MURCIA. Las series de terror no abundaban en los años setenta, más bien escaseaban. Y para una que hubo con excelente factura, aquí nos la perdimos. Las series extranjeras llegaban con cuentagotas a TVE porque solo pasaban el filtro las que gozaban de mayor popularidad. Ese no fue el caso de Kolchak, The Night Stalker. En EEUU tuvo solamente una temporada de vida, entre 1974 y 1975, y la audiencia no fue benévola con ella. Nada hacía presagiar una acogida tan fría puesto que Kolchak se puso en marcha gracias al éxito cosechado por dos telefilmes que batieron récords.
El actor Darren McGavin vio posibilidades al personaje que había interpretado, un tozudo periodista especializado en casos sobrenaturales, y sacó adelante el proyecto ejerciendo también como coproductor. Él veía así la serie: «No es una serie de terror aunque cada semana haya monstruos y criaturas asesinas. No puedes plantearte hacer una serie de terror para emitirla en horas de mucha audiencia porque los anunciantes no quieren gente asustada. Así que, en lugar de aterrorizar, decidimos inquietar, para que la serie resultara divertida».
Carl Kolchak es un personaje de ficción nacido de la imaginación de Jeff Rice, cuya novela, The Kolchak Papers, rescató del olvido Dan Curtis para desarrollarla como producto televisivo. Curtis había triunfado con Dark Shadows, serie gótica con elementos de terror. En España tampoco la vimos, pero en Estados Unidos caló lo suficiente como para que Tim Burton la convirtiera en película en 2012. Curtis le pasó el proyecto al no menos ilustre Richard Matheson, que ya había trabajado en The Twilight Zone y era el reputado autor de la novela Soy leyenda.
Fue él quien perfiló el personaje al cual McGavin daría vida en la pequeña pantalla. Siempre vestido con tonos claros, corbata negra y sombrero, Kolchak vivía entre crímenes que escapaban a la lógica. Solo que, en lugar de ser detective, era periodista. Y sus conclusiones, demasiado aterradoras siempre, casi nunca eran creídas por las autoridades, y menos aún por sus jefes, que lo tomaban por un neurótico obsesivo. La verdad estaba ahí fuera, pero solamente Kolchak alcanzaba a verla. Tendrían que pasar dos décadas para que Mulder y Scully le dieran la razón y Chris Carter le rindiera homenaje desde Expediente X.
En realidad, el único interesado en contarle al mundo la verdad que había descubierto era el pobre Kolchak. Como si el mundo estuviese preparado para aceptar que existen los hombres lobo y los vampiros, que hay humanos que pueden transformarse en animales, que Jack el Destripador sigue vivo y que la noche menos pensada te puedes encontrar a merced de un súcubo o de una criatura prehistórica que ha vuelto a la vida. Con todo eso y mucho más tuvo que lidiar Kolchak a lo largo de su vida televisiva. Veinte episodios que darían cuerpo a una de las series de culto más queridas de la historia de la televisión. Pero el público americano no estaba por la labor de que les contaran, semana tras semana, que les acechaban monstruos y criaturas legendarias, escondidos en los rincones más cotidianos de su tranquila vida, en pleno siglo XX.
El debut de Kolchak no solo fue un éxito de audiencia. Como producto televisivo era brillante
Sin embargo, cuando se estrenó The Night Stalker en marzo de 1972, se convirtió en el telefilme más popular de todos los tiempos. Kolchak llegaba a la televisión con todos los tics de los grandes detectives. Desconfiado, solitario, obstinado y con un jefe que lo tiene enfilado. Dotado de un infalible olfato para detectar lo sobrenatural en asesinatos difícilmente explicables, Kolchak debutaba en aquel telefilme enfrentándose a un vampiro afincado en Las Vegas, ciudad que, por otra parte, es perfecta para un ser de esa naturaleza. El periodista acaba descubriendo el motivo real de unos asesinatos en los que una serie de mujeres aparecen desangradas. Acabará enfrentándose al vampiro y matándolo. Pero las autoridades no están dispuestas a que la verdad trascienda y el periodista es acusado del asesinato del sospechoso. Convertido en un reportero, Kolchak ha de abandonar Las Vegas y comenzar así un periplo profesional que le llevará a investigar casos espeluznantes.
El debut de Kolchak no solo fue un éxito de audiencia. Como producto televisivo era brillante. Conseguía, como bien explicaba McGavin, atemorizar más que aterrorizar, ya que los monstruos aparecían lo justo, manteniéndose entre las sombras. Las tramas tenían la solidez de la mejor literatura policiaca, eran entretenidas y no carecían de humor. Kolchak era el antihéroe perfecto y su voz en off, usada casi siempre para ir desgranando los frutos de su investigación a su grabadora, también se anticipó a la relación que años después mantendría el teniente Dale Cooper con la entonces enigmática Diane en Twin Peaks. Era televisión entretenida y con imaginación.
Y ese fue el nivel que se mantuvo cuando llegó The Night Strangler, el segundo telefilme protagonizado por Kolchak. La acción transcurre en Seattle, donde un alquimista ha de asesinar mujeres para mantenerse joven y allá va Kolchak para desenmascararlo. La parte final, con la persecución subterránea por las catacumbas de la ciudad, una urbe enterrada bajo otra urbe, era simplemente magistral. El nivel de violencia seguía siendo más del deseable para una cadena comercial, pero así y todo, se dio luz verde para convertir los casos del periodista en serie.
La llegada de Fred Silverman a la presidencia de la cadena ABC acabó con la vida televisiva del periodista de una manera nada sobrenatural. La serie no alcanzó el éxito que los telefilmes que la precedieron. Para colmo, Jeff Rice, autor de la novela, denunció a la cadena asegurando que nunca dio permiso para hacer la serie. Silverman, que detestaba el género fantástico, la finiquitó sin dudar. TVE emitió los dos telefilmes en 1982, que fueron un éxito de audiencia bajo el título Kolchak, el vigilante nocturno. La serie solo se pudo ver en formato DVD, muchos años después, constatando que la apuesta que había hecho McGavin por aquel proyecto había sido acertada. Kolchak es uno de esos raros casos televisivos cuya vigencia está por encima del paso del tiempo. Igual que sus monstruos.