MURCIA. Todo saldrá bien, yo me quedo en casa, aplausos sanitarios, mascarillas de colores, animados grupos de gimnasia en casa, motivaciones a lo Míster Wonderful, arcoíris con pestañas, cervezas virtuales... y el invierno llegó.
Van pasando las semanas, las olas van cogiendo la fuerza del viento y, como en el mar, son imprevisibles. No hay forma de saber hacia qué lado soplará esta vez, si amainará o si se hará huracán. Y de más olas, además de la tercera, ahora vino Filomena.
El invierno anunciado ha llegado, hemos avanzado en la historia y vamos más allá; nos estamos dando cuenta que esto es de verdad, que viene para quedarse, que ya no nos hacen gracia las bromas.
"En el fondo siempre hemos sabido que esto es más gordo de lo que nos estaban contando"
Que cuando hace unos meses comenzamos este extraño tiempo pensamos que todo pasaría, que nos haría más fuertes, que saldríamos de esta. Pero algo dentro de nosotros nos susurraba algo distinto. En el fondo siempre hemos sabido que esto es más gordo de lo que nos estaban contando. Un miedo sordo, desnudo y a veces delirante. El miedo de un niño pequeño perdido en un centro comercial.
La ansiedad y el estrés por lo desconocido y vivir en esta incertidumbre hace que en otros ámbitos de nuestra vida se vean afectados, y que sus consecuencias sean imprevisibles, como la expansión del mismo virus.
No creo que hayamos aprendido a convivir con las conversaciones pro-covid. Con las conversaciones, con las noticias catastrofistas, con los positivos cercanos o con nuestros bares y comercios cerrados.
Insisto desde esta pequeña tribuna que debemos continuar con nuestras vidas, a pesar de todo, The Show Must Go On, adaptarnos al cambio y a dejar de pensar en lo que pasará y vivir el aquí y el ahora. No esperes a volver a lo de antes porque probablemente no volverá y si lo hace será como un zombie: un antiguo paradigma muerto que queremos revivir desde la desesperación.
Tienes una oportunidad increíble de reinventarte, de mirar hacia adentro y de reencontrarte con algo que hace tiempo dejaste de hacer de hacer caso para atender a lo externo: tu vida interior. No es egocentrismo, todo lo contrario, es conocerte mejor para poder ofrecer tu máximo potencial a los demás y a la vez mejorar las partes que no están del todo bien. Vivir para los demás, ofrecer cada vez más valor a más personas y contribuir al proyecto colectivo en el que eres una pieza vital.
El mundo está decidiendo que aún no tenemos la conciencia al cien por cien del cambio y necesitamos más tiempo para entenderlo. Aún hay tiempo, deja de echar balones fuera y de quejarte de lo mal que está todo y de lo injusto de la vida y reflexiona por qué tienes los resultados que tienes, económicos, de relaciones, de salud… Aún hay tiempo para que el cambio se acabe de ejecutar, estamos en plena transición.
Te invito a poner toda tu consciencia en el presente, en el aquí y el ahora, respirar… y dejar que suceda.
Buen camino ;)
Ingeniera en Telemática. Docente de Formación Profesional.