MURCIA. «Lo que al mar le fue robado, al mar será devuelto». Esta frase da la bienvenida a La isla (Reservoir Books, 2021), la novela gráfica más larga de la ilustradora Mayte Alvarado hasta la fecha, y una de las que más alegrías le ha reportado por los numerosos galardones que ha cosechado a su paso. El éxito, asegura la autora de cómics extremeña a Culturplaza, ha sido «discreto», pero constante. Y es que, si el 2021 se cerró con su trabajo en las listas de recomendaciones literarias del año, este 2022 no pudo arrancar de mejor forma, con los reconocimientos de Autora Emergente de la ACDCómic y el Premio Antifaz del Salón del Cómic de València en sus manos. Algo tiene La isla, y ese algo es, en gran parte, una cuidada elección de colores y trazos enmarcados en una historia tan hipnótica como poética.
La isla nos presenta a unos habitantes que viven presos de una antigua leyenda que advierte que una gran ola llegará un día para arrasar todo y sumergir sus hogares en la profundidad del océano. Por ese paisaje onírico creado por Alvarado deambulan tres personajes principales: una joven que se plantea los límites de su pequeño mundo, un hombre que vive aferrado al dolor tras una grave pérdida y un perro que parece la ensoñación viviente de la leyenda de la isla. Pero no solo ellos son los protagonistas: el color y la forma también forman parte de este elenco coral y cumplen una importante función narrativa. «Quería que funcionara visualmente», expone Alvarado. Tanto es así que solo ha utilizado el texto para incorporar matices sobre el lienzo general.
Para ello, la ilustradora ha empleado una gama de colores que abarca desde el azul hasta el ocre utilizando la técnica de la pintura acrílica, recurrente en su trabajo. «Establecí unos esquemas básicos, azules y ocres, y tres colores para el mar; seis para las rocas, que se van repitiendo… a partir de ahí, fui variando las tonalidades para adaptarlas a los personajes», cuenta Alvarado, que tardó dos años en materializar todo el relato.
Otro elemento que destaca en La isla (no podría ser de otra forma) es el mar; un mar ondulante que está constantemente presente en la historia de forma visual, pero también simbólica. Y es que, pese a que la ilustradora confiesa que no tiene ninguna especial conexión con el océano, fue el folclore alrededor del mar lo que la llevó, en parte, a utilizarlo como símbolo de «fuente de vida y fuente de muerte». El mar, en definitiva, como «círculo» por el que se mueven constantemente los personajes y que también sirve para contener las dos grandes temáticas que aborda la obra: el aislamiento y la pérdida.
Porque, si algo es una isla, es una porción de tierra rodeada de agua por todas partes. Con todo lo que ello implica.
El aislamiento (geográfico y emocional)
«El aislamiento es el tema central de La isla», expone Mayte Alvarado, que evidencia que en la novela gráfica todos los personajes ganan algo y pierden algo; y que esas dos circunstancias «los aíslan de los demás». El hombre, por un lado, ha sufrido una pérdida que le impide pasar página; la joven, por otro, se siente atraída por las profundidades del mar como una moderna Alfonsina Storni que ansía la «catarsis» que entraña sumergirse en el agua. La isla no es únicamente un espacio geográfico, que también, sino una suerte de lugar mental donde también habitan los personajes (y hasta aquí podemos leer).
La pérdida, por otro lado, es un tema habitual no solo en La isla, sino en toda la obra de la extremeña. «Me preocupa perder a gente», admite Alvarado. De forma inconsciente, ese miedo, presupone, se reproduce en su trabajo. Lo hace en una época donde la gran conectividad que nos ofrecen las nuevas tecnologías no es un revulsivo para comunicarse más. «No es algo que haya decidido tratar», reflexiona preguntada por el aislamiento que lleva implícito el concepto de isla en un momento como el actual, «pero todo está relacionado», medita.
Autoedición y convicciones
Para Mayte Alvarado La isla es la síntesis de todo lo que ha dibujado hasta el momento y lleva, sin duda, su sello propio. «Aunque siempre estás en cambio y siempre hay una evolución, creo que tengo un estilo bastante definido y asentado: reconocible», expone la autora de cómics, que ha publicado también cuentos ilustrados y cómics como E-19 (2015), Descalzos: los doce apóstoles de México (2017) o El lago (2018).
En el camino recorrido hasta ahora los fanzines y la autoedición han marcado de forma decisiva el rumbo. «Te mueves de festival en festival, intentas que se conozca tu obra… pero con la autoedición llegas a un límite; de no pasar de ese circuito», señala Alvarado, que comenzó así a introducirse en el sector del cómic y la ilustración. Por ese mismo motivo, señala, la difusión y distribución que le ha ofrecido Reservoir Books con La isla ha supuesto una gran diferencia: un antes y un después en su carrera. «Decidí preparar el proyecto [La isla] para un concurso que no gané, pero aproveché para enviarlo a otras editoriales. Al final fue Reservoir Books la que decidió sacarla», cuenta.
No siempre lo ha tenido (tan) claro, eso sí. Contaba con más de 30 años cuando decidió coger los pinceles por primera vez. «Estudié Comunicación Audiovisual y trabajé muchos años como editora de vídeo y grafista. Empecé a dibujar porque estaba cansada de pasar tanto tiempo en el ordenador», confiesa. En su caso, a diferencia de otros ilustradores, no palpitaba la pasión por el dibujo o la pintura desde la más tierna infancia. «Fue, más bien, algo que me encontré y me gustó. Pero nunca pensé en hacer cómics. No puedo presumir de una vocación, sino de pequeñas decisiones que me han ido llevando hasta donde estoy ahora», evidencia la extremeña.
Aun así, Alvarado no duda en que le gustaría seguir creando cómics en el futuro. «Tengo otro planteado ya, aunque sé que vivir de esto es complicado, y tienes que compaginarlo con otros trabajos», apunta. Por el momento, transitar por la isla (su isla) a la espera de descubrir otros horizontes es suficiente.