Actúa en solitario. A veces camina con una carpeta grande llena de plantillas y una mochila de botes de espray tintineando a su espalda. En otras ocasiones, carga con varios kilos de azulejos y tubos de pasta. La adrenalina del riesgo y el entusiasmo de la aventura creativa suprimen el cansancio físico de las salidas nocturnas. “Esto me ha cambiado la vida”, nos cuenta en esta entrevista
MURCIA. Es la historia de una vocación tardía. De un flechazo inmediato con el arte callejero, la clandestinidad y el anonimato. A esa edad en la que sus compañeros de generación empezaban a paladear un retiro confortable y bien merecido, el protagonista de este artículo se decantó por una nueva vida de salidas furtivas y adrenalina. Se buscó un apodo -The Photographer-, una firma -MRBT62- y un icono reconocible: la figura recortada de un hombre oculto tras un sombrero y el objetivo de una cámara.
La imagen, replicada cientos de veces, en distintos formatos, por todos los rincones de València, se ha sometido a todo tipo de interpretaciones. “Es el que nos marca donde hay tema para fotografiar”. “Es un espía”. “Eso lo pone el Ayuntamiento para que sepas que te está vigilando”… Como suele ser habitual, ninguna teoría acierta, y al mismo tiempo todas podrían tener su razón de ser.
Todo empezó hace seis años. MRBT62 no procedía del campo de las Bellas Artes, pero era aficionado a la fotografía. “Llevaba muchos años retratando con la cámara las intervenciones urbanas de gente como Hyuro, Deih, Xelon, Vinz Feel Free, Escif, Julieta, Barbi, David de Limón, La Nena Wapa, LUCE, y los tags de tantos y tantos escritores menos o nada conocidos”, nos explica en esta entrevista que nos pide contestar por escrito para preservar su anonimato. “La relación personal con Karas Urbanas (Erik Valderrama) en 2014, un estencilero mejicano que estuvo en València en Mislatas Representan y en el Festival Poliniza de ese año, me permitió acercarme a las plantillas, al corte, a los botes de pintura. Sobre todo, me permitió conocer el proceso de trabajo en la calle. Un año después, participé en un taller de esténcil que dio Karas en València, y en febrero de 2015 corté la primera plantilla de The Photographer a partir de un autorretrato hecho en 2011”.
Una cosa es admirar el trabajo de los chavales en la calle, y otra muy diferente entrar a una tienda a comprar botes de espray. Él lo hizo una vez, y ya no hubo marcha atrás. Su dedicación física y mental al arte urbano va mucho más allá de la que puede atribuirse a una repentina afición crepuscular. Todos los días reserva tiempo para ejecutar nuevas piezas, distribuirlas por la ciudad o a documentar su evolución una vez las abandona en el entorno urbano, dejándolas a merced del deterioro ambiental o las intervenciones de terceras personas. MRBT62 actualiza constantemente sus cuentas en redes sociales, asiste habitualmente a conferencias, charlas y exposiciones sobre grafiti y street art, y se cultiva con todas las teorías académicas sobre estas disciplinas que llegan a sus manos. A nivel teórico, le interesan mucho los textos de Javier Abarca, Belén Garcia Pardo y Fernando Figueroa Saavedra.
“Reconozco que compré mis primeros botes de Montana con una sensación de culpabilidad. Y tras la primera noche te das cuenta de que esa noche, cuando acaba, ya no hay marcha atrás. Todo eso que percibías e intuías en quienes seguías comienzas a vivirlo tú intensamente”. “The Photographer ha cambiado mi vida. Parece exagerado, pero es así -concluye-. ¿Que si le dedico muchas horas? Muchas. Tanto de trabajo de interior como de calle. Ambos tiempos son necesarios. Y en el de interior incluyo el trabajo con el portátil. He clasificado muchas fotografías de material propio. Trabajo con plantillas, experimentando con papeles, seda, manteles de papel, cartón, azulejos de 5x5, 5x10, 10x10, 10x20, combinaciones… El trabajo de exterior lo hago tanto de día como de noche. Muchas horas. Las necesarias”.
Entre sus referentes nacionales e internacionales, cita a Blek le Rat (Francia), Nick Walker (Reino Unido) o Logan Hicks (Baltimore USA). A nivel nacional, sus predilectos son el aragonés es Me_bes y el madrileño Brodbus, así como los valencianos La Nena Wapa, Sig Luigi y LUCE. Por este último siente absoluta “devoción”. “Me ha seducido siempre su energía, su rigurosidad y su tenacidad. La fase inicial de bombardeo por la ciudad con su propio nombre me pareció sublime, transformando la afirmación de “Si te ven, existes” en verdadera praxis. El getting up, palabra tomada del mundo del grafiti, es fundamental para que uno exista. Es fundamental ser visto. Y otro aspecto que el proceso de LUCE enseña es que no todo ha de tener mensaje, no todo ha de ser racional. El propio nombre, de mil maneras, mil tamaños, sobre mil superficies. La calle como elemento didáctico. LUCE.”
