el eucrocristiano tibio / OPINIÓN

Teodosio en Lorca

31/03/2024 - 

CARTAGENA. La imagen de Fernando López Miras, presidente de la Región de Murcia, simulando ser el emperador Teodosio conduciendo una cuadriga en Lorca se ha difundido por toda España. Las redes sociales la han amplificado y el desfile bíblico pasional lorquino ha adquirido una renovada popularidad. Como estrategia propagandística, un completo éxito.

Como era de esperar, la oposición lo ha criticado. Entre los comentaristas destaca Víctor Egío, doctor en Filosofía, profesor de Comunicación Política en la Universidad de Murcia y diputado regional por Podemos. Según Egío, "la Semana Santa de Lorca es maravillosa y merece todo el apoyo del mundo". No obstante, y quizás contradiciendo sus propias palabras, acusa al "emperador Miras" de megalomanía y excesivo afán de protagonismo. ¿En qué quedamos? ¿Es bueno apoyar la Semana Santa del Lorca o es malo que el presidente la apoye vistiéndose de emperador? Durante un par de años coincidí con Miras en Lorca, él como alto cargo del hospital Rafael Méndez y yo al frente del Campus Universitario. Y, la verdad, nunca me dio a entender que fuese la reencarnación de Teodosio. Claro que yo tampoco le confesé que yo era la de Aristóteles. Así que lo mismo hubo un exceso de discreción por ambas partes. E hicimos bien. Nosotros, los reencarnados, tenemos que tener mucho cuidado para que no nos tomen por locos.

Por otra parte, Juan Navarro Celdrán, portavoz de Europa Laica, ha calculado el número de horas que los cargos públicos dedican a asistir a actos religiosos, generalmente cristianos. Resulta que, a su parecer, consumen demasiado tiempo en ese tipo de actos. Como Europa Laica defiende establecer una completa separación entre el Estado y las religiones, pide una ley que regule la presencia de políticos en actos religiosos. Y añade una cláusula decisiva: nunca deberían asistir como cargos públicos, sino como ciudadanos privados. En suma, que más que regular la presencia, su ley lo que haría sería prohibirla.

La Constitución establece que no habrá ninguna religión oficial en España, pero añade que, atendiendo a las creencias de los españoles, el Estado colaborará con la Iglesia Católica y las demás confesiones. En efecto, España es una nación de raíz cristiana. Lo era antes de la llegada de los islámicos y lo fue después de la expulsión de los islámicos. En un reciente concurso televisivo sobre los españoles más importantes de la Historia, los cinco finalistas fueron Lorca, Cervantes, Colón, Cajal e Isabel la Católica, que quedó subcampeona. La tripleta Cervantes, Colón e Isabel nos habla de la importancia del cristianismo en España a juicio de los concursantes.

"nos guste o no, vivimos en una cultura cristiana"

Hay otras pruebas de la relación entre los españoles y el cristianismo. Para empezar, el calendario. ¿Qué respondería usted si le preguntasen en qué año participó el presidente Miras en el desfile lorquino? Seguramente no diría que desfiló en el año 2777 tras la fundación de Roma, sino en el año 2024. Y todo porque un exiguo monje cristiano llegó a la conclusión de que el fundador de su religión había nacido 753 años tras la fundación de Roma. Luego se descubrió que había nacido unos seis años antes de su propia era, pero ya era tarde para corregir el error. En cualquier caso, en los países europeos medimos los años en relación al supuesto nacimiento de Cristo. Así que cada vez que un ateo europeo utiliza ese calendario está rindiéndole involuntariamente un homenaje.

¿Qué decir de la bandera de la Unión Europea? Pues que fue copiada de la del Consejo Europeo, que la eligió en un concurso. Sobre un fondo azul, brillan doce estrellas amarillas dispuestas en círculo. Esa figura representa la unión de los estados europeos. ¿Y por qué doce? Según unos, porque ese número representa la perfección. Según el que la diseñó, un católico aficionado a la pintura, porque la corona de la Inmaculada Concepción llevaba doce estrellas. Y según el que la escogió entre los 101 candidatos, un judío convertido al catolicismo, porque simbolizaba las doce tribus israelitas y los doce apóstoles de Cristo. En resumen, nos guste o no, vivimos en una cultura cristiana.

Ciertamente ha habido en los últimos años un galopante proceso de secularización. Puede que ya no vivamos en un país que profese la religión cristiana, pero seguimos viviendo en un país de cultura cristiana. De hecho, en el desfile bíblico lorquino hay más cultura que religión. Pero cultura cristiana, al fin y al cabo.

Y no nos ha ido mal. En la ONU están representados 193 países, de los cuales solo 24 son democracias plenas, entre ellos España. Si el lector consulta esa lista comprobará que se compone de Japón y 23 países de raíz cristiana. No busque algún país islámico o comunista porque no lo encontrará. Conclusión: hay una estrechísima correlación entre cultura cristiana y democracia. Inesperado, ¿verdad? Pues los datos son irrefutables. Así que solo podemos congratularnos de que formaciones como Europa Laica hayan aparecido cuando ya parece irreversible que vivamos en países democráticos de raíz cristiana. Solo el 8% de la población mundial vive en esas condiciones. Somos, pues, afortunados. Y Teodosio fue el que decretó que el cristianismo fuese la única religión oficial del imperio romano. ¡Menos mal que el presidente no se disfrazó de Nerón!


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