CARTAGENA. La misma Asamblea Regional que una semana antes vivía un bronco debate, cargado de reproches entre políticos que llevaban más de un mes sin batirse en el atril, acogía esta vez una sesión bien diferente: reinó un tono más mesurado, menos tenso, menos áspero. Hubo dimes y diretes entre sus señorías, naturalmente; pero nada que ver con la estampa de hace seis días: si la intervención de López Miras trajo la guerra entre los portavoces del Gobierno y la oposición, la comparecencia de Isabel Franco vino aparejada de la paz.
La vicepresidenta sacó pecho de su gestión al frente de las residencias y se afanó especialmente en negar que existiera descoordinación ni problemas de comunicación con el consejero Manuel Villegas. "Lo desmiento categóricamente. Villegas y yo hablamos mucho", respondía ante los comentarios de la oposición, que le había afeado sus cartas públicas que traslucían una posible falta de cooperación. Las misivas de una consejería a otra, justificó Franco, se enviaron "por transparencia" y "siempre con previa llamada" al titular de Salud.
Diego Conesa tomó la palabra y la usó en sus primeros minutos para relatar la posición del PSOE en el confinamiento mientras enumeraba todas sus propuestas lanzadas al Gobierno. "Esa es la labor del PSOE en este tiempo", remachó, en una pose que más bien parecía rendir cuentas de su labor como oposición que una fiscalización de la vicepresidenta. Se recompuso rápido Conesa, que, sin perder su talante, le advirtió de que su obligación como líder de la oposición es ejercer la crítica.
Y se puso manos a la obra: el socialista le reseñó que hubo fallos en la comunicación del IMAS, que "generaron incertidumbre", le reclamó más colaboración con los ayuntamientos y le pidió más medidas para los mayores y los discapacitados. Con todo, Isabel Franco nunca ha sido una adversaria para el lider del PSOE -ambos pudieron ser socios de Gobierno en aquel tórrido verano de 2019-, y el alhameño concluyó su exposición con buenos propósitos y le tendía la mano: "Le damos un voto de confianza". También le dedicó un piropo con pullita incorporada, tan común en política: "Ha sido la única consejera que me ha llamado, la única que ha informado a los portavoces junto con el consejero de Salud".
Juan José Liarte cayó esta vez en la cuenta de que era un político de Vox, y no el portavoz constructivo que demostró durante el pleno anterior, y sacó la artillería contra los errores del Gobierno nacional, sin duda el tema de debate del día (¿?). La celebración de eventos masivos del 8 de marzo, las mentiras del Ejecutivo central, la falta de muestras de luto... Los citó, argumentó, para mostrar que, visto así, la gestión regional no había sido un desastre. Pero Liarte sí subrayó errores de la Comunidad a través de una batería de preguntas: ¿Acaso el Gobierno regional no recibió las alertas de la OMS? ¿Es lógico que se comuniquen por carta las consejerías de Salud y Política Social?
El diputado también protestó sobre la prioridad para las víctimas de la violencia de género, una cuestión que solamente irrita a Vox. Su frase textual fue así: "Con todos mis respetos [a las víctimas], ¿por qué, señora Franco?; ¿qué preferencia tienen que tener frente a los sanitarios y otros grupos de riesgo?". Eso sí, que conste en acta, Liarte mencionó el asunto tabú que sigue sin aparecer en ningún debate pese a su relevancia: los suicidios, para los que demandó un plan de actuación.
Más comedida se mostró María Marín, la portavoz de Podemos, muy dura contra López Miras. A Franco tampoco le regaló los oídos, pero suavizó el tono: le matizó que hace frente a una crisis social y sanitaria, no solamente es una tragedia para la salud; le echó en cara su ausencia pública durante la pandemia -"¿Por qué no comparecen juntos Villegas y usted?"- y lamentó la falta de protección del personal de las residencias.
Claro que si Franco quería elogios, ahí estaba Francisco Álvarez: el diputado de Ciudadanos brindó cuantiosos parabienes a las consejerías de Franco y de Villegas. Ah, y también puso versos al poema de Machado que anunció Conesa y cuyas palabras no recitó sin conocerse el motivo [el socialista aseveró: "Ante las palabras de Vox, me agarro a las alusiones de Antonio Machado...", dejando en ascuas a la Cámara]. En cambio, la popular María Carmen Ruiz Jódar prefirió resaltar "los desprósitos" del mando único de Pedro Sánchez. O sea: Ciudadanos loa al Gobierno regional, el PP riñe al Gobierno nacional.
Franco recogía el guante de los portavoces: reconoció errores, aunque sólo detalló uno -"El servicio de teleasistencia se dio a conocer por los medios de comunicación"-, y admitió que "en ocasiones han tenido que improvisar", dadas las circunstancias y dado también que "es una crisis nunca vivida antes, sin planes ni modelos preconcebidos". La consejera se defendió de Marín: "No me he echado fotos en mis cien reuniones". Y proclamó que no entrará en la confrontación política "mientras haya vidas en juego". Pues pregonó que no la iban a encontrar criticando a ministros y secretarios de Estado por instrucciones poco concretas o confusas de Madrid. No, no hizo leña del árbol del Gobierno, pero, por si acaso, ahí dejó dos calificativos, flotando en el aire: "confusión" e "instrucciones poco claras".