MURCIA. Nunca me ha gustado el fútbol. No tengo nada en contra pero a mí no me gusta. Podría argumentar que los sueldos son obscenos pero es como funciona el capitalismo y su ley de la oferta y la demanda. Los jugadores no tienen la culpa de esto sino el pueblo que activa o pasivamente se abraza al sistema. Si me pongo estupendo, hasta he defendido en alguna conversación que el fútbol canaliza las ganas de matar al vecino que nos vienen de serie en el ADN mamífero. O sea, que todo bien pero me aburre. Aunque reconozco que Mourinho consiguió que durante unos años me aficionara. Su forma de entender el deporte como realidad expandida, cercana al circo o al reality, hizo que siguiera (como si de una serie de Netflix se tratara) su rivalidad con Guardiola.
El fútbol como deporte tal vez perdía con la presencia del portugués, pero los hinchas lo disfrutaron mucho: odiaron más y mejor al otro, al enemigo. De forma más libre y pública.
En los últimos años la concepción mourinha del fútbol ha llegado a la política. De mano de los partidos más populistas y del ¿inevitable? viraje populista de los viejos partidos. Decía el novelista Javier Moreno en su muro de Facebook que la política había pasado, en esta última semana, del erotismo al porno. "Nada de untar a nadie en la sombra, votar contra los tuyos y luego desaparecer entre bambalinas. ¿Ubi est Tamayo? Ahora se traiciona con selfie y taquígrafo, y con un cargo por delante". Para el escritor, el transfuguismo murciano es un síntoma más de una época sin pudor ni vergüenza, donde todo parece aceptado por el pueblo.
Si en 2003 los tránsfugas Tamayo y Sáez eran insultados por la calle y hasta los propios votantes del PP parecían avergonzados de la 'compra' de estos diputados socialistas, en 2021 muchos parecen aplaudir el gesto. Porque la política es fútbol y es circo y es reality, y lo que cuenta es ganar, aunque sea fingiendo faltas o haciéndolas, en este caso tarjetas rojas a la democracia. Las intrigas de palacio de Juego de Tronos parecen legitimadas en un momento de polarización máxima. Lo importante es que los míos ganen. Si por el camino nos cargamos la democracia y sus instituciones, pues bueno, es lo que hay.
Tengo conocidos que han comparado la ruptura del pacto murciano de Ciudadanos con el PP al transfuguismo posterior. ¡Ambas cosas son lo mismo!, han afirmado. Y lo siento, pero por ahí no paso. El problema es que los partidos españoles, sean del signo que sean, no tienen cultura del pacto. No saben ceder y negociar, como se ha visto en Cataluña o ahora con las nuevas elecciones que Ayuso se ha sacado de la manga. Si Ciudadanos decide romper un pacto con el PP en la Región de Murcia por algo será. ¿no?: ¿ninguneo? ¿incumplimiento de promesas? ¿poca capacidad para hacer que se sientan integrados en el proyecto? Sea como sea, romper un pacto forma parte de la democracia. Comprar a diputados con cargos es lo contrario a la democracia. Y hacerlo a la luz del día y orgulloso, como si fuese algo normal, es peor aún.
También tengo conocidos defendiendo a Ayuso y las recién convocadas elecciones. Personalmente creo que Ayuso es peligrosa, una populista de manual (solo le falta dar discursos con un chándal de Madrid, como hacen los políticos venezolanos y una gorra donde ponga: MADRID FIRST!) y que su éxito se debe a que ha aglutinado, de forma similar a Vox (o sea, con pocos argumentos y mucha bandera-víscera), los sentimientos legítimos de oposición al gobierno. Creo que su éxito no se debe a sus aciertos sino a su capacidad para convertirse en metáfora de la oposición. Así que haga lo que haga la apoyarán, como muchos apoyaron las estrategias anti-fútbol (en mi opinión, claro) de Mourinho.
Aplauden cómo Ayuso se ha adelantado a la posibilidad de una moción de censura en Madrid, lo cual es muy hábil desde la lógica Juego de Tronos, eso es indiscutible, pero un precedente peligroso para la democracia. Ya vemos normal que se 'compre' a los diputados de otro partido de forma pública y descarada. Impúdicamente. En unos años habremos normalizado que el partido en el poder aproveche las encuestas favorables para convocar elecciones, aunque sea en medio de la legislatura. ¡Parece que la intención de voto en este trimestre nos favorece, convoquemos elecciones! Y todo porque no son capaces de pactar, de ceder, de entenderse entre ellos: o mayoría absoluta o nada.
¿No es muy triste esa incapacidad para negociar? No entienden que la base de la democracia, en realidad, consiste en gestionar la convivencia y las diferentes sensibilidades. La deriva que está tomando la política es muy inquietante, aunque algunos políticos nos estén convenciendo de que el fútbol consiste en meter goles y luego ya hablamos de juego limpio si eso. Aunque algunos aplaudan a los Lannister o a los Stark por esa traición que les dará el trono como si ganar fuese el objetivo.
Cuando el objetivo de la política debería ser entendernos. No separarnos sino unirnos ante un proyecto común.
¿De verdad es tan difícil de entender que España somos todos? Porque me da la sensación de que en la cabeza de muchos votantes de uno y otro signo ya está sobrevolando la purga que acabe con los opositores. La purga estalinista o el holocausto judío que se lleve a los otros.
Miedo me da el futuro si, como pueblo, vamos consintiendo e incluso alabando las derivas antidemocráticas y guerracivilistas de nuestros políticos, aunque sea para que ganen los 'nuestros'.