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Psicología cotidiana / OPINIÓN

Una realidad incómoda

29/01/2021 - 

MURCIA. Según Save the Children, en España entre un 10 y un 20% de la población ha sufrido algún tipo de abuso sexual durante su infancia.

Se sabe que el 85% de los ASI (Abuso Sexual en Infancia) se producen en el entorno familiar y que el 25% de los menores abusados se convierten ellos mismos en abusadores al llegar a adultos.

"Los menores abusados viven en un mundo no confiable"

A lo largo de la historia, los estudiosos del tema señalan que no siempre se ha dado credibilidad y grado de realidad a la existencia de los ASI. El primer libro que se publica en 1878, escrito por A. A. Tardieu, prestigioso médico de la Universidad de París, despertó poco interés entre sus colegas y en la sociedad en general.

Desde entonces hasta el presente, el tema ha ido apareciendo en el discurso social y científico de forma intermitente. Unas veces negando su existencia, otras demonizando a los menores como perversos mentirosos; y otras, más alentadoras, reclamando la necesidad de prestar atención a esta realidad.

Fabiana Tomei recoge de Jean Goodwin el concepto de  "alucinación negativa compartida" para referirse a la actitud de evitación social que, legos y no legos, han mantenido, desde siempre, hacia la evidencia de victimización de la infancia.

No es indiferente el discurso social y profesional en el ASI, dice Fabiana Tomei: "Un acto acontecido y secreteado exige la confirmación del mundo exterior. La negación de la realidad, es un ataque al psiquismo de la misma de igual intensidad que lo fue el hecho. Es un nuevo disparo al cuerpo y a la cabeza del traumatizado".

La vivencia de desamparo es central en la experiencia traumática abusiva. El abusador ataca la seguridad básica del niño, el apego; por tanto, la matriz relacional.

El abuso no es un atentado a la sexualidad solamente, hace metástasis, seguirá diciendo Fabiana Tomei. Es un ataque a la sexualidad, a la percepción, al pensamiento, a la intimidad y a las categorías morales del niño o la niña. Es decir, el abuso atentará directamente a la capacidad de sentirse seguro con las personas que deben sostenerle emocionalmente.

La niña o niño abusado es un niño desolado y desconfiado, que experimenta vivencias de vacío, de desvalimiento y desamparo.

Los menores abusados viven en un mundo no confiable. El tener que hacerse cargo de sí mismo y negar sus necesidades de amparo ante un medio hostil es lo que les da la dureza reactiva que denominamos sobre adaptación.

El traumatismo está almacenado en la psique, según Benyakar, como la esquirla de un disparo, pero no puede ser puesto en palabras. Para que pueda ser narrado ha de ser recordado, pero el hecho del abuso, por su propia naturaleza, queda grabado de manera pasiva, violenta y deshumanizante, una marca sin palabras. Se mostrará como invasión de sensaciones caóticas, como fragmentos enloquecedores que son actuados o rexperimentados como flash back.

En 2020, en la Región de Murcia, los casos derivados a Proyecto Luz están en torno a los 200, de los cuales a fecha de 18 de enero de 2021 han sido atendidos 180. Aunque no se pueda concluir de todos ellos el abuso, sí se puede decir que han sido expuestos a situaciones que necesitarán de acompañamiento psicológico para elaborar lo vivido: exploraciones, reacciones de los adultos ante la sospecha….

¿Es tolerable que este servicio esté externalizado, por tanto, sujeto a un presupuesto cerrado limitando las posibilidades de atención? ¿Es tolerable que más de 20 menores estén a la espera de exploración y tratamiento respecto de un drama que atenta  directamente a su psiquismo, a sus vidas?

No podemos seguir en esta "alucinación negativa compartida" como si todo estuviera bien, como si fuera suficiente con lo que hay, como si no hubiera fallos y debilidades en la respuesta de las administraciones públicas  tanto en la prevención, detección, procesos judiciales… como en la atención y en el tratamiento de las víctimas.

Una verdadera protección a la infancia nos obliga a mirar y a actuar sobre esta realidad incómoda.

Mercedes García Motos

Colegio Oficial de Psicología Región de Murcia

Psicóloga de Intervención Social

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