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diseño para el pensamiento

La comunicación gráfica en tiempos de coronavirus

…o cómo echar de menos el buen diseño aplicado a materiales de emergencia con motivo de la situación generada por el COVID-19

16/03/2020 - 

MURCIA. Sí, el diseño puede ayudar a detener la expansión del coronavirus, aunque por la urgencia de los materiales de comunicación publicados por todo tipo de organizaciones y empresas está siendo aplicado de manera superficial para maquillar un poco algunas infografías y poco más. 

Diseño es comunicación visual. Es el lenguaje con el que comunicar gráficamente ideas, conceptos o campañas, y con toda esa información, ordenada, jerarquizada, ilustrada, puede lucharse contra esta epidemia haciendo que estos materiales divulgativos y guías con consejos lleguen mejor a toda la población.

Sin entrar en soluciones industriales o en procesos de diseño que están generando ideas centradas en productos, mascarillas o sistemas de protección y poniendo el foco en esta aplicación directa del diseño gráfico a todos esos recursos divulgativos, nos encontramos con una serie de cartelería, manuales y consejos que no atinan con el tono gráfico adecuado disminuyendo así su impacto.

Afirmaba el valenciano Josep Renau que un cartel era un grito en la pared. Como tal, ese efecto de impacto o ese tono que decíamos antes adaptado al receptor de los mensajes es lo que se ha diluido con toda esta improvisación donde el buen uso del diseño ha brillado por su ausencia en la mayoría de casos.

Tal vez el problema es que no ha habido intención en esta comunicación. Y, por definición, el diseño es intención. Por un lado las infografías de los informativos han tirado por la vía de la cultura del miedo con grandes montajes con tipografías a lo The Walking Dead y uso de colores rojos (¡sangre!), y es donde posiblemente sí ha habido cierta intención…

El problema es que a nivel institucional se ha apostado por algo tan sobrio que aburre, o con lenguajes de iconos tan aficionados como incomprensibles o demasiado infantiles a veces, en un claro ejemplo de no hacer un ejercicio previo de análisis de la situación desde el diseño.

Las guías de contención del virus del Ministerio de Sanidad o los consejos de cómo actuar consisten en una aburrida colección de plantillas de Power Point hechas folleto o animadas para ofrecerlo como vídeos en la web.

Igualmente pasa con materiales de sociedades médicas o industria farmacéutica, con documentación descargable de un sector que en general no recurre al diseño profesional para sus publicaciones cotidianas, con lo cuál no lo han hecho en una situación excepcional. El sector de la salud tiene interesantísimos datos y estudios clínicos que sólo entre sus profesionales saben descifrar, carne de template de la suite del Office, que con un buen diseño en sus infografías, tablas y esquemas podrían conseguir comunicar de manera extraordinaria en sus pósters o ponencias.

El diseño podría ser un gran aliado de todas estas aplicaciones.

En casos internacionales como las publicaciones de la OMS con motivo del coronavirus o incluso el Action Plan del departamento de salud del Reino Unido es cierto que tampoco encontramos grandes ejercicios de conceptualización gráfica, pero al menos son correctos en sus maquetas, donde se destila un cuidado tipográfico de forma que, al menos, todo sea perfectamente legible y entendible. Contrasta absolutamente con, por ejemplo, la guía laboral que ha publicado el Gobierno de España en esta crisis.

Y es que querer comunicar como intención conlleva responsabilidad. Y se echa de menos haber tenido en cuenta todo esto antes. Todo. Lo del diseño, también.

En las múltiples guías para el lavado de manos podemos comprobar en un golpe de vista todas estas diferencias, donde a veces el esfuerzo en desarrollar un material no sirve de nada si visualmente no permite comunicar. Y hablamos de un caso que se trabaja desde la educación infantil y en el que el soporte (folleto, cartel…) es un sensible transmisor.

A modo de curiosidad tenemos el proyecto Wash your lyrics, una aplicación web mediante la cual introduces el título de una canción y te genera un cartel con las indicaciones para un correcto lavado de manos al ritmo de la música escogida. Creatividad al servicio de todos.

Estos días son decenas los comunicados que nos llegan por correo, por redes sociales o al encender la tele. Desde que el brote se convirtió en crisis de salud pública hemos ido recibiendo avisos de empresas, desde servicios de transporte y movilidad hasta guías de la OMS y pautas básicas para evitar contagios, juegos para niños y cuentos infantiles para hablar del coronavirus. Ya hay un género en sí para esta epidemia pero el diseño no termina de encontrar su tono, o más bien, las administraciones no han sabido dar con él.

En general lo que se evidencia es que se ha contado con el diseño a última hora, en el momento de apañar cosas y no en un proceso. Se podrían entender las prisas, pero no solo el fin no justifica los medios sino que los medios lo empeoran.

El diseño no nos salvará de esta. Lo harán las y los profesionales de la sanidad y lo hará el sentido común individual, la solidaridad social y medidas de higiene personales como lavarnos las manos con frecuencia, mantener ciertas distancias o permanecer unos días en casa.

Keep calm, que decía aquél célebre cartel británico.

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