En 2020, las consecuencias de la pandemia del coronavirus, y las medidas de confinamiento y reclusión adoptadas por los diferentes gobiernos para hacer frente a la expansión del virus, han incrementado sustancialmente los episodios de violencia contra las mujeres en todo el mundo
MURCIA. Se trata de una de las afirmaciones de la organización Manos Unidas que con motivo del 25N, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia Contra la Mujer, ha recordado que muchas mujeres en todo el mundo sufren esta violencia y que en 2013, la Organización Mundial de la Salud, definió la violencia contra las mujeres como «un problema de salud global de proporciones epidémicas».
Pero esta situación no es algo nuevo, sino un comportamiento arraigado en todas las sociedades, que afecta a una de cada tres mujeres en el mundo.
En el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia Contra la Mujer, muchas organizaciones e instituciones públicas y privadas se movilizan para sensibilizar sobre esta lacra más aún y con la voz más alta. Y esta semana nos vamos a centrar en la reivindicación que ha hecho Manos Unidas sobre la violencia en otros países en desarrollo como pueda ser Sierra Leona.
La ong reitera su compromiso constante para terminar con una lacra que causa un enorme dolor y sufrimiento a las mujeres que la padecen. «La sociedad no puede mostrarse indiferente ante el maltrato y la violencia. No podemos tolerar que el 30 % de las mujeres y niñas del mundo vivan con miedo a ser agredidas, a denunciar o a las reacciones en su entorno cercano tras las agresiones… Y todo ello ante la apatía de una gran parte de las sociedades», asegura Ricardo Loy, Secretario General de Manos Unidas y miembro del comité de género de la organización.
Si bien la violencia contra la mujer es algo extendido a nivel global, en algunos de los países en los que trabaja Manos Unidas los índices de violencia son mucho más elevados. Esto se debe, fundamentalmente, a la prevalencia de costumbres ancestrales, mantenidas y aceptadas por sociedades eminentemente patriarcales, en las que mujeres y niñas están minusvaloradas frente a los hombres. Se trata de un tema muy delicado que se debe trabajar con profesionalidad desde el respeto a otras culturas, pero haciendo respetar a la mujer.
La violencia contra las mujeres y las niñas presenta numerosas caras que van más allá de la mera violencia física.
Por ello Manos Unidas trabaja desde diferentes campos y enfoques, compartiendo recursos y experiencias que aporten soluciones para combatir estos comportamientos que padecen las mujeres y las niñas en su entorno familiar y en sus comunidades.
Trabajan sobre todo desde la formación y la sensibilización para poner freno a actitudes que violentan y degradan a las mujeres, como la trata de personas para su explotación laboral o sexual o la utilización de las mujeres y niñas como arma de guerra.
La educación tiene como objetivo hacer frente a esas costumbres religiosas o culturales que las violentan físicamente o las invisibilizan y excluyen en otras sociedades.
En Sierra Leona, durante los años de guerra civil, que terminó formalmente en 2002, era común que las mujeres fueran utilizadas como arma de guerra y entregadas a los rebeldes como esclavas sexuales. Quizá este sea uno de los motivos por el que muchos hombres adultos siguen manteniendo este comportamiento casi veinte años después.
«La violación es algo que en Sierra Leona se usa tan comúnmente contra las mujeres y las niñas, que en 2018 pasado el presidente del Gobierno tuvo que declarar la violencia sexual como una emergencia nacional.”
Además, creó una unidad de la policía para combatir las violaciones, sobre todo las cometidas contra menores», asegura el padre Peter Konteh, director de Cáritas Freetown, socio local de Manos Unidas en el país.
Según Peter Konteh, en Sierra Leona, las mujeres y niñas se enfrentan no solo a la violencia física donde las palizas a las esposas son algo generalizado, sino a la violencia doméstica y a las privaciones económicas; una violencia que se ampara en la cultura del silencio, fuertemente arraigada.
Manos Unidas con sus intervenciones han conseguido dar un vuelco a esa cultura del silencio que impedía a las víctimas hablar, sobre todo cuando se trataba de violaciones, y hemos logrado situar estos temas en la mesa de discusión.
Ahora, las mujeres, las niñas y las familias están dispuestas a hablar sobre el abuso y los perpetradores están siendo llevados ante la justicia.
En numerosas ocasiones, las víctimas de violación no denuncian porque desconocen cuáles son las vías para hacerlo y carecen de recursos para costearse un abogado, el transporte a los tribunales o, incluso, la manutención durante el tiempo que dure el juicio. Este tipo de acompañamiento es, según el padre Konteh, fundamental.
La sensibilización en las escuelas y en las comunidades es fundamental para hacer frente a esta lacra que condiciona la vida de las niñas y las adolescentes. Para ello, los 400 alumnos y profesores de las 40 escuelas en las que se está desarrollando el proyecto, están recibiendo formación acerca de la prevención de los casos de violencia de género, matrimonios precoces, embarazos adolescentes y acceso a la justicia, y serán los encargados de ejercer como «embajadores» entre sus compañeros para sensibilizar y seguir los casos que puedan presentarse. Además, participarán en programas de radio y televisión.
Para el director de Cáritas Freetown, «el mayor éxito del proyecto es haber creado conciencia sobre el asunto y comprobar el impacto de nuestros programas en las comunidades. Un gran logro es saber que, con esto, se están enviando señales a los “aspirantes a perpetradores”, protegiendo así a las mujeres y niñas de nuevos abusos».
Aunque el enfoque de género es un eje transversal en todas la intervenciones y proyectos que lleva a cabo la organización, en el año 2019, Manos Unidas aprobó 69 proyectos, por importe de 3.776.385,00 €, destinados a promover, específicamente, los derechos y oportunidades de más de 170.000 mujeres.
El caso de Sierra Leona, no es único en el mundo. Lamentablemente existen otros rincones en el mundo con realidades similares donde la mujer sigue sufriendo violencias de todo tipo. Semanas como ésta, donde el 25N se convierte en un altavoz de todas las mujeres y con permiso de las mujeres que sufren violencia en países desarrollados, tampoco podemos olvidarnos de las mujeres víctimas de violencia de los países en desarrollo… por muy lejos que estén.
La semana que viene… más!