como ayer / OPINIÓN

Seminaristas con vistas

24/06/2021 - 

MURCIA. El alcalde se ha reunido con el obispo para hablar de cosas como la restauración de la Catedral, a la que ya se aludió en esta columna; la creación de un museo de la Semana Santa en el Martillo del Palacio Episcopal, sobre lo que se opinará a su debido tiempo, cuando pensar en terciopelos no nos produzca los sudores de la muerte; y sobre la cesión del antiguo Seminario de Verano, en las proximidades de la Fuensanta, para su conversión en Parador.

"Un gran edificio emplazado en un lugar verdaderamente privilegiado"

En estas fechas, con el tiempo estival recién estrenado, parece asunto muy apropiado, como lo parece también que un gran edificio como ese, emplazado en un lugar verdaderamente privilegiado, reciba un tratamiento más adecuado que el abandono y la ruina. Otra cosa es que el planteamiento cuaje, pues está por ver que el recinto de la sierra reúna las condiciones adecuadas para convertirse en un alojamiento más en la ya centenaria relación de establecimientos que constituyen la red.

Probablemente merezca la pena recordar que la idea de la que nació Paradores, hace 92 años, fue crear una estructura hotelera, inexistente hasta entonces, que mejorara la imagen internacional de España. El primer establecimiento fue el de Gredos, inaugurado en 1928, centrándose desde entonces la expansión de la red en edificios singulares, con una larga historia y un patrimonio monumental destacable, así como en los emplazados en parajes geográficos de gran interés natural. Con todo, en los días de la transición se cerraron instalaciones obsoletas o alejadas de las rutas habituales y, por tanto, deficitarias, y se revisaron criterios de explotación para mejorar la rentabilidad.

Pero volvamos la vista atrás y recordemos cómo y cuándo surgió el Seminario de Verano, una de tantas obras que vieron la luz durante el episcopado del catalán Sanahuja y Marcé (1950-1969), pero de la que se venía hablando desde los primeros años de la posguerra.

En concreto, el día primero de enero de 1941, en un reportaje sobre el seminario diocesano, se  citaba entre los proyectos que habrían de afrontarse "un Seminario de Verano, en donde los escolares puedan pasar los meses del estío sin el peligro de malograr vocaciones pues tas muy en peligro durante los primeros años de la carrera sacerdotal". Nos estamos refiriendo a un tiempo en el que el centro formativo de futuros sacerdotes albergaba a 180 aspirantes, una enormidad si se comparaba con los números de nuestros días.

No fue hasta ocho años más tarde, en el verano de 1949, cuando los seminaristas, o al menos algunos de ellos, pudieron disfrutar de unos días frente al mar en los días más crudos del mes de agosto. Fue el campamento ‘Castillo de Olite’, en el Castellar mazarronero, el establecimiento que acogió a 22 seminaristas del tercer curso de Filosofía por gentileza del Frente de Juventudes, la organización juvenil de Falange. Y la experiencia animaba a pensar en algo estable para años sucesivos, apuntándose como posibles emplazamientos la misma Mazarrón, Caravaca o Aledo.

En el verano de 1953, ya con el obispo Sanahuja rigiendo la diócesis, fue la localidad de Cabo de Palos el destino de los seminaristas, a título de ensayo, estableciéndose distintos turnos de unos 40 alumnos. La iniciativa pudo desarrollarse gracias a la cesión para tal fin de una finca por el marqués de Villalba de los Llanos, Miguel Zapata Echeverría.

Dos años más tarde, el prelado cartaginense citaba entre sus objetivos el seminario de verano, y apuntaba en una entrevista, realizada precisamente con motivo del Día del Seminario, a la sierra de Carrascoy como posible emplazamiento. Y no apuntaba en vano el regidor diocesano, pues poco después, en un promontorio próximo al Santuario de la Fuensanta, daban comienzo las obras, y en una visita a Murcia en el mes de septiembre, el entonces nuncio del Papa Pío XII en España, monseñor Antoniutti, que permaneció en el cargo entre 1953 y 1962, anunciaba que regresaría para la inauguración del inmueble.

Y, en efecto, el 23 de mayo de 1957, dos años después del inicio de la empresa, regresaba Antoniutti a Murcia para bendecir el magnífico edificio y dedicarlo a la Patrona de Murcia, habida cuenta de la vecindad entre ambos inmuebles.

Fue construido por el arquitecto Guillermo Martínez, y consta de tres plantas, con 70 metros de fachada por 12 de fondo. En la planta baja, la capilla dedicada a su titular, la Virgen de la Fuensanta, más la sala de conferencias, aulas, comedores y servicios de cocina, con una amplia terraza-mirador con privilegiadas vistas sobre la huerta murciana. El piso principal se destinaba a dormitorios colectivos y 40 habitaciones individuales, con todos sus servicios. Y, finalmente, en el piso segundo, había otras 32 habitaciones individuales, salas de estar y otras dependencias. Su capacidad total era de 200 plazas.

La idea era que todos los alumnos de los dos seminarios, el Mayor o de San Fulgencio y el Menor o de San José, sólo pasarán en la nueva residencia un mes al año a fin de que el resto de las vacaciones de verano pudieran disfrutarlas con sus familias. Además, durante el resto del año se destinarían las instalaciones a cursillos y ejercicios espirituales, considerándose ideal para este fin por su emplazamiento alejado del mundanal ruido.

Era el tercer seminario de verano expresamente destinado a este fin en España, tras el de Guadix y el de Almería. Todos, por cierto, en lugares donde los rigores estivales aconsejan poner la sesera a refrescar.

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