Para terminar el año ha resonado con fuerza el SOS de la Universidad Politécnica de Cartagena (UPCT) a cuyo comunicado emanado de su Consejo de Gobierno, de 21 de diciembre, que les animo a leer, corresponden las comillas que verán.
Esta institución universitaria, avalada por la Comisión Europea para el proyecto de Universidad Tecnológica Europea, una ‘Politécnica Europea’ formada con otras 7 instituciones docentes que, seguro,no se ven forzadas a reclamar "un nuevo marco de financiación más allá de la existencia de contingencias o criterios de oportunidad", algo que sí tiene que hacer la UPCT ante una desatención que solo se explica en nuestra Región, y porque no la sientan como suya en San Esteban.
No descubro nada si recuerdo que "el conocimiento, la investigación y la transferencia tecnológica que representa la UPCT en un contexto de transición hacia un modelo productivo más sostenible, más justo, y más igualitario" son imprescindibles para nuestra sociedad.
No hablo de importantes, hablo de irrenunciables, al menos, para Cartagena y comarca. 20.000 parados, sólo en Cartagena, nos demuestran que no podemos confiar en las inercias, que el modelo reclama impulso, nuevos empleos que sustituyan que la transformación tecnológica y social destruye y ¿Qué quieren que les diga? Si hay una Universidad para darlo en todos los ámbitos es la nuestra.
Una apuesta por el futuro, por la sostenibilidad que encarnan como nada sus Ingenierías, pero que además avalan sus Ciencias Empresariales y su escuela pública de Turismo, la única en esta Comunidad Autónoma, o la finca experimental Tomás Ferro.
Quien no vea en ellas un asidero firme para reconstruir una sociedad maltrecha es que no quiere verlo. Y, fíjense, la caprichosa realidad nos dice que en el peor año de la historia reciente aumenta en alumnos y, por el contrario, ve amenazada su supervivencia porque a la "infrafinanciación estructural" se une ahora "la falta de adaptación de las aportaciones de la Comunidad Autónoma".
Una universidad capaz de crecer sin Infraestructuras como el Cercanías, lastrada por el aislamiento comarcal, a la que el propio Ayuntamiento hizo vacío entre 1998 y 2015 se ve ahora, cuando más útil se ha mostrado, "en una situación de fragilidad y riesgo nunca antes vivida".
Por eso la reclamación de la UPCT debe resonar en todos los confines de esta Comunidad Autónoma, no podemos permitirnos una duda, ni un momento más de incertidumbre porque, y así lo siento, si muere la UPCT estaremos asistiendo al ocaso definitivo de una comarca que afrontará en breve su enésima, ineludible y definitiva reconversión.
En manos del Gobierno Regional, esas manos que siempre nos han apretado un poco más la soga a los cartageneros, está apostar por la UPCT como motor de progreso o continuar dando la espalda a esta institución por razones sectarias e inconfesables que muchos tenemos claras.
Y para rematar un lamento, el de que la UPCT no tenga hueco propio y diferenciado en el presupuesto municipal. Pero claro, al fin y al cabo vuelven a gobernar quienes le hicieron el vacío.
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