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TIEMPOS POSTMODERNOS / OPINIÓN

El pacto verde de la UE

30/12/2019 - 

MURCIA. Tras la puesta en marcha de la actual Comisión Europea, con su presidente Ursula von der Leyen recién llegada a su puesto, la primera iniciativa conocida ha sido el “Pacto Verde Europeo” (European Green Deal) el pasado 11 de diciembre. Se trata del compromiso adoptado por la Comisión Europea para responder a los desafíos planteados por el medio ambiente y el clima. En concreto, es una estrategia de crecimiento orientada a convertir a la UE en una sociedad próspera pero, a la vez, eficiente en el uso de recursos y competitiva. El objetivo es que no se produzcan emisiones netas de gases en 2050, la llamada “neutralidad ambiental”, de manera que se desvincule el crecimiento económico del uso de recursos. 

Se trata de un proyecto ambicioso, pues anteriormente el objetivo era reducir las emisiones en 2050 entre un 85 y 90% de las realizadas en 1990. El nuevo objetivo es eliminarlas totalmente. La cuestión radica en si este reto es realmente alcanzable y si se dispone de instrumentos y de un suficiente nivel de acuerdo entre los 27 para lograrlo. Recordemos que la Estrategia de Lisboa (2010), que también incluía objetivos medioambientales, así como de empleo, I+D e innovación, supuso un importante fiasco político, al desatarse la crisis económica al final de la década y no lograr acercarse a los mismos. 

El encargado de desarrollar los primeros pasos de esta estrategia (a 30 años) es el vicepresidente de la Comisión, el holandés Frans Timmermans. Según sus propias palabras, “se propone una transición verde e integradora para ayudar a mejorar el bienestar de las personas y legar un planeta sano a las generaciones venideras”. El Parlamento Europeo acaba de declarar la “emergencia climática”, el 93% de los europeos consideran que el cambio climático es un problema grave, la misma proporción que ha llevado a cabo al menos una acción para combatirlo. Asimismo, un 79% de los europeos piensa que las medidas que se adopten con este objetivo van a ser la innovación. El anuncio (aunque estaba ya incluido en el programa de la Comisión von der Leyen), coincidió con la cumbre del clima y puede parecer, en alguna medida, oportunista. 

Fuente: Comisión Europea (2019)

La UE ha conseguido crecer durante los últimos 30 años un 61% reduciendo, al mismo tiempo, las emisiones contaminantes en un 23% (Figura 1). Los actuales objetivos pactados en la Cumbre de París contra el cambio climático pueden verse en la Figura 2: los objetivos para 2020 son los denominados 20x20x20. Es decir, reducir las emisiones de gases efecto invernadero un 20% respecto a 1990 (ya conseguido), que las energías renovables supongan un 20% de las fuentes de energía utilizadas y que mejore la eficiencia energética en un 20%. Pero ya existen otros objetivos fijados para 2030, que incluyen, además de mejoras en los tres elementos anteriores, objetivos específicos para diferentes tipos de vehículos, incluyendo los camiones, anteriormente no considerados. Sí que es cierto, no obstante, que la UE destaca por su compromiso en los acuerdos internacionales. Por ejemplo, más del 40% de la financiación mundial de la lucha contra el cambio climático procede de la UE y se encuentra implicada en colaboraciones con África o con el G20, éstos últimos responsables del 80% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero. 

Pero, ¿en qué va a consistir el Pacto Verde europeo? Además de ser climáticamente neutros de aquí a 2050, incluye la protección de la vida humana, los animales y las plantas, reduciendo la contaminación. Para ello, la UE pretende ayudar a las empresas a que se conviertan en líderes mundiales en productos y tecnologías limpias. El reto es cómo realizar dicha transición. La Comisión propone elaborar una “Ley del Clima”, de manera que este compromiso político sea una obligación jurídica y un incentivo a la inversión. Se propone actuar en todos los sectores: en primer lugar, descarbonizar el sector de la energía (que realiza ahora el 75% de las emisiones de efecto invernadero; en segundo lugar, aumentar la eficiencia energética de los edificios, que ahora suponen el 40% del consumo de energía; en tercer lugar, la industria, para aumentar su competitividad e innovación, puesto que ahora mismo sólo emplea un 12% de materiales reciclados; finalmente, el transporte público y privado, haciéndolo más limpio, pues en la actualidad supone un 25% de las emisiones.

Fuente: Comisión Europea (2019)

La principal dificultad con la que se va a encontrar la UE es el esfuerzo financiero necesario para cumplir estos objetivos, ya que implica una importante conversión de la economía. Sólo para alcanzar el 40% de reducción de las emisiones de CO2 en 2030 se necesitan 260.000 millones de euros adicionales al año (el 1.5% del PIB europeo). También existe el riesgo de que se produzca una pérdida de competitividad de las empresas, por lo que prevén crear un Plan Europeo de Inversiones Sostenibles y un Mecanismo de Transición Justa, para compensar a los perjudicados por el proceso. Para ello plantean que el presupuesto comunitario durante el período 2021-2027 destine un 25% de sus fondos a la “acción climática”. En la actualidad una buena parte de los fondos estructurales y, en concreto, del Fondo de Cohesión, se dedican a inversiones que mejoren el medio ambiente. Sin embargo, el esfuerzo es tan importante que no dejan de plantearse dudas sobre su sostenibilidad económica. 

Así, desde el servicio de estudios del Deutsche Bank, Eric Heyman es bastante escéptico al respecto, debido al elevado coste de todo el proceso y a la vaguedad sobre cómo lograrlo. Además, a pesar de que las emisiones se han reducido, hubo un período entre 2014-2017 en que éstas aumentaron. Su argumento es que aún no existen alternativas a la tecnología actual que nos permita reducir verdaderamente las emisiones sin renunciar a nuestra forma de vida. En los años venideros se planteará un debate social que tendrá que decidir a qué estamos dispuestos a renunciar ahora para lograr estos objetivos. 

Por tanto, parece pronto para evaluar este programa, todavía poco desarrollado y, en especial, cuando existen importantes dudas sobre su financiación. No obstante, ahora que acaba el año y la década, es el momento de tener buenos propósitos para los decenios venideros. Esperemos que no suframos nuevas decepciones. Feliz 2020.

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