El linfoma es el tipo de cáncer en la sangre más común

Tratamiento del linfoma en Quirónsalud Murcia

17/08/2023 - 

El linfoma es un tipo de cáncer que afecta al sistema linfático, que forma parte de la red del organismo que combate los gérmenes y que comprende órganos como los ganglios linfáticos (glándulas linfáticas), el bazo, el timo y la médula ósea.

El linfoma es uno de los principales tipos de cáncer de sangre, aunque no el más frecuente.

De hecho, su origen desconocido, las dificultades de su prevención y su diagnóstico tardío hace que, muchas veces, el tratamiento de la enfermedad tenga como principal objetivo mejorar la calidad de vida del paciente.

El Dr. Jesús Alacraz, hematólogo de Quirónsalud Murcia, nos explica más sobre el diagnóstico y los síntomas del linfoma, así como sus factores de riesgo y los tratamientos más avanzados para combatirlo.

¿Cuál es la diferencia entre un linfoma y un tumor?

El linfoma es un tipo de tumor que afecta al sistema linfático.

«Inicialmente, el linfoma se considera un tipo de tumor sólido, al igual que otros, como puede ser el de pulmón, mama, hígado o próstata. Lo que ocurre es que, cuando el linfoma progresa y afecta la médula ósea, se considera que se ha leucemizado, transformándose en un tumor líquido (propio del sistema hematopoyético de la sangre) que puede extenderse rápidamente», comenta el Dr. Alacraz.

¿Cuántos tipos de linfoma hay?

El especialista en hematología explica que existen dos tipos principales de linfoma: Hodgkin y no-Hodgkin.

Cada uno de ellos tiene varios subtipos.

«El tipo de linfoma se determina examinando las células cancerosas bajo un microscopio. Cuando está presente una célula anormal llamada célula de Reed-Sternberg, el linfoma se clasifica como Hodgkin. Cuando no está, el cáncer se clasifica como no-Hodgkin».

El Dr. Alacraz también añade que una de las peculiaridades del linfoma es que cada variedad tiene un comportamiento, una propagación y una respuesta al tratamiento diferente, lo que puede dificultar su abordaje.

¿Cuáles son los síntomas del linfoma? ¿Qué pruebas se realizan para su diagnóstico?

El agrandamiento de los ganglios linfáticos del cuello, las axilas o la ingle, como si fueran un «bulto», es el síntoma más específico relacionado con el linfoma.

Otros síntomas de esta enfermedad pueden ser:

  • Pérdida inexplicable de peso.
  • Fiebre.
  • Sudoración nocturna desmedida.
  • Picazón generalizada.
  • Fatiga.
  • Pérdida de apetito.
  • Tos.
  • Dificultad para respirar.
  • Dolor en el abdomen, el pecho o los huesos.
  • Abdomen hinchado.
  • Sensación de estar lleno tras comer una pequeña cantidad de alimentos.

Respecto al diagnóstico, el Dr. Jesús Alacraz de Quirónsalud Murcia destaca la importancia de hacer un examen físico inicial, acompañado de la revisión de los síntomas y el historial clínico del paciente, y de la realización de algunas pruebas.

Entre ellas, análisis de sangre (el número de glóbulos blancos, plaquetas y glóbulos rojos puede disminuir cuando el linfoma se desparrama en la médula ósea), biopsia de los ganglios linfáticos (se extirpan quirúrgicamente una parte o todo un ganglio linfático, para la observación bajo el microscopio en busca de la presencia de células del linfoma), biopsia de la médula ósea (se inserta una aguja delgada y hueca en el hueso de la cadera con el fin de extraer una pequeña cantidad de médula ósea líquida para que pueda ser analizada bajo el microscopio), punción lumbar (extracción de una pequeña cantidad de líquido cefalorraquídeo), radiografía del tórax (para buscar ganglios linfáticos agrandados) o TC del cuerpo (para detectar ganglios linfáticos u órganos agrandados, y anomalías en el abdomen, la pelvis, el pecho, la cabeza y el cuello).

Otras pruebas que también pueden solicitarse ante la sospecha de linfoma o para confirmar los órganos afectados tras el diagnóstico inicial son:

  • Tomografía computarizada.
  • Exploración PET.
  • Gammagrafía ósea.
  • Exploración por RMN.
  • Ultrasonido abdominal.

Factores de riesgo: ¿es posible prevenir este tipo de cáncer?

El Dr. Jesús Alacraz indica que, aunque no siempre tengan un origen hereditario o genético, algunas personas heredan mutaciones del ADN de uno de sus padres que aumentan el riesgo de sufrir algunos tipos de cáncer.

En el caso del linfoma, tener antecedentes familiares parece aumentar el riesgo de la enfermedad, “aunque generalmente los cambios genéticos relacionados con el linfoma no Hodgkin son adquiridos durante la vida y no heredados», matiza.

En todo caso, los científicos están aprendiendo mucho sobre los cambios exactos en los genes que se relacionan con los diferentes tipos de linfoma no Hodgkin.

“Esta información se utiliza para diseñar pruebas más exactas que permitan detectar y clasificar ciertos tipos de linfoma. Se espera que muy pronto estos descubrimientos también se puedan usar en la creación de nuevos tratamientos», añade.

