MURCIA. El continuo incremento de los precios de la energía y los alimentos esta golpeando salvajemente las economías de las familias españolas. La excesiva dependencia del exterior, la falta de mecanismos agiles que permitan garantizar fuentes alternativas de energía y las complejas relaciones internacionales no generan precisamente confianza en el futuro.
Frente a esta situación es mas necesario que nunca poner en valor las capacidades productivas autóctonas, con objeto de alcanzar la suficiencia energética y alimentaria. España posee fuentes alternativas generadoras de energía (solar y eólica) capaz de contribuir decisivamente a la reducción de combustibles fósiles no renovables, que coordinadamente con una red de almacenamiento con centrales hidráulicas reversibles puede llegar a superar la generación del 70% de nuestras necesidades.
En paralelo, se podría cubrir el 20% de las necesidades energéticas nacionales con reactores nucleares y solamente quedaría un pequeño porcentaje para el gas, con lo que permitiría a España alcanzar el objetivo de tener una economía competitiva y descarbonizada sin sufrimiento para los ciudadanos.
Hace pocas semanas la Comisión Europea admitió considerar a las tecnologías energéticas nucleares o de combustión de gas como inversiones verdes, con objeto de alcanzar una efectiva descarbonización de la economía de la UE. De esta manera, la denominada «taxonomía energética» contemplará para las centrales nucleares similares beneficios que las alternativas renovables a la hora de atraer capital privado.
En los últimos tiempos la crisis económica y la dependencia energética de Europa se ha agudizado, por lo que muchos países tienen dificultades para garantizar el abastecimiento energético a la población. Francia ha declarado una economía de guerra y optado por un modelo de soberanía energética, y Alemania ha vuelto a reabrir sus centrales térmicas volviendo al carbón. Sin embargo, en España se mantiene una decisión claramente contraria con una posición seguidora de ecologismo antinuclear de finales del siglo pasado.
La independencia energética se ha incorporado como prioridad en la agenda de los gobiernos de la UE. La crisis sanitaria, logística y bélica que en los últimos años azota el mundo ha puesto de manifiesto la necesidad de cambiar las tradicionales políticas basada en la dependencia de terceros países. El incremento de los precios de los alimentos y energía, unido a su escasez por bloqueos de los proveedores esta deteriorando las economías familiares poniendo en riesgo el estado del bienestar.
Frente a ello, Francia, país europeo con las emisiones de dióxido de carbono más bajas, ha optado por incrementar su independencia energética con una inversión de mas de 51.000 millones de euros, para la construcción de 5 nuevos reactores nucleares. Reino Unido también prioriza la construcción de nuevas centrales nucleares para 2030, manteniendo en paralelo las energías renovables que producen casi la mitad de su energía. Un total de 12 países de la UE, están incorporando la energía nuclear en su estrategia de descarbonización.
Las acciones por el clima para alcanzar la neutralidad de emisiones se pueden y debe alcanzar mediante una economía sostenible que no castigue a los mas vulnerables. Según uno de los últimos informes de la Comisión Económica de las Naciones Unidas, la energía que menos CO2 emite es la nuclear con 5-6,4 gramos por kilovatio hora, seguida de la hidráulica (6,1-14) eólica (7,8-23), solar fotovoltaica (7,4-83), gas (9-513) y carbón (149-1095).
España puede avanzar hacia la descarbonización y la soberanía energética con voluntad y decisión. Simplificando y agilizando la tramitación administrativa que posibilite la creación de nuevos parques eólicos y fotovoltaicos y facilite su financiación, incorporando las centrales nucleares para la transición energética y reduciendo el empleo de centrales ciclo combinado a gas que tanto encarece el coste energético. España reúne todas las condiciones para abaratar y garantizar la electricidad, solo depende de la voluntad.