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Yásnaya Elena A. Gil: "No podemos enfrentarnos a la emergencia climática siendo monolingües"

La lingüística y activista recopila sus artículos sobre la realidad de las lenguas indígenas en México

7/05/2023 - 

MURCIA. Las lenguas configuran, no solo la manera de socializar, sino también una cosmovisión completa del mundo, una cultura que lo inunda todo. Una herramienta total, y parte de nuestra identidad. Lo hace de manera individual y colectiva, y reconoce en sí la idea de un pueblo, de una cultura y una nación. 

Yásnaya Elena Aguilar Gil ha dedicado su vida a luchar por la supervivencia de la lengua mixe y otras lenguas indígenas en México. Haciéndolo se ha dado cuenta de que la extinción de una lengua supone también la pérdida de una identidad colectiva entera, de una posibilidad de futuro, de la soberanía de ver y leer el universo y el tiempo tal y cómo lo han vivido y decidido. 

Algunas de esas indagaciones se recogen en Ää:Manifiestos sobre la diversidad lingüística, publicado con Almadía. Además, guarda una fuerte relación editorial con València a través de OnA Ediciones, que trabaja a medio camino entre el Turia y Chiapas. Minutos antes de la presentación de algunos de sus trabajos, Yásnaya Elena Aguilar Gil atiende las preguntas de Plaza.

- Antes de empezar a hablar de tu libro y de las lenguas indígenas, sería necesario poner en contexto los puntos en común y las diferencias entre el contexto mexicano y el español. ¿Qué distancias deberíamos salvar y cuáles no?
- Es una gran pregunta. Aquí siento que hablar de la diversidad lingüística tiene unas implicaciones políticas que, lamentablemente, no tienen allá todavía. Las lenguas se ven como un elemento del folclore y no como algo relacionado con los procesos de libre determinación de los pueblos. 

Por otra parte, tenemos en común varias lenguas sin Estado que, cuando el mundo se conformó en Estados, eligió ciertas lenguas para ser sus lenguas. No solamente eligió algunas, sino que, además, combatió activamente la existencia de otras. Tanto con el catalán como con el euskera compartimos ese estatus de lengua sin Estado. También un pasado de represión lingüística, unido a otro tipo de represiones.

En varios procesos de las lenguas de aquí que han sido oprimidas históricamente, late un ‘deseo de Estado’, que es un concepto de Gladys Tzul Tzul, una politóloga k’iche’. Hay un anhelo de convertirse en un Estado. Luego, dentro de varios movimientos detrás del hacer lingüístico en México hay unas prácticas y unos discursos anti-Estado que no decantan en el deseo de Estado.  Es decir, no es que en la región mi'je, de donde yo provenga, haya un gobierno central mi'je, ni haya un deseo de esa centralización del poder. Esto cambia un poco los horizontes de qué hacer y de cómo luchar por la diversidad lingüística. Eso sería otra diferencia.

También siento que los procesos de revitalización están muy avanzados. Nosotros estamos perdiendo cada vez más hablantes. Incluso con un gobierno que se dice izquierdas ha sido terrible y ha habido una política de “déjenlas morir”.  Aquí veo mucha más esperanza y nos demuestra que sí se puede recuperar a hablantes.

- ¿Hasta dónde puede un Estado ahogar una cultura y un idioma? O preguntado de otra forma, ¿cuál es el mínimo que un pueblo seguro que puede conservar?
- El modelo que nos hace equivaler Estado con Nación es incompatible con la diversidad lingüística. El hecho que haya más lenguas le recuerda al Estado español que no es una sola nación, que no es una sola identidad, porque en la lengua está codificada la idea de que somos pueblos distintos.

¿Cuánto puede reprimir un Estado? A veces me pongo pesimista, pero luego recuerdo una historia que me hace pensar que vale la pena luchar por esto. En 1660, en Oaxaca, donde yo vengo, los pueblos indígenas se rebelaron contra el orden de la Administración Española: los tributos eran tan altos que la gente se quedaba sin comer, varios alcaldes españoles habían entrenado perros para matar como un divertimento, varias mujeres mixes se provocaban abortos en público como una manera de protesta… Y se rebelaron tanto que expulsaron a los gobernantes españoles de ahí y se instala una utopía durante casi un año. Durante casi un año no hay, gobierno colonial y en su lugar hay un autogobierno.

Después llega una represión terrible. Se vuelve con todo y además castigan a los dirigentes. En ese contexto, entre enfermedades, guerras, etc., 9 de 10 personas nativas muere. La población mixe no se recupera hasta 1970. O sea, fue un apocalipsis.

