MURCIA. En estos días de mediados del mes de octubre, se han cumplido 50 años del anuncio en la prensa murciana de que el proyectado monumento a nuestro paisano Juan de la Cierva, después de un largo proceso, iniciado con una campaña en el diario Línea desde febrero de 1965, se convertiría finalmente en una realidad palpable.
Con todo, aún quedaba camino por recorrer, ya que la efectiva inauguración no tuvo lugar hasta el lunes 23 de julio de 1973, pero lo importante era que ya no había vuelta atrás. La noticia indicaba que el día14 de aquél mes de octubre de 1971 se había reunido el Patronato Pro Monumento al objeto de examinar el informe que habían de presentar el arquitecto municipal y el escultor murciano Francisco Toledo, encargados de la realización del proyecto.
"Se cumplen 50 años del anuncio de que el monumento a nuestro paisano Juan de la Cierva se convertiría en una realidad palpable"
Una vez conocido el informe, se acordó que el monumento fuera construido en piedra, para lograr la máxima solidez, siendo de bronce la figura central y los relieves y figuras alegóricas del panel lateral. Se acordó también que los trabajos de construcción se iniciaran en los primeros días de noviembre y se señaló un plazo de ejecución de seis meses, que luego serían algo más de 20.
El valor total de las obras quedó fijado en dos millones y medio de pesetas, que luego fueron tres. Como la recaudación obtenida en la suscripción emprendida por Línea ascendió a algo más de un millón de pesetas, la Diputación Provincial decidió aportar 500.000 y del resto se hizo cargo el Ayuntamiento.
Pero habría que remontarse en realidad a diciembre de 1939 para encontrar el germen de esta iniciativa, pues fue entonces cuando Joaquín Soler Gámez lanzó la idea desde los micrófonos de Radio Murcia, aunque por entonces no encontró eco en la sociedad y las instituciones. Volvió a la carga justo 25 años después, desde las páginas de Línea, y fue entonces cuando el propio diario abanderó la propuesta llevándola hasta el final.
Y lo hizo abriendo esa suscripción pública, que recaudó la entonces respetable cantidad de algo más de un millón de pesetas, con la que se cubrían dos quintas partes del presupuesto inicial. Piénsese que uno de los programas de más éxito en la televisión de aquellos años fue el denominado Un millón para el mejor, que ofrecía esa astronómica cantidad como premio mayor al mejor de sus concursantes.
Además, el propio Soler hizo balance en 1973, cuando el monumento fue inaugurado, de los reportajes publicados desde 1965 para informar y alentar el proyecto: 30 artículos sobre la vida de Juan de la Cierva y la importancia de su invento; 28 acerca del proceso evolutivo de la aviación mundial; 5 sobre el origen del helicóptero; 23 sobre aeronáutica; otros 13 reportajes y 46 informaciones relacionadas con el asunto y 109 entrevistas. En total fueron 257 los trabajos publicados.
El Patronato que tomó las riendas del proyecto, a instancias del gobernador civil Soler Bans, se constituyó en enero de 1966, y en esa misma reunión ya se señaló la orilla del río, frente al barrio de San Juan, como el lugar apropiado para la construcción del monumento y se designó la comisión que redactaría el concurso de ideas.
Por cierto que en la misma edición del periódico en la que se informaba de la reunión constitutiva del ente que coordinaría los trabajos se daba cuenta del choque de dos aviones norteamericanos sobre la costa almeriense de Cuevas del Almanzora. Fue el célebre episodio de la bomba de Palomares.
Como ya se indicó, el ganador del concurso de ideas y ejecutor de la obra fue el escultor murciano Francisco Toledo Sánchez, autor en su juventud del paso del Encuentro de Jesús y la Verónica de la procesión del Lunes Santo, faceta en la que no repitió experiencia a lo largo de su carrera. Recibió como premio 50.000 pesetas, que le fue entregado por Joaquín Soler en abril de 1966.
Curiosamente, el boceto que finalmente fue desarrollado e instalado en el lugar previsto no era el premiado, pues la idea original resultó modificada en profundidad para mejor adaptarla al espacio que le fue destinado, una vez que se ajardinó la margen izquierda del río entre el puente Nuevo y Vistabella.
La imagen central del conjunto es una forma en bronce que sugiere un cuerpo humano que gira sobre sí mismo en espiral, abriendo unas alas que aluden a las aspas del autogiro. Tiene como fondo dos elevadas estructuras talladas en piedra. Se completa con un panel en bronce a dos caras con un retrato en bajorrelieve de Juan de la Cierva y la fecha de su inauguración (errónea, pues se lee mayo), por el lado que mira hacia la Ronda de Garay y unas alas del autogiro guiadas por las manos de su creador en el frente opuesto.
El día de la inauguración se dijo: "Con este monumento, austero y airoso, quiere Murcia rememorar en la mente de todos una impresionante invención: la del autogiro; pero con sus piedras y sus bronces desea simbolizar la recia personalidad de su autor y honrar la memoria de una vida excepcional, marcada por las premisas de una clara inteligencia, de una ilusionada meta, de un esfuerzo y un tesón difícilmente repetibles y más raramente conjugables, que definen la vida de un hombre que consagró su existencia a su vocación creadora”.
Queda dicho: algo más de ocho años transcurrieron desde el arranque de la campaña de Línea hasta el estreno del monumento. A ver cuántos cuesta lo del aeropuerto.