Los agentes socioeconómicos se muestran muy reacios ala coalición entre PSOE y Unidas Podemos. Sin embargo, en un escenario posible,el papel de la Unión Europea en una economía liderada por Nadia Calviño podríajugar un papel determinante
MURCIA. Ante la posibilidad de un gobierno conformado por la coalición del desgobierno entre PSOE y Unidas Podemos, muchos economistas, alarmados por la situación que atraviesa la economía, atienden a un catastrofismo desmedido ante la posibilidad de que las políticas económicas ideadas por la formación morada tengan acogida en los planes de gobierno del partido socialista. El discurso del candidato a la vicepresidencia del Gobierno, en un escenario donde la economía se desacelera, asusta a los agentes socioeconómicos.
Como digo, la intención de Pablo Iglesias de aplicar políticas sociales a cualquier coste, y sin atender a diagnósticos, genera un pánico más que justificado en la economía real, o lo que se denomina como el sector privado. La posible aplicación de nuevas políticas entre las que se incluiría la masiva subida del Salario Mínimo Interprofesional (SMI), tan demandada por los sindicatos, así como cuestionada por la patronal, genera un gran miedo por el posible impacto negativo de estas en la economía del país; economía que, dicho sea de paso, se encuentra inmersa en una desaceleración.
Bien. Ante esta situación, como digo, es legítimo el que existan interesados que, ante la posible aplicación de medidas completamente alejadas y muy distantes del diagnóstico, sientan una gran incertidumbre y cautela por los posibles efectos derivados de las mismas. A su vez, la amenaza de estas políticas, entre las que no se incluyen las exigencias de Bruselas, alertan de una situación que podría derivarnos en problemas con la propia Unión Europea, llevándonos a incumplir los propios Pactos de Estabilidad y Crecimiento, los conocidos PEC.
Hemos escuchado, y no una vez, a Pablo Iglesias en innumerables ocasiones atender a discursos entre los que se encontraba el rechazo por las exigencias de Bruselas para reducir el déficit y los elevados niveles de deuda, los cuales ya se muestran muy cerca del 100% de nuestro PIB. Un discurso al nivel de los discursos populistas de La Liga de Matteo Salvini, curiosamente parecidos entre sí. Sin embargo, seguimos sin atender a que, como con todo, Podemos, en estos momentos, se muestra como una minoría más dentro de un gobierno de coalición en el que, a su vez, existe hasta la posibilidad de una incapacidad para echar a andar.
Como digo, Unidas Podemos tienen unas intenciones en materia económica, aunque, cuando uno atiende al discurso del Partido Socialista, especialmente al de la que se postula como representante del país en asuntos económicos, podemos vislumbrar la estrecha correlación entre el discurso de Bruselas y el de esta mujer, Nadia Calviño. Unos discursos que presentan una gran relación, pues recordemos que la Ministra en funciones sigue siendo una funcionaria de Bruselas, en excedencia por su papel dentro del Gobierno de Sánchez.
Y es que, hasta la propia Nadia Calviño difiere en su discurso con el propio Sánchez. Hace unos días veíamos cómo la Ministra en funciones relativizaba con los costes del despido, así como con los recortes en materia de déficit. Como representante europea, Calviño es una partidaria de las políticas comunitarias y los acuerdos exigidos por la Unión, una situación que le lleva a la obligación de cumplir con las líneas de actuación exigidas por la autoridad monetaria, sin la capacidad absoluta de saltarse las mimas.
Como dijo Juan Ramón Rallo, en La Sexta Noche, el gobierno de la coalición entre Sánchez e Iglesias no es lo mejor que le podía pasar a España; sin embargo, en una situación donde sea Nadia Calviño la que tome las riendas de la economía, atendiendo a las exigencias de la Unión Europea, las políticas económicas, pese a no ser las más acertadas, irán dentro de unos límites y unos parámetros que no se distanciarán en gran medida del raciocinio económico. Es decir, por muy intensas que sean las intenciones de la formación morada, no podrán hacerse efectivas si Calviño no cede.
Unas cesiones que, como digo, no vendrán; al menos si lo que se trata es de cumplir con las exigencias y las líneas definidas por la Unión Europea. Un hecho que ha moderado hasta el propio discurso de Pablo Iglesias, el cual sabe que la Ministra en funciones es una estadista y, por muy social que sean sus ideales, se debe a unas directrices fijadas por la soberanía europea, y no por la ideología de partido. Muy común en ideólogos como Thomas Sowell, el cual infundo una frase que me gusta mucho remarcar en mis artículos que decía así: “No debemos medir las políticas por el deseo que nos llevó a aplicarlas, sino por el impacto de las mismas en la sociedad”.
Por esta razón, acorde con las declaraciones del economista Rallo, creo que si Nadia Calviño es la encargada de llevar la batuta, por muchos gobiernos de coalición y muchas presiones de la ideología podemita, la economía española seguirá el cauce impuesto por Bruselas, sin rebasar esos límites que sí sobrepasan determinadas políticas económicas de la formación morada. Unos límites que, como mencionábamos, pasan por la deuda, el déficit y el cumplimiento normativo en materia económica.
Así, la dificultad de esto ya reside en la capacidad del Partido Socialista para sacar adelante su Gobierno. Por poner un ejemplo, vimos como el PSOE moderó su discurso hasta el punto de no hacer una reforma integral de la antigua reforma laboral, sino atacar los aspectos más lesivos; curioso que la reforma laboral sea, a su vez, una exigencia que, en su día, nacía en sede Europea, donde se encontraba la actual candidata y Ministra en funciones. Por ello, como digo, la dificultad en estos momentos reside en el apoyo que Unidas Podemos dé a este Gobierno.
Un apoyo fundamental para sacar el Gobierno y que podría ir más encauzado con otras formaciones que, por ahora, atienden a un mayor raciocinio económico, como pueden ser Ciudadanos y Partido Popular. Sin embargo, en el peor de los casos, Nadia Calviño debe seguir por el camino marcado por Europa, sin desviarse por las sendas desconocidas que propone la formación morada; medidas que, por otro lado, en un escenario como la actual -y quiero remarcar esto-, podrían incidir de forma directa en nuestra economía, afectando negativamente a la desaceleración que percibe nuestra economía.