Si después de esta rebelión yo viajara en el tiempo y le dijera a una mujer mixe “Oye, vengo del siglo XXI, seguimos resistiendo, seguimos hablando nuestras lenguas, seguimos teniendo nuestra tierra en propiedad comunal”, seguramente alucine porque lo recuperamos contra todo pronóstico. Cuando pienso que vamos a perder territorio, que con la emergencia climática va a morir mucha gente, cuando pienso que no vamos a lograr mantener nuestra lengua, pienso en esa mujer de esa rebelión y pienso que tal vez alguna mujer del siglo XXIV podría venir y decirme  que seguimos resistiendo.

Foto: Martin Herrera / Secretaría de Cultura Ciudad de México

- En la introducción del libro hay una idea interesantísima, que es la de abordar las lenguas desde una perspectiva ecologista. Nos encontramos, constantemente con personas que quieren que las lenguas se desarrollen en términos darwinistas, que resistan “las más fuertes” o “las más útiles”. ¿Por qué este punto de vista no tiene sentido?
- Para empezar, todas las lenguas son fuertes en la medida que vehiculan un pensamiento. Cuando me dicen eso de la utilidad, yo les contesto que si estoy hablando en mixe es porque me es útil, La utilidad está cada vez que yo lo hablo y me comunico. Creo que hay una falsa disyuntiva entre lenguas útiles e inútiles, por así decirlo. Primero, porque la utilidad existe porque la lengua existe; si no, no hubiera existido. 

La otra es que lo que le llaman a veces útiles son lenguas vehiculares, o francas, que en contextos de mucha variación lingüística puede una lengua comunicar varias sociedades. Pero estas lenguas han ido cambiando por motivos políticos: no es que, darwinísticamente, el inglés estaba destinado a ser lo que ahora es. En algún momento lo fue el latín, en otro momento lo fue el náhuatl en mi contexto, en otro lo fue el francés, y en algún momento lo será el chino mandarín, al parecer.  Así que, ¿qué posibilidades tenía una variantita del romance que era el castellano, que se hablaba ahí nomás en Castilla? Pues después se convirtió en lo que ahora conocemos por una serie de motivos políticos. No se puede sostener que hay lenguas mejores que otras, la evidencia científica nos dice que eso no es cierto. 

En todo caso, la existencia de una lengua franca no supone que mueran otras. El cerebro no dice  “¿quieres aprender inglés? Desinstala tu valenciano, porque ya no hay espacio”. Se puede hablar valenciano y también inglés, no hay ningún problema. Solo hay que decidir dónde los uso y para qué. En caso contrario, el danés estaría a punto de desaparecer. Hay lenguas indígenas con más hablantes. Si es tan “inútil” y debería estar desapareciendo y no. 

- Me interesa mucho también que problematices la propia militancia lingüística. Por ejemplo, cuando planteas que es peligroso vincular únicamente lengua con identidad.
- Yo creo que hay una relación clara entre lengua e identidad, porque identidad es una palabra que todo el mundo usa pero nadie define y a mí me daba mucha ansiedad no saber exactamente  qué te define. Además, la identidad es un conjunto amplio: yo también tengo una identidad de género, una identidad lingüística… Sin pretender que sea una definición, solo para contestar a tu preguntar, podríamos decir que la identidad es, de todos los rasgos potencialmente infinitos por los que una entidad colectiva o individual puede clasificarse, el subconjunto de estos que contrastan. Por ejemplo, tú y yo somos terrícolas. Es un rasgo que tenemos, y es un hecho innegable, pero es un rasgo que no forma parte de nuestra identidad, porque no hay contrastes.  Pero si llegan a la Tierra entes extraterrestres empezaríamos a hablar tal vez del orgullo terrícola y las lenguas terrícolas, y hacer un análisis de la diferencia entre la música terrícola y esas cosas. 

Esto mismo me pasa cuando voy a Los Ángeles, y a veces las identidades no son decisiones tuyas, sino son lecturas que hacen de tu cuerpo y de ti en el mundo. En la aduana de Los Ángeles o de Houston, de pronto me descubro latina. 

Entonces, claro que hay una relación entre lengua e identidad, pero no es una identidad como un monolito estática. Cuando aprendo otras lenguas mi identidad se expande. Yo también hablo castellano, el castellano también es mi lengua; las variantes de castellano que hablo son también mi lengua… Cuando aprendo inglés u otras lenguas, mi identidad no es determinante ni determinista, es compleja y cambiante, maleable.

- Se repite varias veces en el libro que estamos actualmente en una situación de extrema gravedad de desaparición acelerada de un porcentaje muy importante de lenguas. ¿Por qué cuando se soñó esa utopía de internet, en la que íbamos a tener un acceso horizontal a la creación de contenido y conocimiento se ha acentuado la colonización cultural y mediática de las lenguas? 
- Porque internet replica las relaciones de poder que hay en el mundo. Desde la misma base, los comandos para programar tienen bases lingüísticas, y esa base está en una lengua.

