MURCIA. La princesa Leonor ha jurado bandera. Confieso que vi la retransmisión picada por la curiosidad y aburrida de los comentarios políticos acerca de la unidad de España, la monarquía, la amnistía, las investiduras y los debates cansinos. Tampoco he leído, como suelo hacer antes de escribir un artículo de opinión, noticias relacionadas para evitar la contaminación cruzada. Me decidí a verlo sin prejuicios, siendo consciente de las emociones que pudiesen despertarse en mí o de los pensamientos que desfilaran por mi trepidante cabeza.
Y allí estaba ella, la que será reina de España y heredará un país distinto al que heredó su padre. Una mujer físicamente bella, que se intuye formada, educada y comprometida con sus funciones. Su jura fue impecable sin dejar de tener un punto de naturalidad, de frescura. La responsabilidad que asume, tanto por las tareas que hereda como por los errores de antepasados que purga, se percibe en su semblante decidido. Sus padres, controlando en ocasiones una emoción natural, se muestran coherentes en el desarrollo de sus obligaciones e incluso en el de su vida privada. Y las palabras unidas a los hechos, antes o después, son siempre una garantía de éxito.
Leonor representa un hito en nuestro país por la igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres. Es la cara que refleja en primera persona, con realidades, que vencer injusticias por cuestión de género es posible. Su presencia ha traído a primera plana el papel de las mujeres en las Fuerzas Armadas, que ha cambiado tantas cosas dentro de ellas. Las mujeres del Ejército tienen mucho que contar, y también el propio cuerpo militar, relativas a su adaptación acorde con la evolución humana.
"Ella besa la rojigualda y luego desfila"
En paralelo a todo esto, volvían a resaltar conceptos que tanto se maltratan en el debate político e incluso educativo: España, bandera, valores, compañerismo, superación, compromiso, cooperación, generosidad. Palabras que cada vez menos se toman en su justo valor porque la gente tiende a ir "a hablar de su libro", cada cual con sus palmeros. Pero resulta que la defensa del país y su bandera por encima de intereses personales es una premisa en el Ejército. Y así lo juran. Claro que jurar o prometer también lo hace la clase política, con nefastos resultados. La España plurinacional del ideario de algunos, frente a la España una, grande y libre, de otros. La España que habla español (no voy a escribir castellano), frente a la que habla solo la lengua de su comunidad autónoma, de haberla. Y así vamos llegamos a lo tremendamente difícil que es hacer efectiva la tolerancia junto al respeto ante a tanto grillo dando un concierto. La clave para evitar la desintegración es dar con el pegamento, la carga eléctrica, el magnetismo o la fuerza sobrenatural que mantendrá unidas a todas las partes. He aquí el quid de la cuestión.
Tremendo trabajo el de Leonor de Borbón y Ortiz. Pero también es su futuro. Viéndola en las calles de Zaragoza, en la Academia General, en Gales estudiando, puede decirse que su semblante tranquilo afronta el futuro gracias a un pilar sólido. Un pilar construido, además de con su herencia, con una educación recibida entremezclada de tradición y vanguardia, la comunicación que es evidente mantienen entre los cuatro miembros de la familia o el pensamiento crítico que aporta la progenitora criada libre y la sabiduría de un progenitor que ha sabido tener templanza y autorreflexión, ambos formados con una visión muy amplia del mundo.
Ella besa la rojigualda y luego desfila. De vez en cuando mira a sus padres. Los sentidos están despiertos porque atiende a las órdenes, a la corneta, a los ojos puestos en ella. Por su cabeza pasarán infinidad de pensamientos o, quizá, ninguno. Es algo que solo ella conoce. Habrá personas que opinen que ha nacido con todo hecho, que va a mesa puesta o que gracias al trabajo de los españoles mantiene su posición. Todo esto es tan viejo como el mundo, lo es porque el poder genera controversia siempre. Pero si no son unos, son otras; el poder en una sociedad organizada como la humana siempre lo tiene alguien. Lo importante es que quienes lo tienen, sean referentes, sean ejemplo con hechos y sepan renunciar a la parte oscura que lleva ese poder.
El caso es que la princesa de Asturias se perfila como una mujer de bandera, en sus mejores acepciones. Su jura ha sido un hito en nuestro país que recogerán los libros de Historia, e incluso el ChatGPT, les guste más o menos a determinadas personas. Más allá de todo eso me queda la ilusión de haber podido presenciar en ese paso firme hacia su compromiso con España, un paso adelante en los derechos de las mujeres.