MURCIA. Que los niños son tratados con especial importancia en los cementerios por todos es reconocible y que siempre se encuentran en lugares privilegiados, orientados al Este, para ser los primeros en recibir la protección de la luz del sol, también; siendo esta una clara referencia a que Dios es la Luz, por lo que Dios es equiparable a Sol. De la misma manera, no nos debe de extrañar observar en los sepulcros de los niños elementos muy identificables como azulejos blancos, de color azul celeste o pequeños ángeles. Querido lector, te aseguro que si en algún momento te encuentras pisando un cementerio de niños te darás cuenta simplemente observando estos pequeños detalles.
Lo que no es tan común es apreciar estructuras metálicas y de madera que recuerdan a sus aposentos, a sus habitaciones y a sus camas, intentando replicar de forma casi exacta las condiciones vitales que tenían antes de fallecer. Estas estructuras son conocidas como "tumbas cuna".
En el Cementerio de Murcia hemos podido localizar un ejemplo que es un poco especial pues, como apreciamos en la fotografía, posee una simbología un tanto especial. El enrejado es de hierro y nos muestra unos motivos decorativos que recuerdan a la proporción áurea, estando rematadas en los vértices del perímetro por rosas, simbología alusiva a la resurrección, a la fructificación de la vida. Lo más llamativo, aparte de que a día de hoy siguen viéndose exvotos y flores en forma de cruz sobre la sepultura –es de los años 60- , lo encontramos en la cabecera de la estructura orientada al Este, un cruz asaetada con círculos no cerrados orientados en esa apertura a diferentes direcciones, en cuya base apreciamos una especie de abrazadera flanqueada a ambos lados por sendas espirales que nos recuerda a la Secuencia Fibonacci.
Esos círculos no cerrados pueden ser interpretados -siguiendo a varios autores entre los que me incluyo o como M.Teijón o Cristóbal Belda- como el símbolo de la media luna que nada tiene que ver con el islám, al menos en este contexto funerario. Aparece en numerosas representaciones de diosas madre, que existen en casi todas las culturas. Es un símbolo muy antiguo que algunos asocian con la cultura celta, aunque ya se podía ver en las representaciones de diosas griegas y en el antiguo Egipto. La Roma antigua tiene un nombre específico para este tipo de media luna invertida: la Lúnula, que se entregaba a las niñas para que las protegieran (mientras que a los niños se les daba una pequeña bolsa de metal conocida como bulla). Era un amuleto mágico de protección contra fuerzas malignas, demonios y brujería, pero sobretodo contra el mal de ojo.
Por su parte uno de los primeros en usar esta tipo de luna fueron los egipcios, y lo hacían simplemente para representar la luna en sus famosos jeroglíficos. En el siglo IX d.C. se empezó a usar la luna invertida, esta vez con las puntas hacia arriba. La llevaban los hombres en los escudos y significaba que esta persona era el segundo hijo de la familia. También con las puntas hacia arriba la llevaban como símbolo las diosas Artemisa y Astarté.
En esta sepultura lo podemos identificar con la protección del inhumado hacia los malos espíritus, las sombras del inframundo y los seres de la noche; al estar orientadas las puntas hacia los cuatro puntos cardinales hemos de interpretar que esa protección es total y absoluta, pudiendo hacer frente a cualquier mal venga de donde venga.
La cruz, por su parte, cuyos extremos representan una flecha o lanza, puede representar el mismo cristianismo y los cuatro puntos cardinales, dándole un mayor significado a los símbolos de las medias lunas descritos.
* Santi García es responsable de Rutas Misteriosas y autor del libro 'Murcia, Región Sobrenatural'