Además, a veces olvidamos que el mundo digital e internet están basados en el hardware. Tienen bases materiales: hay un montón de cables, hay servidores que están enfriándose y que necesitan energía eléctrica para enfriarse; para tener el celular hay litio que se está extrayendo de cierto lugar… Estas condiciones materiales, en realidad, están controladas y en manos de ciertas personas e intereses. Entonces vemos lo que ha pasado con los algoritmos racistas de y descubrimos que las asimetrías se replican también ahí. Internet da otras posibilidades, claro, pero replica las mismas opresiones. 

Además, ante la emergencia climática, este futuro hiper-tecnologizado que imaginamos dudo mucho que vaya a ser porque la inteligencia artificial necesita necesita un montón de agua y otros recursos que van a escasear. Que pensemos que ahora todos vamos a tener ChatGPT resolviendo nuestra vida y nos vamos a estar peleando por el agua con lo que necesita una planta de Google o Amazon… No sé, déjame dudarlo.

- Bueno, y déjame que el agua sea para beber o comer y no para resolver una duda en internet.
- Pero quién sabe, porque tal vez lo que va a pasar es que esta promesa de democratización pase porque quienes estamos en nuestros territorios tengamos menos acceso a internet y que ellos, la gente más rica del mundo que está provocando todo esto, prefiera buscar en internet cómo llegar a algún lugar antes que darte ese agua para vivir.

- Te quería preguntar por el folclore, que tú también criticas. ¿De qué manera una lengua, una cultura en peligro que está resistiendo, que es militante, puede abstraerse de esa situación y no ser autorreferencial y estar todo el rato pensando en aquello que le rodea para convertirse en una mirada para ver el mundo entero?
- Te responderé con una historia. Una vez participé en un proceso de alfabetización de adultos, de adultos que hablan una lengua indígena en un instituto. Hacíamos textos para saber su comprensión lectora, y lo hacíamos a través de temas como el maíz, que es importantísimo en nuestro contexto. Entonces, cuando se hacían las preguntas de comprensión lectora para ver si efectivamente leía, nunca sabíamos si te contestaban las preguntas porque conocían bien la milpa [el agrosistema de maíz, frijol y calabaza] o porque habían leído el texto. 

Empezamos a poner más bien otros tipos de texto; por ejemplo, sobre la historia del fotógrafo Kevin Carter. Y eso era algo que interesaba muchísimo, porque claro, las lenguas son vehículos para conocer el mundo. Si a mí me narran la historia de Japón en castellano y no en japonés,  dado que no puedo hablar japonés, bueno, pues igual dímela en mixe.

- No quería acabar sin preguntarte por la creación cultural. Hablas muchas veces de los derechos lingüísticos, que tiene que proteger un estado y hablas de ámbitos como la sanidad, la educación, o la justicia, que son esenciales. Pero, ¿qué importancia tiene la creación para preservar una lengua?
- Yo creo que toda. En México lo que han hecho es crear un nicho para lo cultural. Es decir, si tú quieres hacer un libro de poemas en mixe, probablemente, bueno, tengas muchos problemas para publicarlo, pero te lo celebran incluso porque hay premios y tal. Pero si tú quieres hablar en un proceso judicial en mixe, se te hace la vida imposible. El nicho cultural le supone al estado algo como que pareciera no político, que pareciera que no le afecta, que es el folclore y que incluso puede estar orgulloso de eso. 

Yo creo que hay que usarla como caballo de Troya por el sentido festivo y disfrutable de ella. Como que pareciera que no tiene un reclamo político, y en realidad se pueden tejer grandes alianzas.  Tiene una gran capacidad de creación de movimiento.

- En el libro hablas precisamente de qué políticas lingüísticas pueden ser más o menos efectivas. Que estar diciéndole a una persona “oye, es que tus hijos tienen que hablar mixe” no es tan efectivo como la filiación a través del disfrute de las manifestaciones culturales.
- Sí, yo creo que es crear ambientes de inmersión, digamos, donde puedas aprender del mundo y disfrutar de todo lo cultural también en tu propia lengua. Dado que la lengua atraviesa todo, casi todo puede estar ahí.  Mi experiencia en cuanto a que se vuelva un deber o una imposición… No podemos copiar los mecanismos con los que nos quitaron la lengua para ahora revitalizarla.

Eso es duro de aceptar, pero no podemos. Paulo Freire decía algo así que cuando el movimiento revolucionario se empieza a asemejar y a usar los mecanismos de la categoría opresora, sus objetivos se terminan identificando. Hay que cuidar, no solo diferenciarte del objetivo, sino la forma del proceso revolucionario. Entonces, si tu revolución es que la diversidad lingüística es importante para una sociedad más justa, que no podemos pensar futuros democráticos diversos, que no podemos pensar en enfrentar la emergencia climática siendo monolingües porque las muchas claves de cómo enfrentarla están en muchas lenguas… Entonces no podemos replicar los mecanismos con los que nos arrebataron la lengua para intentar salvar la nuestra, porque entonces nuestros objetivos empiezan a identificarse.

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