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'Sin sexo': un documental que recoge testimonios de personas que prefieren no tener relaciones

Apenas se hablaba de la asexualidad hace unos años y en la actualidad, en 2022, tenemos ya once identidades vinculadas al espectro asexual: Greysexual, demisexual, apothisexual, aceflux, fraysexual, requiesexual, aegosexual, akoisexual, quoisexual, reciprosexual y cupiosexual. El canal público europeo ARTE ha entrevistado a diversas personas que rechazan el sexo para intentar entender algo que, según denuncian los asexuales, la sociedad se niega a entender.

17/07/2022 - 

MURCIA. El año pasado la BBC comentaba en un reportaje que la asexualidad, durante años invisible, estaba en ascenso. Hace unos años más, desde Estados Unidos, se empezó a teorizar el fenómeno. Al menos, los libros de referencia son estadounidenses o a lo sumo canadienses. En el New York Times se publicó un artículo titulado Asexual y feliz en 2015 en el que se presentaba la asexualidad como una situación que trata de romper el corsé de una sociedad sexualizada o que glorifica el sexo. La autora, Kim Kaletsky, se quejaba de que en su educación sexual le habían dicho que no pasaba nada por no tener relaciones sexuales, pero no que estaba bien no querer sexo.

Ella se sentía incómoda cuando los demás hablaban de sexo e incluso llegaba a pensar que era un tema obsesivo que aparecía una y otra vez por todas partes. La mujer se sentía muy mal consigo misma. Precisamente, fue cuando leyó los trabajos del profesor canadiense Anthony F. Bogaert, psicólogo y profesor de la Universidad de Brock en Ontario y autor de Understanding Asexuality, que entendió que su situación. Sentía una necesidad de amor, de romanticismo, pero no de sexo.

En la actualidad, en 2022, la revista británica The Tab ha explicado hace un mes la existencia de once identidades vinculadas a la asexualidad: Greysexual, demisexual, apothisexual, aceflux, fraysexual, requiesexual, aegosexual, akoisexual, quoisexual, reciprosexual y cupiosexual. En Europa, el canal franco-alemán ARTE ha emitido un documental dirigido por Didier Cros basado en entrevistas a personas que han renunciado voluntariamente al sexo.

Es un hecho que todo lo vinculado con la asexualidad ha sido objeto de mofa y desde diferentes ángulos. Primero, por entender que carece de relevancia que una persona no quiera tener relaciones sexuales y, segundo, porque no tener relaciones no está perseguido por la ley. Sin embargo, hay que matizarlo. Una cosa es que algo no esté perseguido y otra que no esté bajo sospecha. En las sociedades reaccionarias, una mujer soltera por propia decisión, aunque no tenga que ver con la asexualidad,  ha sido un elemento de desestabilización del orden moral y el tradicionalismo.

En este documental, lo que llama la atención es la figura del romanticismo. Por ejemplo, Chantal, de 60 años, la primera persona que aparece, dice que se acostaba con hombres para obtener algo de amor, "para existir". Insiste en que lo que más le preocupaba era el amor, pero luego, cuando se separó de su pareja, empezó a experimentar un rechazo hacia el sexo.

La cámara se centra reiteradamente en François, de 47 años. Él también habla de que buscaba el amor, que es lo único que quería, y que por eso, perder la virginidad, fue una decepción para él que no colmó sus expectativas. Lena, de 27, cuenta que una vez en Tinder un hombre se acostó con ella sin condón engañándola. Cuando se dio cuenta, se quedó paralizada y no supo qué hacer, no fue capaz de marcharse. Con el paso del tiempo, empezó a sentirse traumatizada por la experiencia. Tardó un año en llamarlo violación y, para entonces, empezaron a darle asco los demás cuerpos.

Loïc, de 29, es gay y estuvo enganchado al chemsex. Sus padres no aceptaban su condición sexual y él cree que en esas orgías trataba de compensar el rechazo. Desconocidos le hacían de todo y eso le servía para sentirse "importante". Cuando logró desengancharse, no volver a tener sexo lo vio como una forma de volver a encontrarse consigo mismo.

Sophie, de 28 años, sin embargo, cuenta que le pidió a su novio experimentar al máximo y cree que eso le abrumó. Era un chaval criado con porno y pensar que no podría responder como los actores que estaba acostumbrado a ver, le hizo rechazar el sexo. Al final, las relaciones desaparecieron de sus vidas. Era una situación incluso violenta. Para ella, además, no sentirse deseada era horrible. Intentó mediante ejercicio físico y gastando dinerales en lencería resultarle atractiva, pero él pasaba, aunque seguía masturbándose. Dejó de mirarse al espejo, perdió la autoestima. Ahora entiende que estamos condicionados a ser objetos de deseo. La ausencia de sexo le ha permitido volver a ser "mía".

El mérito de Cros es dejar que sus invitados hablen. Los motivos que se citan y los detalles biográficos no tienen nada que ver, pero todos terminan en lo mismo. Separando el grano de la paja, se observan las consecuencias de la alienación  o cosificación, sentir la obligación de que hay que ser un estereotipo sexual de cualquier tipo, y la importancia de la autoestima en relación al sexo. Como dice una de las entrevistadas "quiero adueñarme de mi cuerpo y de mi ser".

Se podría decir que los entrevistados son demasiado dispares entre sí. Una mujer, por ejemplo, está centrada en el consentimiento. Se siente forzada a tener relaciones por las convenciones sociales. Otros casos tienen que ver con autoestima, relaciones traumáticas o adicciones. No obstante, en la lista de identidades asexuales de The Tab aparecía la misma diversidad. Lo que pone de manifiesto que existen tantas tendencias sexuales como malestar derivado de lo que algunas personas pueden entender como imposiciones, o directamente serlo, tanto sociales como de sus parejas.

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