de mención es real. Avishay Elbaz, interpretado magistralmente por Adam Gabay. De los tres asesinos, es el menor de edad. Su evolución, desde la inflamación política y rabiosa del primer capítulo, al arrepentimiento en los últimos es toda una tragedia griega. El padre del niño asesinado, Hussein, encarando por el actor Johnny Arbid, tiene registros conmovedores. Muy duros de ver incluso desde el sofá.

Al final, el significado de cada capítulo en el conjunto es impecable. Nunca sale de la zona de grises con el riesgo que eso conlleva para unos israelíes. Por eso ha recibido críticas de todo tipo, no solo de nacionalistas judíos. La izquierda, por ejemplo, se ha quejado de que se muestra una imagen de los servicios secretos israelíes muy benévola. Lo que es innegable es que se trata de una intriga excepcional, con una lectura política y social profunda y contrastada, aunque haya quien pueda matizarla. Pero lo más importante, es que es una serie que demuestra valor e independencia. En un país como es España donde casi el cien por cien de la ficción que toca la política lo hace desde el seguidismo, la admiración es doble.

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