MURCIA. La mujer... esa gran desconocida. El cincuenta por ciento de la población mundial, tratado como una minoría.
En otro artículo te exponía que el mundo es dual: existen norte y sur, positivo y negativo, masculino y femenino... Y no es posible entender una de las partes sin la otra. Las leyes naturales siempre van a actuar de manera que el equilibrio se reestablezca, con lo cual cualquier forma de hacer caer la balanza hacia el lado masculino supondrá una sacudida en cualquier sistema que pretenda sostener esta disyuntiva, ya de por sí contra natura.
"La violencia contra las mujeres es una verdad incómoda que siempre se ha querido ocultar"
La violencia contra las mujeres es un desequilibrio estructural, además de una verdad incómoda que siempre se ha querido ocultar. No importan las condiciones, puede presentarse en cualquier ámbito, cultura, condición social, país o nivel de economía cualquiera. El objetivo es siempre el mismo: La subordinación de lo femenino a lo masculino, favorecer la polaridad de género masculino con respecto al femenino.
Todo este problema tiene su origen en la complementaria forma que tenemos de manejar la fuerza más poderosa del universo: el amor. Dicho por Einstein: "Hay una fuerza extremadamente poderosa para la que hasta el momento, la ciencia no ha encontrado una explicación formal. Es una fuerza que incluye y gobierna a todas las otras, y que incluso está detrás de cualquier fenómeno que opera en el universo y aún no haya sido identificado por nosotros. Esta fuerza universal es el amor."
El amor es la única energía del universo que el ser humano no ha aprendido a manejar a su antojo. Puede medirse la fuerza eléctrica, la motriz e incluso la gravitacional, pero la fuerza del amor es una energía que sabemos que existe, pero no podemos controlar.
Esa fuerza tiene un lado oscuro, que sale cuando queremos manejarla a nuestro favor. Aquí lo vas a entender. Cuando las mujeres quieren manejan el amor oscuramente lo hacen con el viejo truco del chantaje emocional. No es más que eso. Casi todo podría resumirse en: "Si no haces lo que yo quiero no te voy a querer", o "Haces eso porque no me quieres". Pero en el caso del hombre, como no podía ser de otra forma, es justo al contrario: "Haz esto para que te quiera", o "Si haces esto yo sabré que me quieres". Como si realmente la fuerza del amor tuviera condiciones para existir. Como decía una frase en "Como agua para chocolate": El amor no se piensa, se siente o no se siente. Pues ahí vamos. Si hay condiciones, no es amor. Punto.
Cuando estar enamorada significa sufrir, cuando la mayoría de las conversaciones son acerca de él, de sus problemas, ideas, acciones y sentimientos, estamos amando demasiado. Es imprescindible ayudar a las mujeres adictas a esta clase de amor a reconocer, comprender y cambiar su manera de amar, para poder establecer una relación de pareja sana, feliz y duradera. (Las mujeres que aman demasiado).
Siguiendo la misma ley de polaridad, si inclinamos demasiado la balanza hacia el lado femenino obtenemos el feminismo radical, que no es más que el machismo de toda la vida, pero orientado hacia el otro lado.
La única forma de erradicar este absurdo y sobredimensionado conflicto, que frena subconscientemente las ganas de evolucionar de las mujeres por miedo a que les hagan daño, y mantiene en una cómoda posición de la jerarquía mundial al lado masculino, que les hace creer que realmente están ahí por derecho y no por méritos, es la correcta educación desde la familia de origen.
Hablamos de un monstruo de proporciones mundiales, que no hubiera nacido nunca si desde el seno de la familia no se hubiera alimentado día a día con cada gesto de desaprobación hacia la mujer, con cada mirada desafiante cuando piensa por sí misma, cada vez que se pone primero el plato del varón en la mesa, o se le dice a la mujer que está para comerse las sobras de la familia, con una naturalidad que borra cualquier sospecha de que no te lo dicen realmente con cariño, porque es así te van a querer más, ¿es retorcido, verdad?.
Toda esta sarta de improperios, si no se frenan a tiempo van subiendo de nivel poco a poco hasta llegar a la estadística de que el 70 por ciento de las mujeres experimentan violencia física o psicológica en el transcurso de su vida. Pero no es para tanto, ¿no?
Entre las formas cotidianas de violencia contra las mujeres —denuncia la ONU— se encuentran también el tráfico de mujeres, la mutilación genital femenina, el asesinato por causa de la dote, el "homicidio por honor" y la violencia sexual.
En nuestras manos está, tanto si somos hombres como mujeres, el explicarles bien a nuestras niñas (y niños) qué es el amor, desde nuestra pequeña isla de actuación, en nuestro círculo con nuestros más allegados, ya sean amigos, familiares, conocidos o hijos de todos ellos. El amor no duele, no te pide que hagas nada que no quieras, no te mira mal, no te juzga. Es una fuerza expansiva que te hace desarrollar todo tu potencial, te hace estar feliz... quizá no sepas cómo lo hace, pero sí sientes su fuerza.
Si la fuerza que sientes es la contraria, la que te contrae y te empequeñece, te cuestiona continuamente y te va anulando a ti para favorecer a otro, y no es equitativa... ya sabes, no es amor.