VALENCIA. Fernando Trueba, reconocido director español, presentó esta semana su nuevo filme, Isla Perdida. La película, que combina elementos del thriller psicológico con una historia de amor, se sumerge en la historia de Álex (Aida Folch), una joven que llega a una isla griega donde descubrirá secretos oscuros y pasiones intensas a partir de su relación con Max (Matt Dillon), un músico con un pasado por ocultar. Trueba desgrana para Murcia Plaza algunas de las decisiones narrativas del film.
- ¿Por qué abordar una película de cine negro que se desvela gradualmente?
- Mi objetivo era realizar una película de cine negro, un género que considero fundamental. Quería comenzar en un entorno cotidiano y luminoso, para luego sumergir a los personajes y al espectador en una atmósfera cada vez más oscura. La idea era que la evolución interior de los personajes se reflejara en el ambiente que los rodea. En resumen, buscaba un contraste entre la luz inicial y la oscuridad final, tanto a nivel narrativo como estético.
- ¿Por qué el cine negro es para ti el género por excelencia del cine?
- Creo que el cine negro, el suspense, es el género más cinematográfico porque obliga a la cámara a ser parte activa de la narración. A diferencia de otros géneros, donde la cámara simplemente observa o retrata, en el suspense la cámara, el estilo, es lo que te ayuda a contar la historia, a crear sensaciones, a provocar angustias y miedos. Hitchcock es un claro ejemplo de esto, es un director de directores. Aunque no sea el mejor director de todos los tiempos, fue un maestro del suspense y prácticamente se dedicó exclusivamente a este género. Los críticos franceses fueron los primeros en reconocer la importancia de Hitchcock y en destacar cómo su trabajo exploraba las posibilidades visuales del cine de una manera única. Antes de eso, Hitchcock era visto como un director comercial, pero no como un artista. A partir de los años 50, se empezó a valorar su trabajo y a comprender la profundidad de su cine.
- Las vidas de los músicos te persiguen también en las ficciones de tu filmografía, ¿qué tienen?
- Me atrae mucho el poder de la música como elemento dramático y de suspense. La idea de que unas simples notas puedan provocar una reacción tan intensa en el espectador es muy interesante. Además, la música siempre ha estado presente en mi vida y en mi cine, desde mi primera película. No solo la música en sí, sino también la escucha. En esta película, la música juega un papel clave en varios niveles. Por una lado, la música de Preisner crea una atmósfera específica y acompaña la trama. Por otro, la música de la época, las canciones del 2001 que evocan una época determinada.
Luego, la música griega tradicional que aporta un toque de autenticidad y ambienta la historia. También, claro, la música que el protagonista tocaba en el pasado revelan aspectos de su personalidad. Y finalmente la canción de Leonard Cohen, Alexandra Leaving, sirve como inspiración para el personaje y para la trama. Cohen tomó como referencia un poema de Cavafy que hablaba de Alexandria; la convierte en una mujer y lo transforma en una historia de amor.
-Para el espectador puede ser frustrante acompañar a Álex en ese ir conociendo pequeños detalles del pasado de Max, y pedirle varias que le cuente toda la verdad, y él se sepa escapar siempre. ¿Cómo planteaste estas escenas?
-Sí, eso era una de las cosas que me interesaban de la película. Siempre que hay un personaje que tiene algo oculto y hay unas sospechas, hay un misterio que descubrir. Álex, a su vez, no lo quiere descubrir porque quiere al personaje de Max, está enamorada. Está entre no querer saber nada y ser feliz y a la vez el miedo a descubrir la verdad.
-¿Por qué incluir tantos idiomas en la película? Español, inglés, griego, portugués... ¿Cuál es la razón de esta mezcla?
-Vivimos en un mundo globalizado. Es común encontrar personas de diferentes nacionalidades en cualquier entorno. Quería reflejar esta realidad en la película, pero además quería que los tres personajes principales, aunque sus destinos se crucen, se encontraran fuera de su zona de confort. Por eso ninguno de ellos es griego.
-La primera parte de la película es luminosa y tranquila, pero ¿por qué se mantiene tan separada del misterio que domina la segunda? ¿Por qué la protagonista no se enfrenta a este enigma desde el principio?
-La isla representa tanto la belleza y la paz como el encierro y la desesperación. Es un lugar paradisiaco que se convierte en una trampa. La película sigue psicológicamente a Álex en su viaje a esta isla, desde su llegada hasta su partida. Yo les decía que la película era un western ambientado en el mar. Primero, porque el agua es omnipresente; y segundo, porque en los westerns siempre hay un personaje que llega a un lugar como forastero, se encuentra con unos personajes locales y allí ocurre un conflicto que hay que resolver y al final irse. O sea, ese es el esquema más clásico de western que yo conozco, que más veces hemos visto, y de alguna forma esta película también participa un poco de eso.