Sobre los factores de riesgo del linfoma, el Dr. Alacraz insiste en que dependen del tipo de linfoma, aunque algunos parecen afectar a su probabilidad de aparición, entre ellos:

  • Edad. El envejecimiento es factor de riesgo para padecer linfoma de Hodgkin y no Hodgkin, aunque, paradójicamente, algunos tipos de linfoma son más comunes en personas más jóvenes.
  • Sexo. El riesgo de linfoma es mayor en los hombres que en las mujeres, pero existen ciertos tipos de linfoma no Hodgkin que son más usuales en las mujeres.
  • Raza, grupo étnico, y geografía. Según diferentes estudios, en Estados Unidos las personas de raza blanca tienen más probabilidades de padecer linfoma no Hodgkin en comparación con las personas de raza negra o de raza oriental. Además, el linfoma no Hodgkin es más frecuente en países desarrollados.
  • Historial familiar. Tener un pariente de primer grado (padre, madre, hijo[a], hermano[a]) con linfoma aumenta el riesgo de padecerlo.
  • Exposición a ciertos productos químicos y medicamentos. Ciertos químicos, como el benceno, o algunos herbicidas e insecticidas, pueden estar asociados con un mayor riesgo de linfoma no Hodgkin. También existen sospechas de que algunos medicamentos de quimioterapia utilizados para tratar otros cánceres aumentan el riesgo de linfoma no Hodgkin muchos años después.
  • Exposición a la radiación. Algunos estudios de sobrevivientes de las bombas atómicas y de los accidentes de reactores nucleares muestran un mayor riesgo ante varios tipos de cáncer, incluyendo linfoma no Hodgkin, leucemia y cáncer de tiroides. Los pacientes que hayan recibido radioterapia contra otros cánceres, tal como linfoma de Hodgkin, tienen un riesgo ligeramente mayor de padecer linfoma no Hodgkin en etapas posteriores de sus vidas.
  • Sistema inmunitario debilitado. Las personas que reciben trasplantes, que tienen el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) o que sufren algunos síndromes genéticos (hereditarios), tales como la ataxia-telangiectasia (AT) y el síndrome de Wiskott - Aldrich, también son más propensos a desarrollar algún tipo de cáncer en sangre.
  • Enfermedades autoinmunes. La artritis reumatoide, el lupus eritematoso sistémico (SLE o lupus), la enfermedad de Sjogrens (Sjögren) o la enfermedad celiaca, entre otras, están relacionadas con un mayor riesgo de linfoma no Hodgkin.
  • Ciertas infecciones. Las infecciones causadas por el virus linfotrópico de células T humanas (HTLV-1), el virus de Epstein-Barr (EBV) o el virus herpes humano tipo 8 (HHV-8) también pueden infectar a los linfocitos, causando diferentes tipos de linfoma.
  • Peso corporal. Algunos estudios han sugerido que el sobrepeso y la obesidad podrían aumentar su riesgo de linfoma no Hodgkin.

¿Se puede curar el linfoma? ¿Cuáles son los tratamientos más innovadores?

A pesar de sus diferentes subtipos, el linfoma se considera un tipo de cáncer altamente curable, cuyo éxito en el tratamiento depende del conocimiento de la enfermedad, el reconocimiento de síntomas y el diagnóstico oportuno. 

«La tasa de supervivencia relativa de LNH a 5 años es del 74 % y del 90% para el tipo Hodgkin. Esto dependerá de varios factores; entre ellos, se incluyen el estadio y el subtipo del cáncer, la edad y el estado de salud general de la persona, o la eficacia del plan de tratamiento», explica el Dr. Alacraz.

«Para algunos tipos de linfoma, si la enfermedad está avanzada, pero es de crecimiento lento (indolente), una opción viable puede ser la de un enfoque basado en esperar y observar», expone el hematólogo de Quirónsalud Murcia.

También se puede optar por la quimioterapia, la radioterapia, la terapia con anticuerpos monoclonales, la radioinmunoterapia e incluso la terapia biológica, que consiste en la selección y manipulación de Linfocitos T para atacar las células del tumor.

“Este abordaje está cambiando de forma drástica el pronóstico de aquellos linfomas que progresan tras 2 o 3 líneas de tratamiento previo, incluido el trasplante de médula ósea. Es lo que se denomina las car-T cells».

Otro de los tratamientos habituales para algunos tipos de linfoma es el uso de células madre del propio paciente.

«En este caso, la médula ósea enferma es reemplazada con las células madre sanas del propio paciente (llamadas autólogas) o con las células madre de un donante (llamadas alogénicas), para ayudar a producir una médula ósea nueva,  siendo una excelente opción cuando el linfoma regresa después de un primer tratamiento». 

Por último, el Dr. Alacraz explica que los pacientes sometidos a un trasplante de células madre pueden recibir antes «radiación de haz externo en todo el cuerpo, junto con quimioterapia de alta dosis, para eliminar la mayor cantidad posible de células del linfoma del cuerpo y aumentar las posibilidades de éxito».


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