MURCIA. La ausencia de lluvias desde que comenzó el año ha provocado que las reservas de agua cayeran al 44,8% de su capacidad, almacenando un 25% menos de lo normal. La extrema gravedad de la situación en las cuencas del Guadalquivir y Guadiana y las malas previsiones en Cataluña, Galicia y otras regiones ya están provocando la adopción de medidas restrictivas en previsión de que la situación no cambie.
A mitad del pasado mes de diciembre, vivimos un periodo de intensas lluvias en el norte de España que provocó el desbordamiento de los ríos, especialmente del Ebro, ocasionando cuantiosos daños al inundar pueblos y más de 13.000 hectáreas. Más de 2.200 hm3 de agua fueron al mar sin poder retenerlos ni aprovecharlos, se repetía lo ocurrido en 2018 y en tantos otros años anteriores.
"¿Tan difícil es establecer una regulación sostenible de nuestros ríos mediante la construcción de embalses?"
Los fenómenos meteorológicos extremos que padecemos alternan periodos de intensas lluvias con sequías que alteran la disponibilidad de agua y erosionan y degradan los suelos. La desertificación es uno de los mayores problemas ambientales de la superficie terrestre y en España más de 9 millones de hectáreas están en riesgo alto o muy alto de desertificación.
La sequía y las inundaciones son un fenómeno al que se puede hacer frente con medidas que respondan a nuestras necesidades hídricas con objeto de garantizar a todos el acceso al agua. No tiene justificación que, hace prácticamente un mes, el Ebro tirara al mar mas de 2.000 hm3 de agua y ahora estemos preocupados porque no hay agua suficiente ni para los abastecimientos humanos.
Algunos ven la situación de emergencia por sequía como una oportunidad para intentar reducir la capacidad productiva de nuestra agricultura, alegando que se gasta más agua de la que tenemos. Nada más alejado de la realidad, no es un problema de falta de agua, sufrimos un déficit de infraestructuras que permitan aprovechar los recursos naturales y la tecnología que tenemos a nuestro alcance.
El incremento de la capacidad de almacenamiento de agua podría permitir aprovechar el agua de las lluvias y evitar inundaciones. A su vez, una interconexión entre cuencas permitiría contar con una amplia red de grandes embalses que pudieran fluir hacia las zonas deficitarias, lo que junto a la reutilización de aguas residuales y desalinización podrían paliar los periodos de sequía o controlar los efectos de las lluvias torrenciales.
Sin embargo, durante los últimos años, una gran parte de las obras de regulación e infraestructuras hidráulicas previstas para mitigar el impacto de sequías e inundaciones no se han realizado y esta falta de inversión está agravando la amenaza que suponen las consecuencias de las alteraciones climatológicas.
Estas inversiones cumplen los criterios de taxonomía verde de la UE y por tanto financiables por los fondos europeos de recuperación dentro del objetivo de garantizar el desarrollo de una agricultura sostenible que atienda las demandas de alimentos de la población
¿Tan difícil es establecer una regulación sostenible de nuestros ríos mediante la construcción o ampliación de embalses que permita incrementar el volumen de agua almacenada e interconectarlos para una gestión integral?
La sequía se puede paliar con la ejecución de las infraestructuras hidráulicas sostenibles que regulen nuestros ríos y aumenten la capacidad de almacenamiento del agua sobrante de los periodos de lluvias para ser usada en periodos secos.
Con voluntad y decisión se puede luchar contra la sequía y la desertificación para continuar garantizando la producción de alimentos necesarios para abastecer a la población.
Miguel Ángel Cámara Botía
Catedrático de Química Agrícola
Director Cátedra de Ecoeficiencia Hídrica
Universidad de Murcia