En cualquier caso, nos advierte, “nunca me he planteado seguir ninguna escuela ni imitar a nadie y más todavía. Sigo la siguiente regla: en el street art no te compares con nadie. Si lo haces, estás perdido y hundido. Si sigues tu propio proceso de forma atenta y saboreando cada paso que das, el proceso se convierte en un viaje apasionante”.
La calle tiene sus propios códigos, y los del arte urbano y el grafiti pueden llegar a ser bastante herméticos y territoriales ¿Cómo se ha integrado MRBT62 dentro de la escena de artistas de la ciudad? “En el mundo del grafiti no sé decirte -contesta-. En ocasiones, en mi propio proceso de aprendizaje de las reglas no escritas de la calle, he pisado “terreno sagrado”, y sé que hay que llevar cuidado. Más que cuidado, respeto. En el ámbito del street art, estoy muy poco integrado en la escena artística de la ciudad porque siempre voy en solitario. No veo sentido, con mi trabajo, pertenecer a una crew. He participado en salidas colectivas para pegar paste-up. Hay gente a la que estimo y que me ayudó en esto. Hablo de Bowy_face, David de Limón, La Nena Wapa, y de ese pequeño colectivo de activistas del paste-up como Calapatata, Curiosity_2, Mister Changa. O esa gente colaborativa de Buenos Aires, Movimiento Petrushaus, Ale Giorgga, etcétera. La gente que conozco es muy generosa, muy activa, detrás de cada uno/a hay pasión en lo que hacen y por tanto se lo creen”.
“Cuando empecé en esto pensaba: ¿Cuándo sabe uno que ya es artista urbano? Pero hay un momento en que empiezan a pasarte cosas increíbles. Gente que visita València y se lleva fotografías de The Photographer; o se hacen selfies junto a tu icono; gente que te dice que ha jugado con sus hijos a encontrar fotógrafos por la ciudad. Incluso hay un pequeño ejército de adultos buscadores”.
Con la policía, nos dice, todavía no ha tenido ningún encontronazo. “Hay algunas reglas que siempre cumplo. No hago ningún tipo de vandalismo, y tengo muy claro dónde intervenir y dónde no. Mi aspecto físico, en algunas ocasiones, también me ha ayudado. Es más fácil tener problemas, pero por razones muy distintas. En València me han atracado y en el Raval, en Barcelona, he tenido algún susto. El del vecino justiciero también es un tema problemático”.
Dice MRBT62 que la vida del graffitero es dura, “sobre todo por el desgaste y la tensión a estas edades”. “Sesenta y dos años es la edad que tenía cuando empecé en esto, y por tanto reconozco sin vergüenza, porque es ley de vida, que cada vez cuesta más recuperarme de una salida. Físicamente tengo una autonomía de unas cuatro horas. A esta edad, la adrenalina te afina especialmente la prudencia, pero también te da subidón. Igual que el olor de la pintura o contemplar la ciudad de noche después de la lluvia”.
¿Improvisa o tiene los recorridos ya muy estudiados? “Al principio soñaba los recorridos y me los preparaba mentalmente. Ahora voy con recorridos muy estudiados y puntos de intervención muy concretos sobre plano, sobre todo si se trata de pegar azulejos. Ahora, con las piezas de The Photographer en 3D busco puntos singulares y altos. No me sirve cualquier sitio. Siempre busco el equilibrio entre visibilidad y durabilidad. Y es curioso. Uno crea con el tiempo un mapa interior de la ciudad. Unos recorridos propios que son como muy tuyos. Mis calles. Mis sitios. Lo he hablado recientemente con colegas y les pasa igual”. Luego llega la segunda parte. “Una vez he descansado, repito el mismo recorrido con mis cámaras para documentar fotográficamente las piezas antes de que desaparezcan, se tachen, se machaquen o desaparezcan. Esta parte para mí es una de las más bellas”.
¿Hasta dónde lleva MRBT62 su anonimato? ¿Conoce su entorno social que él es el artista detrás de la figura del fotógrafo misterioso? ¿Le choca esta vocación tardía a sus amigos y familiares? “Llevo el anonimato con mucha disciplinada. Hay grandes tentaciones, pero es importante poder moverse con libertad en un espacio donde poder practicar la virtud budista del desapego. Me refiero a renunciar a ser conocido como artista, para dar protagonismo a tu obra. Hay un sector muy reducido de mi entorno que conoce quién está detrás del fotógrafo misterioso, y guardan el secreto. En mi círculo cercano siento respeto”. Para él es importante la idea de envejecer dignamente, “aunque no hagas cosas consideradas propias de tu edad”.
“El street art es una forma de trascender -reflexiona finalmente nuestro protagonista-. Seguro que muchas piezas, sobre todo las escondidas a conciencia, durarán más que yo. Es una forma de rebeldía. Y lo mejor de todo esto, no tengo ni idea de cual será el siguiente paso. Aunque lo intuyo”.