MURCIA. La tradición está más de moda que nunca. Y es que miles de murcianos han vuelto a ponerse el despertador en este día festivo para mantener un año más la costumbre de acompañar a la patrona de la ciudad, la Virgen de la Fuensanta, en la Romería que la lleva de vuelta a su santuario, lo que marca el fin de las fiestas.
Flores, velas y aplausos han arropado a 'La Morenica' durante todo el camino, que ha estado impregnado por el ambiente festivo de una celebración más que arraigada, pues devotos de todas las edades han realizado el recorrido, desde personas mayores hasta niños de cuna pasando por todos los intermedios.
"Yo desde cuna me venía con mi familia todo el camino hasta arriba", explica Ángel en conversaciones con Murcia Plaza, que en esta ocasión está realizando la subida en compañía de su pareja, Ana, que acude a la Romería por primera vez: "Estoy todo el rato haciéndole preguntas porque pasan muchas cosas que no entiendo, como cuando se ha puesto a bailar un grupo de gente o detienen a la Virgen para poder echarle flores. Es bonito cómo todos participan en algo así".
Y es que esta tradición tiene un fuerte componente social, pues buena parte de Murcia ha salido este martes a la calle para celebrar la ocasión. En consecuencia, no faltan los encuentros, los saludos, los "qué alegría, cuánto tiempo" y los corrillos que se forman justo después.
Tampoco faltan quienes simplemente quieren disfrutar del paso de 'La Morenica', pues no faltaban sillas de playa a cada lado de la acera para que los espectadores se introduzcan en el ambiente festivo: "Soy de aquí del Barrio (del Progreso) y me gusta verla pasar. Soy ya muy mayor para subir al monte", comenta Fina, una vecina que acostumbra cada año a ver pasar a la Virgen para volver a casa y preparar la comida para sus hijos y sus nueras, que sí que suben al monte pero no faltan a la reunión familiar.
Aprovechando el buen tiempo que se ha impuesto este año, los murcianos han salido de sus casas equipados con gafas de sol y gorra, dos complementos necesarios para completar la caminata con las temperaturas del fin del verano. Tampoco faltan bastones y, sobre todo, mochilas, elemento clave para guardar una más que necesaria botella de agua y el clásico bocadillo, merecido premio tras la subida.
Sin embargo, tampoco faltaban las pausas para el refrigerio donde ya de buena mañana se exhibían las cervezas en las manos de los caminantes, en contraste con otros muchos que portaban un chocolate con churros más propio de la hora.
"Es una tradición nuestra, que salimos siempre las mismas cuatro amigas cada año. Desde que sale la Virgen la acompañamos y luego esperamos a que entre al santuario. Lo hacemos por el gusto de vivirlo, porque ya hemos pasado los años de pegarnos la fiesta y nos apetece más la Romería", comenta un grupo de amigas, cerveza en mano: "También está el sentimiento religioso, que nos mueve".
Y es que, pese a que la fiesta ya ha trascendido a la religión por sí sola, lo cierto es que esta no se olvida en ningún momento y se mantiene presente a lo largo de todo el camino: "Es nuestra patrona y es lo más importante que hay. Siempre le pedimos que nos ayude, que nos dé salud y que nos eche una mano", remarca por su parte una pareja de personas mayores, que confiesa que no realiza el recorrido completo "como cuando eran jóvenes" y se subían al monte con una tortilla de patatas, pero que gustan de acompañar a 'La Morenica' todos los años aunque sea durante un trecho.
Otro elemento que tampoco pasa desapercibido es la música que acompaña durante el camino, pues a la sinfonía de pasos y el murmullo generalizado acostumbran a sumarse castañuelas y cánticos espontáneos. De hecho, un grupo incluso llevaba su propio micrófono para cantar a la virgen un año más. Seguramente, el año que viene vuelvan a hacerlo, al igual que todos los demás.