DESDE MI ATALAYA / OPINIÓN

¿Tendencias de moda o moda tendenciosa en la I+D+i?

30/06/2023 - 

MURCIA. A principios de la pasada década se empieza a hablar de Investigación e Innovación Responsable (Responsible Research and Innovation -RRI-) para referirse a una ciencia más abierta, más democrática, que reduzca la brecha existente entre el ámbito científico y la sociedad, y que contribuya a avanzar hacia una ciencia más inclusiva, transparente y colaborativa. En palabras de la Comisión Europea (2013), una ciencia con y para la sociedad.

Abierta, democrática, inclusiva, transparente, colaborativa… palabras que pronto se ponen de moda y cargan de matices, de nuevas responsabilidades y sensibilidades, la actividad investigadora e innovadora, en sintonía con las ideologías dominantes actuales. Palabras bonitas que cualquier persona suscribiría pero que, al aplicarlas a la actividad de los científicos, encorsetan de manera objetiva y subjetiva la actividad científica e investigadora, una actividad que debería gozar de cuanta más libertad mejor.

"Los investigadores y los innovadores se han ganado la vida con su actividad de una manera libre y responsable"

Porque, más allá de jugar con el lenguaje, o como se dice ahora, con la narrativa, digo yo que la investigación y la innovación son dos actividades que desarrollan las personas no sólo desde el conocimiento que atesoran, sino desde el conjunto de sus ideas, valores y creencias, es decir, desde su ideología, y que por tanto su investigación está influenciada, podríamos decir que en cierta medida incluso subjetivada, hasta en los campos más técnicos y, en principio, más objetivos. 

Y ello, desde el minuto cero, cuando los investigadores emiten las hipótesis en las que recogen lo que debería suceder en base no sólo a su conocimiento y observaciones sino también, queriendo o sin querer, influidos por lo que esperan o desean que suceda; hasta el final, cuando interpretan los resultados, resaltando aquellos aspectos que más les interesa en detrimento de otros que les parecen de menor relevancia…

No obstante lo anterior, no cabe ninguna duda de que mayoritariamente los investigadores y los innovadores se han ganado la vida con su actividad de una manera libre y responsable, produciendo avances y descubrimientos que poco a poco han mejorado nuestras vidas, nuestra salud y bienestar económico y social. Es decir, que con su actividad, de manera natural y desde siempre han contribuido al bien común. Por tanto, a qué viene ahora esta nueva monserga de investigación e innovación responsable, como si se hubiese descubierto algo nuevo o hubiese que corregir rumbos erróneos o actuaciones perjudiciales para la sociedad.

¿Acaso los científicos no se han aplicado a resolver los problemas que ellos detectaban en el entorno y la época que les tocó vivir? En consecuencia, qué sentido tiene ahora esta moda de que han de asumir su responsabilidad frente a los desafíos globales a los que nos enfrentamos, como si de algo nuevo se tratase. Mucho me temo que el objetivo es, una vez más,  dirigir, controlar la actividad científica e investigadora hacia la resolución de los desafíos globales que otros definen y, a veces, tratan de imponer de manera hegemónica como tales.

¿Se trata de alinear, o lo que es peor alienar, la investigación con las ideologías, consignas o narrativas dominantes, usurpando la libertar de elección de en qué investigar y cómo hacerlo? Eso sí, todo envuelto en eufemismos y bonitas palabras, como siempre.

No todo lo que se publica en una revista científica es bueno, ni todo lo que se descarta es malo. También las líneas editoriales de las revistas están influenciadas (¿sometidas?) por estas "modas". Así, hace poco me contaban unos investigadores del IVIA, el instituto valenciano de investigaciones agrarias, de un caso que les había ocurrido a ellos y que ilustra lo que decimos. Habían presentado a una prestigiosa revista internacional de alto impacto un artículo con los resultados de su último proyecto en el que estudiaban la influencia de unas determinadas condiciones edafo-climáticas sobre unas variedades de frutales, pero la revista demoraba su publicación, según ellos, con vagas objeciones. Entonces se les ocurrió incluir, en la última versión que remitieron, tanto en el título como en la discusión de los resultados y conclusiones, la coletilla de "… y su adaptación al calentamiento global". El artículo fue aceptado de inmediato y publicado.

Por cierto, que hoy, la llave maestra sería "… y su adaptación al cambio climático", término mucho menos cuestionable que ha desplazado al anterior, que ya sabemos que las modas son efímeras y han de adaptarse continuamente para una mejor consecución de los intereses de quienes las promueven.

Esta influencia de las modas también se produce muy particularmente por la vía de la financiación, que es una de las herramientas que disponen los poderes políticos para cambiar las narrativas e influir en las personas y las sociedades. Extremo este que podemos ilustrar con el ejemplo de una incubadora de empresas nacida en el seno de una universidad que descubrió un auténtico filón al reenfocar sus actividades y proyectos hacia el tema del emprendimiento de las mujeres, y poder optar así a programas financiadores europeos sobradamente dotados en el marco del empoderamiento de las mujeres.

De algo más que de moda tendenciosa se podría calificar la denuncia publicada en Retraction Watch, un sitio web que monitorea las retractaciones de artículos científicos, y que pone de manifiesto que más de 300 artículos relacionados con el COVID-19 han sido retractados o retirados de prestigiosas revistas científicas médicas como New England Journal of Medicine o Lancet durante el oscuro episodio de la COVID 19, debido a la falta de veracidad científica y pautas éticas. Artículos que avalaron en su momento una narrativa que aprovecharon por los gobiernos para imponer los encierros (incontitucionales), los cambiantes mandatos en relación a las mascarillas o los pasaportes covid.

Y un último ejemplo, la tendencia de moda de publicar artículos firmados por cientos o miles de investigadores, algo impensable hace sólo unos años y a los que tal vez se les pueda cuestionar su calidad científica, pero cuya inclusividad queda fuera de toda duda, digo yo.

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