SI YO TUVIERA UNA ESCOBA...  / OPINIÓN

Tesorería y beneficios (II)

5/10/2020 - 

MURCIA. En el artículo anterior (Tesorería y Beneficios) traté de exponer la poca correlación entre estos dos conceptos empresariales, y que muchas veces tendemos inconscientemente a confundir. Y recordaba la frase 'redonda' de un profesor que tuve en la Facultad: "La tesorería de una empresa es una realidad, el beneficio es una opinión".

Y como anuncié, quiero ahora desarrollar la segunda parte de esa frase: que el beneficio de una empresa es una "opinión".

A primera vista la afirmación puede sonar poco convencional, pero se ajusta perfectamente a la realidad si consideramos la definición (el concepto) de opinión que el diccionario de la RAE recoge ya en su primera acepción: "Juicio o valoración que se forma una persona respecto de algo o de alguien".

"es muy peligroso aplicar esa cultura de Internet POR LA QUE buscar un concepto en Google y leer su definición en Wikipedia nos convierte en expertos"

Calcular el beneficio o pérdida de una empresa durante un periodo de tiempo, como sabe cualquier profesional que tenga que hacerlo o cualquiera que conozca la materia, supone la emisión, no de uno, sino de un importante número de juicios sobre diversos aspectos de la realidad económica de la empresa.

Por eso es importante que las empresas cuenten con personas capaces de llevar a cabo este conjunto de juicios, y expresar en una cifra razonada el resultado de la actividad durante ese periodo. Esa magnitud, pero sobre todo la comprensión profunda de su significado, será un elemento determinante para que el empresario pueda tomar decisiones acertadas.

En esto es muy peligroso aplicar esa cultura de Internet en la que vivimos, según la cual el hecho de buscar un concepto en Google y leer su definición en Wikipedia, nos convierte en expertos en la materia. Por eso desde hace unos años, dentro de cada español no hay ya sólo un entrenador de fútbol, sino que –mucho más irresponsable y también mucho más ridículo…- un experto epidemiólogo, un experto en gestión de empresas, o un experto en aquello sobre lo que en un determinado momento se nos ocurra opinar.

Y así, la persona encargada de calcular el resultado deberá enjuiciar y valorar con respecto a unos criterios, un buen número de aspectos económicos de la actividad, entre otros:

  • La depreciación sufrida por el uso los activos fijos durante el periodo (las conocidas amortizaciones).
  • La valoración y la posible pérdida o "recuperación" de valor de algunos de los elementos del inmovilizado material o inmaterial, o de inversiones mobiliarias o inmobiliarias, de créditos por operaciones comerciales, etc. (las antiguamente llamadas de forma genérica dotaciones a las provisiones, y hoy conocidas como pérdidas por deterioro y otras dotaciones).
  • Las propias existencias finales (aquello que nos queda en los almacenes a final del periodo).
  • Si existe algún ingreso o gasto que debemos periodificar ("traspasar" a éste del periodo anterior, o de éste al periodo siguiente).

Y voy a poner un ejemplo. Imaginemos que compramos un vehículo para los viajes de un comercial de la empresa por 25.000 euros, y nos lo entregan a principio de año. Es un vehículo al que esperamos hacer 40.000 km al año, y entregarlo en el concesionario a los 8 años, o con 250.000 km (lo que antes se produzca). Y el primer año hacemos sólo 25000 km.

¿Cuánto habremos "gastado" el vehículo durante ese primer periodo? (sin considerar que habrá también unas normas fiscales, y que el criterio que utilicemos en principio lo tendremos que mantener en el tiempo).

a) Podríamos considerar que hemos "gastado" 2.500 euros (el 10% de los km que pensamos hacer al coche).

b) Podríamos también considerar que el próximo año haremos más kilómetros, y que lo “razonable” es que el coche nos dure los 8 años estimados, y por tanto hemos gastado una octava parte de su valor, o sea: 3.125 euros

c) Pero incluso podríamos considerar la realidad de que el valor de un coche una vez sale del concesionario -es más incluso en el momento de matricularlo- disminuye como mínimo en un 30%. O sea que el gasto "real" soportado durante ese periodo es de 7.500 euros.

Si con este pequeño ejemplo ya vemos que un criterio (una opinión) va a afectar al beneficio de la empresa, ¿qué decir respecto al criterio a aplicar para dar por "perdido" un dinero que nos deba un cliente, y que vemos que no atiende sus pagos? ¿o cómo valorar una partida que tenemos en el almacén de productos que compramos a muy buen precio, pero que la aparición en el mercado de un producto nuevo hace prácticamente invendible el nuestro?

Son realidades que hacen buena aquella afirmación de mi profesor de que "el beneficio es una opinión".

Pero que sea "una opinión" no significa que sea una magnitud sin importancia. Muy al contrario nos indica que el resultado de una empresa es mucho más que una cifra.

Y que no podemos sacar una conclusión sobre los resultados sin tener en cuenta todos los "juicios" emitidos para su cálculo, que son además los que harán posible que conozcamos la realidad profunda de la nuestra situación, y que acertemos en la toma de decisiones.

Javier Giner Almendral

Economista

 

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