exposición del festival de cine fantástico en el LAC de Murcia

Las 'cosas' de Jess Franco y un frasco con sus cenizas: el Sombra hace justicia al director que trajo vampiros a la Región 

30/04/2021 - 

MURCIA. Vitalista, transgresor, erudito, hombre del renacimiento, fabulador, socarrón, fumador empedernido... y "un auténtico yonqui del cine". Así recuerda el cineasta Kike Mesa al que fuera su amigo durante dos décadas Jesús Franco, el prolífico director que rodó nada menos que 210 películas -sobre todo de terror, erotismo, pornografía, ciencia ficción y aventuras-, por las que fue coronado 'rey de la serie B' y del 'cine de caspa', y reconocido como uno de los grandes autores del fantaterror. Ninguna de estas etiquetas hace justicia al inclasificable autor. Consciente de ello, Sombra, el Festival de Cine Fantástico Europeo de Murcia, ha querido rendir un homenaje a la figura de este apasionado del cine, más conocido como Jess Franco, que "no concebía la vida si no era detrás de una cámara" y quien, cada cierto tiempo, se dejaba caer por la Región de Murcia con su troupe de rodaje, atraído por la luz mediterránea, para hacer películas como El conde Drácula (con Christopher Lee y Klaus Kinsky), Virgen entre los muertos vivientes o Bésame monstruo. Así, este viernes se inaugura (19.00 horas) la exposición Jess Franco y la erótica del horror en el LAC de Murcia (Laboratorio Artístico del Carmen), que permanecerá abierta hasta el 29 de mayo.

En esta muestra, comisariada por Pedro López Morales, los fans de Jesús Franco (1930-2013) -y aquellos que deseen descubrir a este fascinante personaje del cine español- podrán encontrarse con más de un centenar de objetos relacionados con el cineasta, desde carteles de sus películas, libros, fotografías, rollos de películas, cámaras, claquetas, vídeos, audios, guiones... hasta objetos tan personales como su carnet de identidad, sus gafas, plumas de escribir, una corbata y hasta un pequeño frasco de cristal con parte de sus cenizas. Se trata de objetos cedidos para la exposición por coleccionistas y colaboradores de Franco, como Fernando Abril, Carlos Aguilar, Luis Colombo, Pipo Fernández y el propio Kike Mesa. Con la exposición resultante, el festival murciano rinde culto a uno de los grandes autores del fantaterror patrio y uno de los directores más prolíficos de la historia. Contará para la inauguración con la asistencia en la inauguración de Diego López (adjunto dirección Sitges) y Mónica García (directora Fundación Sitges), además de algunos de los 'cesionarios' de los objetos que se muestran.

Las anécdotas del director

Kike Mesa tiene mil y una anécdotas que contar sobre Jesús Franco, con quien colaboró como director de fotografía y al que estuvo muy unido durante sus últimos veinte años de vida (es autor de un documental sobre su figura). De hecho, es él quien ha aportado el frasco con una pequeña parte de las cenizas del cineasta, una "reliquia" que conceptualmente está en sintonía con la muestra sobre este maestro del terror. 

Recuerda, por ejemplo, que al principio de su carrera se cambió el nombre al de Jess Franc porque decía: "Cómo me voy a llamar yo como el Mesías y el dictador". Y es que no lo tuvo fácil con la censura franquista, pero tampoco con su propio padre, médico militar, que intentó quitarle sus aspiraciones musicales enviándole a un internado en El Escorial. Porque antes que nada Jesús Franco fue músico, para luego ser director, actor, guionista, productor, montador... "Era uno de los pocos hombres del Renacimiento que quedaban", apunta Mesa.

Cuenta también que las películas de Jesús Franco se distribuyeron por todo el mundo, incluidos los países más exóticos que uno pueda imaginar; "ya quisiéramos los que hacemos películas hoy en día contar con una distribución así". Además, se relacionó con grande cineastas del momento. No sólo estudió y trabajó con Luis García Berlanga o Juan Antonio Bardem, también con figuras internacionales como Orson Welles, quien en Campanadas a medianoche pidió a todo el equipo que se fuera sin que él hubiera aparecido en ninguna toma, lo que fue interpretado como un gesto de humidad; no obstante, le pidió a Franco que se quedara y lo tuvo dos semanas rondando sólo sus escenas. También fue amigo de músicos como Duke Ellington o de actores como Christopher Lee, que intervino en siete de sus películas. "Es como un primo para mí", decía él. Otra anécdota que habla a favor de la calidad que llegó a tener el cine de Franco es que el propio Fritz Lang le esperó en la Berlinale para felicitarle por Necromicon; aunque Jess Franco no lo reconoció en aquel momento.

Cine en vena

"No podía estar sin rodar, era una necesidad para él; se inyectaba cine en vena", relata su amigo y compañero, quien, en este sentido, comenta que trabajando en una película en La Manga del Mar Menor -su equipo de rodaje era "como una troupe de circo, una gran familia"- a Jesús Franco le tocó la lotería, dinero que empleó para seguir haciendo más cine: "Nos quedamos más tiempo y hacemos uan segunda parte", propuso a su gente. Y es que, explica Kike Mesa, "hacía cine desde las tripas" y no le gustaba nada, por ejemplo, que le comparasen con Ed Wood, porque decía: "Yo podré hacer cine casposo, pero no soy un gilipollas". Tampoco le gustó la versión que hizo Coppola de Drácula. "¿Quién se va a creer que va a perdonar a Mina porque la quiere. La tendría que morder más aún. ¡Menuda gilipollez!".

Dice Mesa que no se puede hablar de la vida de Jesús Franco sin referirse a su mujer y musa, Lina Romay, actriz, directora y una presencia constante en su obra. También señala que este fumador empedernido -"no respiraba una sola bocanada sin humo"- vivió sus últimos años prácticamente en su sofá, leyendo y "devorando" películas, las suyas y los clásicos. "Podíamos quedarnos hasta las tres de la mañana viendo cine y cuando yo le decía que ya me iba, me respondía: Joder, Mesa, no aguantas nada".

"Siempre fue muy juvenil de espíritu y estaba dispuesto a escuchar y a aconsejar a los más jóvenes", apunta el que fuera su amigo tanto tiempo, quien añade que también fue el descubridor de muchos talentos. Es el caso de la actriz Soledad Miranda, que se convirtió en un icono del cine erótico a pesar de morir muy joven, a los 27 años, en un accidente de tráfico; se dirigía a una reunión, precisamente con el propio Jesús Franco, para firmar un contrato internacional.

Su amigo también destaca que el prolífico director no le tenía miedo a la precariedad técnica y que se compró una cámara de vídeo más propia para grabar comuniones que para hacer películas. Pero él decía: "Si Chaplin hubiera pillado esto... No os dais cuenta de que la perfección es enemiga de lo bueno". De hecho, aprendió de los americanos lo de hacer contratos para realizar dos películas a la vez, reutilizando decorados, vestuario y a veces a los mismos actores. Fue en aquella época cuando empleó seudónimos, de los cuales él solo reconoció cinco, aunque sus seguidores le han atribuido muchos más. También hizo porno, pero asegura Kike Mesa que nunca le gustó y se refería a aquellas obras como "películas alimenticias" y "cine de émbolo".

El comisario de la exposición, Pedro López Morales, por su parte, destaca en el texto que acompaña esta muestra que esta rara avis del mundo del cine, cuya trayectoria se vio reconocida con un Goya de Honor, se merecía un homenaje como éste que le brida el festival Sombra en Murcia y que ha contado con la colaboración de la concejalía de Cultura y la dirección del LAC.

     

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