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Vergüenzas y silencios cuando la pederastia anida dentro de una familia

22/08/2024 - 

MURCIA. El audiovisual francófono se ha inclinado en los últimos años por dramas procesales alejados de la espectacularización del cine estadounidense sobre juicios. Este próximo 6 de septiembre, el director Joachim Lafosse (Uccle, Bélgica, 1975) suma su película Un silencio a esta tendencia de tensión contenida donde destacan títulos como Saint Omer. El pueblo contra Laurence Coly (Alice Diop, 2022), Anatomía de una caída (Justine Triet, 2023) y Víctima imperfecta (Delphine Girard, 2023). 

"He rechazado ser espectacular ex profeso. Si muestras instantáneas de lo sucedido a la audiencia es como cuando ves un accidente de coche, que por la realidad del trauma, dejas de pensar -compara el realizador belga-. Quiero mostrar el efecto de un crimen sexual y proponer a cada espectador ser el cineasta de la historia, de modo que la película sea diferente para cada cual".

En su décimo largometraje, el responsable de Élève libre (2008), Luna de Valencia al mejor largometraje en Cinema Jove, y Los caballeros blancos (2015)Concha de Plata al mejor director en San Sebastián, cuenta la historia de la esposa de un famoso abogado inmerso en la defensa de un caso extremadamente mediático. En ese trance profesional donde su hogar está expuesto a una profunda fricción, los dos hijos de la pareja se deciden a emprender su propia búsqueda de justicia por un suceso familiar ocurrido 25 años atrás y silenciado hasta el momento. 

La trama se basa en un suceso real, el de la inculpación y condena posterior por posesión de pornografía infantil del abogado belga Victor Hissel, quien, paradójicamente, había ejercido de defensor de las familias de dos víctimas del pederasta y asesino en serie Marc Dutroux.

"Mi personaje ha encontrado su máscara y hallado la redención trabajando para los padres de víctimas de delitos de ese tipo a fin de lavarse la conciencia”, concluye el guionista y director.

La piel de cordero de Daniel Auteuil

El papel del letrado fue rechazado por varios actores famosos franceses, "porque consideraban que no se ganan premios con perfiles así y podía ser perjudicial para sus carreras", desvela Lafosse, quien finalmente, ganó con la espera, ya que el rol ha sido asumido por Daniel Auteuil, que por ser una suerte de Tom Hanks francés provoca sentimientos encontrados en el público. 

La película es muy medida, de una solemnidad que contrasta con las propuestas que abordan con sensacionalismo sucesos así. No hay drama, pero sí un crescendo de desasosiego. Esa propensión a las tomas extendidas en el tiempo es marca de la casa. En películas como Élève libre y Propiedad privada (2006)Lafosse reconoce haber sido muy dogmático, al ponerse como meta limitar ambas películas a 81 planos.

Entre sus referentes cita a Jane Campion, Abbas Kiarostami y Akira Kurosawa, "porque no hacen propuestas moralistas, aunque sus películas son morales". 

Lafosse habitúa a rodar guiones sobre personajes perversos para tratar de entenderlos, pero en esta ocasión su intención era juzgarlos y terminar con un proceso. 

Los grandes abogados de los protagonistas han sido sus intérpretes: "Para los actores es imposible dar vida a sus papeles si los juzgan, deben empatizar y así se convierten en sus defensores en las películas".

En su escritura, lo que le resultó más arduo fue desarrollar el personaje de la esposa, al que encarna Emmanuelle Devos, por su negación de la realidad. De hecho, asegura que le gustaría ejercer de su abogado, "porque ella también es la víctima de este crimen sexual y la culpabilidad se convierte en una losa conforme va pasando el tiempo y calla".

El espejo se gira hacia Lafosse

Para Lafosse era importante contrastar la vivencia de la pederastia en el seno de una familia  a través de dos generaciones, la de la madre y la de su hija, cuyas vivencias se hallan marcadas por la cascada de denuncias desencadenadas a partir del movimiento Me Too. 

"Vivimos un tiempo maravilloso, en el que hay una atención en la escucha cuando alguien habla, pero los psicólogos advierten de que no hay que forzar, hay que dar a las víctimas el tiempo que necesiten. Condenar o juzgar a alguien que no ha tenido la fuerza de hablar no es una buena forma de facilitar esa confesión, porque el miedo al señalamiento provoca que los involucrados prefieran guardar silencio".

Joachim sabe de lo que escribe. Esta es la segunda ocasión -la primera fue Élève libre-, en la que aborda los abusos sexuales a menores, porque él mismo fue víctima. "Después de 15 años de psicoanálisis decidí hacer una película sobre mi vergüenza y quizás, también, la de mi madre, porque no es el perpetrador el que la siente".

Las connotaciones personales en su cine dieron un giro triste e inquietante este pasado mes de junio cuando el periódico Libération publicó una investigación que recogía los testimonios de una decena de mujeres que describen actos de violencia y acoso sexual en los rodajes del cineasta belga, marcados, en palabras de las entrevistadas, por "un patrón de depredación". 

El reportaje se originó después de que la montadora Sophie Vercruysse fuese premiada en los Premios Magritte, los Goya belgas. En sus palabras de agradecimiento, definió la industria audiovisual de su país como “un mundo donde la excepción cultural ha llevado con demasiada frecuencia a una ceguera excepcional respecto del equilibrio de poder, la influencia y el maltrato. Un mundo donde los depredadores pueden dañar a hombres y mujeres con total impunidad. Este sistema debe terminar”. 

Consultada por el diario francés, Vercruysse señaló a Lafosse. La especialista ha trabajado hasta en seis ocasiones con el realizador y define las experiencias como "otras tantas cicatrices en mi cerebro".

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