MURCIA. La ciencia ficción y la fantasía siempre han aparecido en las historias que el vila-realense Álvaro Beltrán ha creado: Ecos, Stop a la hipnosis, El fenómeno OVNI vive, Tubular Head, la trilogía 5, 10 y 15 minutos, y la serie Bonus Track son una muestra de ello. Sin embargo, nunca antes había hecho el cineasta un homenaje al género tan explícito y logrado como en Cromaescope. Beltrán estrenaba el pasado domingo en el auditorio de su ciudad, Vila-Real, una serie de humor, formada por ocho capítulos, que se inspira en diferentes películas de serie B de ciencia-ficción de los años 50, imitando así la estética y las temáticas que interesaban en la época. Un imaginario que ha conseguido reproducir rodando la serie al completo mediante croma y con fondos generados por Inteligencia Artificial.
Hacerlo de este modo le ha permitido a su autor un resultado que, afirma, de otra forma hubiera sido imposible de conseguir, ya sea por ser inviable su acceso -hay escenas dentro de la Casa Blanca-, por tener que reflejar de manera muy fiel la época o por tratarse, en otros casos, de mundos completamente imaginarios.
"Grabar en un croma te permite utilizar fondos muy variados. Los protagonistas entran en cuevas, museos, bosques o pantanos. Pero generar todo esto no es sencillo, por eso, se ha utilizado la IA", apunta el vila-realense, quien puntualiza que, aún así, son muchos los "errores" que esta herramienta comete. "A veces genera dibujos bastante extraños. Es laborioso porque hay que insistir, hacer variaciones y correcciones hasta encontrar la definición perfecta".
Así mismo, el cineasta reconoce que rodar así es "complicado" sobre todo para los actores y actrices. "Yo tenía claro en mi cabeza lo que quería conseguir, pero ellos no. Vista su reacción el pasado domingo, creo que de hecho casi ninguno se esperaba el resultado".
Igualmente, cuenta el cineasta que para uno de los capítulos de la serie fue incluso necesario el diseño de un escenario virtual en 3D por tal de obtener las imágenes que buscaba. Por otra parte, para conseguir la sensación de que esta es una serie B de los cincuenta, han hecho falta miniaturas y otro tipo de efectos. Los Ovnis, cohetes y aviones que aparecen son maquetas que en ningún caso se trata de ocultar que lo son. "Hemos construido vehículos e incluso un robot a tamaño natural, de manera además bastante artesanal, para de nuevo tratar de reproducir el estilo de la época".
Cromaescope es, en todos los sentidos, un homenaje a aquel cine que en los años 50 tuvo que reinventarse ante la popularización de la televisión. El nombre de la serie hace referencia, en efecto, a los sistemas de filmación, como Cinemascope o Cinerama, que se utilizaron para tratar de crear experiencias novedosas frente a una televisión que solo emitía en blanco y en negro. Fue así que en aquellos nació la filmación con efecto 3D y las famosas gafas de cartón con celofán de dos colores.
Con todo, el final de la Segunda Guerra Mundial trajo consigo la Guerra Fría y un cine fantástico de bajo presupuesto con especial obsesión por las pruebas atómicas, los avistamientos de Ovnis o las mutaciones en los seres humanos. Toda esta "paranoia" -como Beltrán define- se puede ver ahora en su trabajo. La serie se compone de ocho capítulos con historias independientes, salvo el último que es un episodio doble especial de conclusión de la serie. En total, 106 minutos de proyección para la que se implicaron, como actores o colaboradores, un equipo de más de cincuenta personas.
Sobre el futuro de la serie, Álvaro Beltrán explica que tras su estreno en Vila-real, su objetivo es poder llevarlo hasta diferentes festivales de cine y pasada la temporada poder publicarlo en Internet en formato de webserie.